"Últimamente sale mucha gente hablando de la movida y no tiene ni idea: no estuvo allí", rezonga Paco Martín (68), aún con ligero acento andaluz a pesar de los más de 50 años que pasó en Madrid. El exejecutivo discográfico nacido en Santaella (Córdoba), responsable del éxito de grupos y solistas míticos de los ochenta y noventa, como Hombres G, Los Secretos, Los Rodríguez, Danza Invisible, Celtas Cortos, Rosendo, Antonio Vega o Pistones, sí que estuvo allí. En el epicentro del estallido cultural que a principios de los ochenta convulsionó la capital y se expandió al resto de España.
Antes que director de compañías independientes y cazatalentos fue pinchadiscos en clubes míticos madrileños y creador de Rock-Ola, la legendaria sala de conciertos unánimemente declarada templo de la movida. En 1982 escribió uno de los primeros libros sobre aquel seísmo, 'La movida. Historia del pop español'. Si alguien sabe lo que se cocía aquellos maravillosos años es él, y ahora lo cuenta en un volumen de memorias titulado 'Ráfagas'.
A finales de los setenta, Paco Martín empezó poniendo música en clubes de moda, como 42 o M&M, para enseguida entrar a trabajar en el departamento de promoción de una multinacional, Polygram. "Los setenta fueron una época muy buena musicalmente —describe—, pero tenebrosa, sin colorido. En los ochenta nos juntamos una serie de gente y coincidió que había muchísimo talento, muchas emociones. Pero nos pilló con el pie cambiado y nadie se imaginaba la trascendencia".
En el verano de 1980, el empresario Jorge González, dueño de 42, El Jardín y Top Less (boîte donde actuaban regularmente Tip y Coll), contactó con Paco Martín para que se encargara de gestionar este último como sala de conciertos. Pasó a llamarse Marquee Madrid. La sala se inauguró en septiembre de ese año con Los Secretos, Nacha Pop y Mamá. El nuevo club se quedó pequeño, y González decidió adquirir el bingo anexo, de mayor tamaño, situado en el número 5 de la calle Padre Xifré, cerca de la Avenida de América. Le encargó también a Paco Martín la gestión; así nació Rock-Ola.
"González me preguntó qué se me ocurría hacer con él. La idea era convertirlo en una sala de conciertos por donde pasaran los grupos en boga, nacionales e internacionales. Se mostró muy entusiasmado. Llamé a Mario Armero, quien al frente del programa Revólver era uno de los locutores estrella de Onda 2, además de descubridor de Nacha Pop, y pusimos en marcha Rock-Ola. Fue un riesgo: nadie creía que fuese a funcionar, porque la sala era realmente fea. Pero empiezan a venir a tocar a la sala grupos internacionales que traía Mario Armero: Spandau Ballet, The Psychedelic Furs, Siouxie & the Banshees… Todos los que eran número uno en Inglaterra, ese mismo mes venían a tocar a Madrid. Por eso Rock-Ola adquirió un nombre mágico. Si un grupo no tocaba en Rock-Ola, no era nadie". La sala se inauguró el 31 de marzo de 1981; al cabo de unos meses, Paco Martín abandonó el proyecto para centrarse en su verdadera pasión: publicar discos de grupos que le gustaban.
Empezaban a aflorar pequeñas compañías discográficas independientes que, pese a sus escasos recursos, conseguían dar a conocer a nuevas bandas: DRO (Discos Radioactivos Organizados), GASA (Grabaciones Accidentales), Dos Rombos, Tres Cipreses, Lollipop… Animado por este refrescante panorama, Martín dejó Polygram y fundó el sello MR, desde donde lanzó a estupendos grupos como Pistones, Los Modelos, Estación Victoria o Luna. En 1983 puso en circulación el álbum 'Persecución', de Pistones, producido por Ariel Rot y que contenía el éxito 'El pistolero'.
Peso no fue hasta que creó Producciones Twins cuando dio la campanada. Hombres G era un grupo muy joven que en 1983 había publicado dos singles en Lollipop ('Marta tiene un marcapasos'/'La cagaste Burt Lancaster' y 'Milagro en el Congo'/'Venezia'). Pese a que sonaban con cierta insistencia en algunas emisoras, su música gamberra no acababa de cuajar. "Era un grupo pijo-punk que no atraía a mucha gente a sus conciertos", recuerda Martín. Entonces los fichó…, y si eres upper sabrás cómo terminó la historia.
"Grabamos el primer disco con la idea de vender 5.000 copias, 10.000 a lo sumo. Pero vendimos medio millón. Sinceramente, no vi que pudiera ser un filón. Éramos unos ingenuos, no teníamos alma empresarial. Fue el principio de muchas cosas. Gracias al éxito de Hombres G pude grabar a Danza Invisible, a Los Secretos, a Rosendo…". Fue Paco Martín quien, después de llevar unos discos de Hombres G a Perú, les abrió el mercado internacional.
Pero para Martín tiene más mérito el haber relanzado a artistas cuyas carreras enfilaban la cuesta abajo. El caso más notable es el de Los Secretos. En su etapa nuevaolera habían grabado tres álbumes para Polygram, que en 1984 les había dado la carta de libertad por lo modesto de sus ventas. En 1986 Los Secretos sencillamente no existían. El mayor de los hermanos Urquijo, Javier, se había ido a la mili y el genial Enrique sopesaba formar una nueva banda sin Álvaro. Una mañana, Óscar Ruiz, amigo de Enrique, viejo conocido de la noche y poco después mánager de Los Secretos, fue a ver a Paco Martín para enseñarle una maqueta. Resultó que Enrique Urquijo se había decantado por la música country-rock, en contraste con el pop-rock de 'Déjame' que les había hecho famosos.
Así lo recuerda Paco: "Estaban desilusionados y no querían seguir como grupo. Enrique pensaba una cosa, los demás otra… El día que Óscar Ruiz me trae una maqueta de seis canciones me dice: 'Vas a escuchar una cosa diferente. Dime si estamos confundidos. Dependiendo de lo que tú nos digas, así haremos. Están desesperados, Enrique muy triste… Tiene muy claro el camino a seguir pero todo el mundo le dice que está loco'. Tras escucharlo una sola vez, me emocioné. Hacía mucho tiempo que no escuchaba unas canciones tan maravillosas. Les dije: 'Creo que debéis seguir con el nombre de Los Secretos y evidentemente con estas canciones'. Le comenté a Enrique que había compuesto los temas más bonitos de su vida".
En el centro de aquel nuevo repertorio estaba la balada 'Quiero beber hasta perder el control', que se publicó en 1986, junto a otras cinco canciones, en el mini LP 'El primer cruce', a través de Producciones Twins. "Aquello fue para ellos un subidón increíble", recuerda Paco Martín. "De estar absolutamente apagados y sin esperanza a retomar el grupo con más fuerza que nunca. Ahí sí que me dejé la vida, llamando a emisoras de radio, yendo a programas importantes… Venían de hacer un pop blando, y de repente se pasan a una onda más americana, con ese mestizaje con lo mexicano. Enrique tenía razón. El éxito no me sorprendió. Me habría entristecido si después de escuchar aquellas canciones no lo hubiéramos hecho bien, porque ellos habían hecho su trabajo; nos quedaba a nosotros culminarlo con el éxito. Y al final lo conseguimos".
Pueden trazarse paralelismos con el caso de Rosendo, quien tras la separación de Leño había publicado tres álbumes ('Loco por incordiar', 'Fuera de lugar' y 'A las lombrices') entre 1985 y 1987 con la multinacional RCA. Pese a su condición de motor de la movida, Paco Martín rompe en su libro varias lanzas por los excelentes músicos de rock que se vieron eclipsados por los conjuntos de pop.
"Cuando surgió la nueva ola cayeron en el olvido. Ser rockero empezó a ser sinónimo de ser antiguo, de estar pasado de moda", aclara. Una noche, el locutor Paco Pérez Bryan (pareja de Luz Casal), presentó a Martín al rockero de Carabanchel. "Nos dijo: 'Este es tu hombre, este es tu artista'. Y Rosendo respondió: 'Yo encantado'. Al día siguiente firmamos el contrato. Para mí fue bello e inolvidable trabajar con él, a pesar de que era un momento complicado para el rock. Le pusimos en el lugar que le corresponde".
En Twins apostó por un grupo de ocho componentes que hacía música folk instrumental: Celtas Cortos. De su primer disco ('Salida de emergencia', 1989), sin voces, se vendieron 60.000 copias. Paco Martín lo tuvo claro: comprobado el potencial, habló con la banda y les conminó a cantar. "Hicieron lo que yo les dije", evoca. "Con un disco instrumental, pese a las excelentes ventas, pensé: 'Esto tiene poco recorrido'. Se lo propuse, lo aceptaron y Jesús Cifuentes, el guitarrista, se puso a cantar. Y pasaron de 60.000 copias a las 300.000 de 'Gente impresentable' (1990)".
Después de Twins fundó Pasión Área Creativa, sello en el que Antonio Vega debutó en solitario después de la separación de Nacha Pop. "El primer disco de Antonio es para mí el mejor disco de pop de la historia en España", sentencia. Sin embargo, la relación con el cantante, guitarrista y compositor estuvo marcada por los altibajos. "Antonio y yo hemos mantenido una amistad intensa de veinte años, y ahí vino la dificultad. Tropecé con sus problemas, con la droga y con todo lo que llevaba detrás. Era una persona tan problemática como talentosa. Como talento, ha sido el autor más exquisito que ha dado la música de este país. Pero al mismo tiempo trabajar con Antonio era de una dificultad extrema. Te llevaba a un agotamiento físico, psicológico, económico…, que nos condujo a tener que cerrar la compañía. Me queda su cariño".
Pese a su efímera trayectoria (menos de dos años), Pasión publicó un manojo de excelentes discos a cargo de notables grupos, entre ellos Los Rodríguez. En 1991 el rock ya no provocaba delirios y pocos echaban de menos a antiguos componentes de Tequila como Ariel Rot y Julián Infante. En el grupo militaba también un argentino poco conocido en España, Andrés Calamaro. Con todo en contra, hicieron historia. "Me llega la maqueta —dice Paco—, y descubro que son gente de Tequila, cuando ya nadie los quería, con un tío que no tenía 18 años, llamado Andrés Calamaro, al que nadie conocía, y con un ramillete de canciones impresionantes. Cuando escuché las primeras canciones de Calamaro pensé: '¿Pero dónde estaba este hijo de puta con tanto talento?'. Es un personaje descomunal".
Enfrentados por intereses opuestos, músicos y ejecutivos discográficos no suelen entablar amistades verdaderas. Pero el caso de Paco Martín es una excepción. "Las relaciones con los músicos son complicadas", concede. "Pero en mi pandilla casi todos eran músicos y estábamos en una borrachera de felicidad permanente. Mi mejor amigo en veinte años fue Nacho García Vega [de Nacha Pop], y aun así no le grabé a él, sino a su primo, Antonio Vega. Eso enfrió un poco nuestra relación, que con el tiempo retomamos. He tenido una gran amistad con casi todos mis músicos. Hombres G, Rosendo…, te dirán que nunca tuvieron un problema conmigo. Pero trabajar con un artista y ser al mismo tiempo su amigo es complicado. No es fácil llevarlo".
Destaca lo bueno de aquellos vibrantes ochenta ("fue un momento increíble. Buscábamos el éxito, pero para poder seguir grabando discos") y no oculta lo malo ("Es terrible recordar la gente que murió demasiado joven por la droga"). Sus últimos años en la industria los pasó en la multinacional BMG/Ariola (después Sony Music), donde fichó a El Canto del Loco, Estopa y Pereza, entre otros.
Ahora que ve los toros desde la barrera, echa de menos el antiguo romanticismo entre quienes manejan los hijos del negocio, a quienes ataca con dureza. "Son individuos sin ningún valor profesional, mamarrachos, pura basura, sin talento. Me avergüenza ver la gente que maneja el negocio en España y en América Latina. Carecen de cultura musical… En mis tiempos la gente que trabajaba en la industria amaba la música. Estábamos a la última. El ver quienes están al frente de las discográficas hoy en día… es absolutamente trágico. Personas que en su día no sabíamos que hacer con ellas porque eran unos inútiles ahora son los que mandan. No culpemos al reguetón: es una consecuencia. Soy de los que creen en las grandes canciones. La música es fundamental en nuestro día a día. Es la profesión más bonita que existe. Y la maneja gente que no tiene esa sensibilidad y sobre todo que no tiene ni puta idea del negocio".
Extrapola esa sensación a otros terrenos: "Hoy priman las baratijas: en la música, en la política, en los medios de comunicación… Estamos viviendo tiempos críticos. Cuando has vivido momentos tan maravillosos y ves esto, piensas que lo que hicimos no ha servido para nada", lamenta.