'Mecano', el disco de debut de la banda más popular de la historia del pop español, cumple 40 años. Aunque en 1982 no eran unos desconocidos -ya habían publicado los sencillos 'Hoy no me puedo levantar' y 'Perdido en mi habitación'-, nadie imaginaba que el trío formado por Ana Torroja (Madrid, 1959), Nacho Cano (Madrid, 1963) y José María Cano (Madrid, 1959) se convertiría en un fenómeno que cambiaría para siempre el rumbo de la música patria. En tan solo diez años alcanzaron una relevancia y una dimensión internacional desconocida para ningún grupo español anterior. En 1992 se tomaron un largo descanso dominical que, tras un breve reencuentro en el 98, se tornó definitivo. Aún hoy, el utópico regreso de Mecano sería la noticia más celebrada por varias generaciones que crecieron con su música.
Curiosamente Mecano no lo tuvieron fácil en sus inicios. Padecieron el rechazo de varias discográficas (en Hispavox les despacharon porque no eran guapos y tenían "pinta pobre") e incluso la que terminó apostando por ellos, la multinacional CBS, tuvo sus dudas a la hora de lanzarles el primer LP. Solo la buena acogida que tuvieron los dos singles previos, que sí fueron apoyados decididamente por las radios comerciales, convenció a la discográfica de que tenían en las manos una carta ganadora.
Ese primer disco homónimo, conocido hoy como el álbum del reloj por su portada icónica, estaba muy influenciado por los sintetizadores y las melodías glamurosas del tecno pop británico de la época y la estética de los nuevos románticos como Duran Duran y Spandau Ballet. 'Me colé en una fiesta' apareció simultáneamente como tercer sencillo y rápidamente se convirtió en su primer número uno, éxito que replicaron con aún mayor resonancia con la inolvidable y ultrapegadiza 'Maquillaje', que sería la canción del verano de aquel 1982 del Mundial de Naranjito.
Pese a que sufrieron la animadversión de ciertos sectores musicales que les acusaban de pijos y edulcorados, lo cierto es que Mecano, con su imagen calculadamente ambigua, sus melodías adhesivas y sus temáticas posmodernas, conectaron inmediatamente con la sensibilidad de un público que aún se sacudía los últimos restos de la dictadura mientras abrazaba la recién estrenada democracia. El trío no estaba hecho para bregarse en el Rock-Ola, sino para presentarse directamente en el Pabellón de Deportes del Real Madrid. El disco vendió 300.000 copias en tres meses, una proeza en aquella época, y terminó el año superando la barrera del medio millón.
Pero incluso en los tiempos de aquel debut tan fulminante ya se podían empezar a rastrear las huellas de una rivalidad entre dos hermanos enfrentados por componer la mejor canción y que con el tiempo terminaría destruyendo al grupo. Como compositores nunca aunaron fuerzas para trabajar juntos las melodías y letras del otro, como sí hacían los primerizos Lennon y McCartney. Cada uno se encargaba de lo suyo y grababan por separado, y no podían ser estilos más distintos. Los temas de Nacho, más expansivos, pizpiretos y comerciales, se llevaban el gato al agua en los primeros tiempos del grupo. Suyos eran mayoritariamente los singles y éxitos de la primera etapa.
Sin embargo, y a pesar de hits como 'Barco a Venus' o 'Hawaii, Bombay', '¿Dónde está el país de las hadas?' (1983) y 'Ya viene el sol' (1984), los discos posteriores a ‘Mecano’, no lograron el mismo éxito del debut ni de lejos. CBS incluso les dejó marchar creyendo que el declive del trío era inminente. El error de cálculo de la discográfica fue antológico porque 'Entre el cielo y el suelo', lanzado ya con Ariola en 1986, les elevó a otro nivel. Alejados ya de las estridencias estéticas de sus inicios y con un poso más maduro y ecléctico, se produce la explosión como compositor de José María Cano.
Fue él quien proporcionaría los éxitos más memorables de esta nueva época con temas más adultos y complejos como 'Cruz de navajas', 'Hijo de la luna' o 'Me cuesta tanto olvidarte'. ¿El resultado de esta ampliación del campo de batalla? Mecano terminarían vendiendo un millón de ejemplares del disco y rompiendo barreras internacionales. La discográfica decidió que a partir de entonces los dos hermanos tendrían el mismo número de composiciones en cada álbum.
'Descanso dominical' (1988) y 'Aidalai' (1991) consolidarían y ampliarían su estatus como el grupo español más famoso y vendedor de la época, capaces de despachar discos como churros, no solo en España, también en Latinoamérica y parte de Europa, facturar himnos generacionales ('Mujer contra mujer’' 'La fuerza del destino', 'Un año más', 'El 7 de septiembre') y abarrotar recintos en giras extenuantes. En 1992 realizaron la que terminaría siendo su última gira, ya que al término de la misma anunciaron que se tomarían un largo periodo de descanso tras el desgaste de años de frenética actividad y, sobre todo, de una lucha de egos entre los hermanos Cano con Ana siempre en medio tratando de mantener el equilibrio que hacía cada vez más insostenible la convivencia en el seno del grupo.
En declaraciones recogidas por Javier Adrados, biógrafo oficial del grupo, en 'Los tesoros de Mecano', Torroja describía aquel último tour como "una situación nada agradable en la que cada uno tenía un concepto opuesto hasta de cosas como la manera de salir al escenario o cómo desarrollar el espectáculo. En los conciertos era horrible. A Nacho le gustaba la parafernalia y José la veía ridícula; yo intentaba convencer al uno por encargo del otro de cómo hacer las cosas. Luego se cabreaba y al final me llevaba yo los palos".
Tras un largo periodo de silencio, en 1998 se produjo un retorno en forma de doble recopilatorio con siete temas inéditos ('Ana/José/Nacho'), pero aunque despachó 300.000 copias en apenas 24 horas aquello siempre se sintió como un regreso forzado. El hecho de que la mayoría del nuevo material fuesen descartes de ‘Aidalai’ -y como descartes se sentían- y que en la promoción se palpase la falta de entusiasmo de los hermanos Cano en el proyecto ya auguraban un futuro poco halagüeño. Lo que nadie esperaba es que ocho meses después de su publicación José María aprovechara la gala de los Premios Amigo para anunciar su marcha de Mecano. Aquello pilló por sorpresa a los otros dos y significó, ya sí, la definitiva defunción del trío.
El popular disc-jockey Fernandisco aseguraba en 'Sálvame' que el final llegó porque los hermanos Cano, "dos divos al borde de un ataque de nervios", "ya no tenían nada más que decir". Desde su disolución, Jose María se dedicó inicialmente a la ópera y después ha emprendido una carrera como pintor en la que ha ganado cierta reputación; Nacho publicó varios discos y se ha dedicado a producir espectáculos musicales; y Ana ha protagonizado una carrera en solitario 'guadianesca' con una repercusión inevitablemente más minoritaria.
Hoy, tantos años después de separarse artísticamente, los hermanos solo "se hablan por compromiso", aunque "se siguen queriendo mucho", según Fernandisco. Periódicamente resurge el rumor del regreso para realizar una gira, reavivando el deseo de miles de fans por volver a verlos y escucharlos, pero nunca se concreta en nada. El disc-jockey lo tiene clarísimo: "Esto se acabó para siempre y no volverán jamás". Quizás podría hacerse por dinero, pero "no hay ceros suficientes".
"Hubo una época en la que hubo como algún intento, pero es realmente complicado, éramos tres y cada uno ha seguido su trayectoria. La vida sigue y cada vez es más difícil coincidir, no va a ocurrir. Sé que para los fans sería increíble, pero yo ya digo que no, es que no lo veo...lo siento por los que lo desean", así se expresaba Ana hace unos días en Infobae. Adrados, el biógrafo del grupo, manifiesta un deseo menos ambicioso en una entrevista en 'Metrópoli': "Mejor que una vuelta profesional, añoro que los tres se abracen personalmente".