‘Groupies’, travestis y peleas en plena dictadura: el lado salvaje del Dúo Dinámico contado por uno de ellos

  • Ramón Arcusa, la mitad del mítico grupo, repasa su trayectoria en el libro 'Soy un truhan, soy un señor (o casi)', y desvela episodios que constatan que no todo era de color de rosa en el pop de los sesenta. Hablamos con el autor

Ahí donde los ves, con su aspecto pulcro, su aire de chicos formales, sus canciones de casto amor adolescente, el Dúo Dinámico encarna la mejor cara del rock español de los 60. Una época que ocupa gran parte de 'Soy un truhan, soy un señor (o casi)', la autobiografía de Ramón Arcosa, el 50% del dúo. El libro es muy valioso en cuanto a que arroja mucha luz sobre cómo era hacer rock en aquella vieja España de malas carreteras, cabarés desangelados y pícaros mánagers, pero también porque algunos de sus pasajes revelan que no todo era de color de rosa; incluso el Dúo Dinámico tuvo sus momentos salvajes.

Cuando en los hoteles hacían la vista gorda

La historia del rock ha celebrado con honores las hazañas sexuales de grupos como los Rolling Stones, Led Zeppelin, etc, con muchas de sus fans. Según el libro de Arcusa, en el rock de los 60 en España también había algo de eso. Al principio de su carrera, tras una actuación en Zaragoza, dos chicas norteamericanas (mayores que ellos) les invitaron a subir a su apartamento; andaban metidos en faena, cuando la inminente llegada del novio de una de ellas (militar estadounidense, presumiblemente armado) les obligó a salir huyendo escaleras abajo medio desnudos. Cuenta también Arcusa que años después, en un hotel de Bilbao, hacían la vista gorda con las visitas de sus fans a sus habitaciones…

"Nunca salimos con fans menores de edad ni dimos razones para escándalos", nos aclara Ramón. "Claro que salíamos con chicas, era lo que nos pedía el cuerpo, pero nosotros éramos muy independientes de esa farándula: íbamos a nuestro aire. No tuvimos, por lo que fuera, ni amigos raros, ni relación con drogas".

Pongámoslo en contexto. Ramón Arcusa tenía 23 años cuando, en 1959, el Dúo Dinámico publicó su primer EP de cuatro canciones. Su compañero Manuel de la Calva, 22. Dos chicos que empiezan a disfrutar del éxito, de las atenciones y a recorrer España libres de ataduras. "Lo raro habría sido que nos quedáramos por las noches en un hotel jugando al parchís", explica.

Amanda Lear a.k.a Peki D'Oslo

El libro relata también la velada que Arcusa pasó junto a una joven Amanda Lear, travesti y posterior musa de Dalí y protegida de Bowie. La pareja estaba en el bar madrileño Oliver, de ambiente gay ya entonces, cuando el pianista que actuaba, que no era otro que Juan Carlos Calderón, le comentó a Ramón quién era aquella Peki D’Oslo (así se hacía llamar entonces Amanda). "Estaba como un tren", recuerda en la biografía. "Quién sabe si, de haber aceptado su propuesta, mi vida y mis apetencias serían otras".

"Al final de esa noche estábamos ya solos, una frente al otro —declara Arcusa a Uppers—, y tomé una decisión de la que, vista en distancia, he podido arrepentirme alguna vez. Más que nada para poder contarlo luego, como aquello de Dominguín con Ava Gardner".

Entre sus conquistas se cuenta una joven Marisol, con quien tuvo "un encuentro". ¿Era tan ligón Ramón Arcusa como Julio Iglesias, con quien trabajó muchos años en Miami y Los Ángeles (etapa profusamente detallada en el volumen)? "Qué va, no hay comparación", nos dice. "Lo que yo he vivido cerca de él era apoteósico. Dicen que la mujer se enamora por el oído, y Julio es, ha sido, un maestro en susurrar con sus canciones. Aunque no nos podemos quejar, nosotros fuimos aprendices al lado de él".

Lavar el honor a puñetazos

Detrás de esa pacífica fachada había dos muchachos tan impulsivos como cualquier otro de su edad. Un par de veces Ramón se vio envuelto en peleas. En 1966, durante una actuación en la madrileña sala Victoria, se lanzó desde el escenario sobre un chico del público que, mediante gestos, le estaba insultando. "Pretendía lavar mi honor a puñetazos", confiesa en el libro. En otra ocasión, propinó "un golpe en la mandíbula" a un chico que aporreó su Mercedes cuando llegaba a las inmediaciones de la discoteca donde habían de actuar. "Probablemente despertábamos celos en los novios de las chicas", comenta ahora Ramón.

En aquella España de pandereta, con una industria musical construida sobre la marcha, abundaban la picaresca y los mánagers con malas artes. Es muy reveladora las anécdota en la que su representante se hace el moribundo delante de un promotor para que les firme un contrato para actuar en Alicante. Y otra del jefe de su discográfica, quien, tras convidar a un amplio séquito a una opípara comida en la mejor marisquería de Madrid, se introduce un trozo de cristal en la boca, lo muerde y, con la lengua sangrando, monta en cólera y consigue que el banquete le salga gratis. "Pues sí, es lo que había. Todo estaba más cerca del mercadeo de ganado que de una actividad artística", recuerda Arcusa.

Apenas drogas, ninguna infidelidad

Apenas se habla de drogas en el libro. Arcusa solo concede haber fumado porros de vez en cuando. Pero no puede negarse que la droga, en especial la cocaína, ha sido un elemento socializador que ha estado a la orden del día en la industria de la música: en giras, estudios de grabación o despachos. Ramón asegura que no le resultó difícil mantenerse al margen, y evoca para Uppers una situación que no cuenta en el libro: "Recuerdo que una vez en Caracas, en 1961 o 1962, un fan o conocido de allí me hizo probar en una discoteca algo que desconocía, y que resultó ser cocaína. Fue una sola vez, y sí recuerdo que me sentí como con una sensación de levitar por encima de aquel ambiente, pero ahí terminó mi experiencia. Nunca más la he probado, ni realmente ha habido ocasión, aunque parezca mentira. Estamos muy satisfechos con lo que hemos conseguido sin necesidad de abuso de nada”.

La historia de Ramón Arcusa es también de fidelidad, sobre todo a dos personas. Una de ellas es Shura, su esposa, a quien el músico conoció en 1964 y con quien contrajo matrimonio en 1970. Llevan casados 50 años. ¿Cuál es el secreto para conservar a su compañera de toda una vida? "Probablemente nos casamos (Manolo un par de años más tarde) a una cierta edad, cansados de la vida nómada y deseando más paz que gloria en nuestras vidas. Luego está el respeto: jamás nos peleamos (dos no se pelean si uno no quiere) y las diferencias, si las hay, las saldamos con silencios que duran un día y medio a lo sumo. Luego están los gustos y apetencias por las mismas cosas, tener una vida razonable, y en este momento, ver alguna serie de Netflix que nos mantenga despiertos a partir de las 12 de la noche. Que no todas lo consiguen, por cierto”.

Manolo de la Calva, más que un compañero

El otro compañero de vida de Ramón no es otro que Manolo de la Calva, la otra mitad del Dúo. Se conocieron mucho antes de comenzar su carrera en la música: en una empresa en la que trabajaban como delineantes. Incluso hicieron la mili juntos. El cariño con que habla de Manolo realmente conmueve al lector. Ramón remarca que los versos más bonitos de 'Resistiré' (su gran éxito de los ochenta, convertido en himno durante la crisis del coronavirus), en los que habla del "junco que se dobla pero siempre sigue en pie", son de Manolo. El resto de la letra es del periodista Carlos Toro. "Manolo y yo somos como el agua y el aceite —dice Ramón—, pero somos también como hermanos. Desde el respeto a lo que cada uno hacía, los dos hemos aportado canciones que han contribuido al éxito del Dúo. Y el éxito, como es el caso, une. ¿Por qué habríamos de destruir algo que nos ha ido bien?".