Igual que él a los 19 años: Loquillo y su hijo Cayo, dos generaciones "antes de salir al escenario"
El joven es fruto de la relación del músico con la actriz, escritora y directora de cine Susana Koska
Unidos por su amor a la música, el baloncesto y la cultura, Cayo ejerce como community manager de Loquillo
“Mi padre es un fuera de serie”, afirma Cayo, mientras Loquillo asegura que su hijo es “un faro en medio de la tormenta”
El último concierto que José María Sanz Loquillo y su banda ofrecieron en la capital fue hace tres años. En julio de 2021, el músico tenía previsto presentar su último álbum en el WiZink Center de Madrid, pero las restricciones anti Covid hicieron de las suyas.
La espera ha merecido la pena. El que fuera líder de una de las bandas más importantes del rock español ha podido ofrecer el primer concierto con aforo completo en el antiguo Palacio de los Deportes con gradas, pista abierta sin sillas (es decir, todos de pie), el uso obligatorio de mascarillas y bebidas solo en las zonas habilitadas.
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Con el cartel de sold out, miles de fans y rockeros se dieron cita para escuchar los viejos clásicos del Loco, además de los temas de su nuevo trabajo, 'El último clásico'.
Padres, hijos y Cayo Bruno, el hijo de Loquillo
La edad media de los asistentes al concierto andaba entre los 40 y los 50 años. Con idéntica actitud rockera, había muchos padres e hijos. Entre ellos, Cayo Bruno, el propio hijo de Loquillo, quien define a su padre como un "fuera de serie". Para Loquillo, su hijo es "un faro en medio de la tormenta" con quien comparte muchas cosas, entre ellas el baloncesto y el amor por la música y la cultura. El joven, de 19 años, es el fruto de la relación del músico con la actriz, escritora y directora de cine Susana Koska.
La familia vive en San Sebastián, el lugar de residencia de Koska. Aun establecidos en la capital donostiarra, el recuerdo de Barcelona, la ciudad natal del cantante, les acompaña. De hecho, la bandera barcelonesa aparece en la foto de Instagram en la que Loquillo y su hijo posan antes de concierto. Idéntica actitud, idénticos estilismo y tupés más que parecidos. Les une no solo su aspecto físico, sino los negocios, ya que Cayo es el community manager del Loco.
El reino de las mascarillas negras
Tras las restricciones pandémicas, había ganas de fiesta. Había mayoría de mascarillas negras, algunas personalizadas con la imagen del Pájaro Loco. Entre los asistentes, algunos políticos y fans de todas las edades dándolo todo en su particular 'Fiebre del sábado noche'. La emoción se adueñó del espacio en el momento en que se apagaron y un redoble de tambor dio la señal para que el Loco entrara en el escenario,
El recital comenzó con 'En las calles de Madrid', seguido de clásicos como 'El hijo de nadie' o 'Cruzando el paraíso', convertida en homenaje al rockero francés Johnny Hallyday, fallecido en 2017. No faltaron los temas de la época de Trogloditas, como 'El rompeolas'. Como siempre, hubo magia entre el músico y su banda, y brilló el carisma rebelde del cantante: actitud desafiante, miradas retadoras y hasta algún que otro cigarro en el escenario.
Y entre rock, una pincelada de poesía
El famoso 'No volveré a ser joven', con letra de Jaime Gil de Biedma, sonó con fuerza entre tanto acorde de rock. El concierto fue avanzando entre éxitos, clásicos y temas nuevos. El delirio llegó cuando Loquillo bajó al foso para saludar a sus seguidores más fieles en 'Carne para Linda'. De cierre, tres temas icónicos: 'La mataré', 'El ritmo del garage' y 'Feo, fuerte y formal'. En las gradas la 'fiebre Loca' alcanzó su máxima expresión y en la pista, los que bailaban y cantaban a coro apenas pudieron oír las palabras de apoyo del cantante a la industria de la música y su más profundo agradecimiento a la ciudad de Madrid. Los acordes de 'Cadillac Solitario' parecían confirmar que los conciertos de siempre habían regresado.