Tradicionalmente cuando hablamos de videojuegos la imagen que muchos se crean del gamer suele ser la de un adolescente varón que se pasa horas pegado a un mando y disparando a enemigos. Y no puede ser un concepto más erróneo. Hace muchos años que está claro que los videojuegos no son solo cosa de niños. Al contrario, su público cada vez más amplio, variado y, sobre todo, de cualquier edad. Los videojuegos han dejado de estar mal vistos para pasar a ser considerados una legítima actividad cultural o de ocio.
En 2021 se alcanzó la cifra récord de 18 millones de videojugadores, de los cuales el 52% son hombres y el 48% son mujeres, según el Anuario de la Industria del Videojuego en España. Y los jugadores sénior representan de manera creciente una porción cada vez mayor de esta industria. La realidad es que los videojuegos se han convertido en una parte principal del día a día de mucha gente. Que a los 50 años sigas picándote con ellos ya no es motivo de vergüenza o bochorno. Al contrario, mientras no se abuse y no se caiga en peligrosas adiciones, los videojuegos tienen varios beneficios irrebatibles que te desgranamos aquí:
El estrés es uno de las grandes problema de salud pública en la sociedad actual. En una época en la que tenemos que estar pendientes de tantas tareas y soportar bastante presión a lo largo de la jornada, los videojuegos permiten a los adultos eliminar una porción de ese estrés diario, como también lo hace leer un libro o ver una serie.
Jugar a videojuegos exige centrar toda nuestra atención en ellos, lo que nos hace eliminar de nuestra mente otros pensamientos que nos generan estrés. No hay duda de que jugar una buena partida nos permite evadirnos del estrés al que estamos sometidos e incluso desahogarnos de nuestras frustraciones.
El entendimiento entre padres e hijos no siempre es fácil. Muchos nos ven como pasados de moda, o entes inaccesibles e incapaces de entender su estilo de vida. Pero si a ellos les gusta pasar tiempo jugando a videojuegos, ahí tenemos la puerta de entrada perfecta para acercarnos a ellos. Jugar con nuestros hijos nos aporta diferentes beneficios. Nos permite mejorar nuestra relación con ellos y también hace posible establecer un diálogo de igual a igual. Compartir un momento juntos de diversión fomenta la confianza y la comunicación en ambos.
Y no olvidemos que otro punto positivo de jugar a videojuegos en familia es que controlamos a lo que juegan nuestros hijos. Nos permite asegurarnos de que se encuentran ante un juego apropiado para su edad. Y volviendo al tema del estrés, es innegable que otra manera de dejarlo atrás es pasar un buen rato con nuestros seres queridos. A veces no hay mejor forma de animar una fiesta que jugar todos a un videojuego entretenido.
Los videojuegos mantienen activa la imaginación, promueven la creatividad, generan pensamientos estratégicos y mejoran nuestra flexibilidad mental. Es decir, ayudan a que el jugador tenga la capacidad de ajustar su forma de pensar de acuerdo con distintas situaciones. Además, aquellos en los que hay que recolectar información, organizarla y crear estrategias para alcanzar un objetivo ayudan a estimular las funciones ejecutivas de nuestro cerebro.
Piénsalo. ¿Por qué deberías dejar de hacer lo que te divierte a partir de una determinada edad? No tiene sentido renunciar a ser feliz solo porque tengas 50 años. Jugar a videojuegos libera endorfinas y seretonina, las hormonas de la felicidad. Ganar una partida en nuestro juego favorito, superar un nivel que se nos resistía o resolver una situación extremadamente compleja libera en nosotros una sensación de euforia casi equivalente a enamorarse de un flechazo.
Y cuando jugamos a videojuegos con amigos la diversión se multiplica, incluso aunque sea online, porque la distancia ya ni siquiera es un obstáculo para jugar y divertirnos con nuestros seres queridos.