Tiene 420 años de historia y en el momento de su nacimiento, a finales del siglo XVI, supuso una revolución. La ópera es para muchos el arte total porque reúne en un solo espectáculo música, teatro y bel canto. Hoy celebra su primer Día Mundial, una iniciativa que pretende unir fuerzas para la promoción de este arte y que tiene lugar coincidiendo con los cumpleaños de Georges Bizet y Richard Strauss. Si la celebración te queda lejos, piensa que estrellas de la música como Freddie Mercury, fan acérrimo de Montserrat Caballé, cayeron rendidos al hechizo de este género que, pese a su imagen elitista, goza de mejor salud que nunca.
Las cifras que hoy maneja el Teatro Real, uno de los referentes operísticos en España, junto al Liceu de Barcelona, acreditan esta buena salud: en 2012 esta institución tenía 12.000 abonados, hoy son 21.000. Ese año las pérdidas llegaban a los seis millones de euros; en 2019 tiene beneficios gracias a una programación equilibrada, con repertorio clásico y otras propuestas más vanguardistas, precios reducidos para los menores de 30 años y una política de divulgación a gran escala, como es, por ejemplo, la emisión gratuita en grandes pantallas de plasma de obras famosas.
El reto siguiente es conseguir que todo este crecimiento se mantenga. Y lograrlo es complejo por la enorme competencia de una oferta cultural cada vez más sofisticada. Si quieres ayudar a cumplir el objetivo, pero, en realidad, no sabes mucho de ópera y de lo que representa, te ofrecemos una guía para 'dummies’.
La ópera nace a finales del siglo XVI en Florencia cuando la familia Médici, grandes mecenas, decide experimentar y dejar la polifonía (varias voces en distintos tonos) imitando el teatro griego, recitado y a veces cantado por una sola vez, en el que eventualmente participaba un coro. El experimento gustó y así nació la ‘opera in musica’, la ‘obra de teatro con música’. Al principio, era un espectáculo realizado casi en exclusiva para la aristocracia hasta que el siglo XVII se crean en Venecia los primeros teatros de ópera públicos.
La parte principal de cualquier ópera es el aria, una pieza interpretada por un solista acompañado de la orquesta. ‘La donna è mobile’, ‘O mio bambino caro’ o ‘Nessun dorma’ son algunas de las arias más famosas. La obertura es la pieza musical que inicia la obra. Es un pequeño resumen que avanza cómo va a ser el espectáculo. En la obertura de ‘Las bodas de Fígaro’, por ejemplo, Mozart ya nos indica que estamos ante una obra ligera y alegre. Los recitativos son los diálogos cantados por los artistas y los coros, como en el teatro griego, ponen el contrapunto a los avatares de los protagonistas y a veces permiten que la acción avance. Por último, los interludios solo están interpretados por la orquesta.
Ópera, literatura y política han ido de la mano. Las óperas más famosas están, normalmente, inspiradas en novelas o leyendas populares. Por poner solo dos ejemplos, la ‘Carmen’ de Bizet es la representación operística de la novela homónima de Merimée y ‘La Traviata’ se inspira en ‘La dama de las camelias’ de Alejandro Dumas hijo. En el siglo XIX, uno de sus periodos más álgidos y en el momento de la unificación de algunas naciones, como Italia o Alemania, la ópera fue uno de los vehículos que canalizaron los sentimientos nacionalistas de los nuevos estados.
El meollo de esta cuestión. La ópera es, fundamentalmente, voz, el instrumento musical más preciso. Hay diferentes tipos de voces, según se llegue a los tonos más altos (agudos) o bajos (graves). Entre las mujeres, la cantante capaz de llegar a los tonos más altos es la soprano; la mezzosoprano, a los tonos medios, y la contralto, a los más graves. Los cantantes masculinos pueden ser bajos (graves), barítonos (tonos medios), tenores (agudos) o contratenores (tonos más agudos). Es decir, cada cantante tiene su propia tesitura y los papeles de cada obra están escritos para tesituras concretas. Para entendernos, el personaje de Carmen solo puede ser interpretado por una mezzosoprano y el protagonista de Rigoletto solo puede ser un tenor. Ningún cantante de ópera hará algo fuera de su tesitura vocal.
Dentro del repertorio habitual, hay algunas óperas que te serán más fáciles de disfrutar. Seguramente, habrás oído algunas de sus arias en distintos formatos, incluido el publicitario, en el que la ópera y la música clásica forman parte de la banda sonora habitual. En cuanto a composiciones operísticas, estas son, en nuestra opinión, las cinco imprescindibles.
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