Si nunca has oído hablar de la deflactación del IRPF, poco a poco te vas a ir familiarizando con este término, asociado a la subida de la inflación y cómo esta afecta al poder adquisitivo de los trabajadores. Los precios llevan meses viviendo una escalada constante. La inflación sube como no se veía hace años. Los más afortunados ven cómo sus sueldos también aumentan para intentar adaptarse a esos incrementos y evitar así perder poder adquisitivo.
Sin embargo, ese incremento salarial puede significar también pasar a pagar más IRPF, en caso de que esa subida de sueldo lleve a ese contribuyente a cambiar de tramo en este impuesto de carácter progresivo (es decir, que no es igual para todos, si no que grava más cuanta más renta se percibe). Así las cosas, ese sueldo subiría nominalmente, pero en la práctica, el poder adquisitivo no se actualizaría, porque el pago del impuesto se comería ese aumento. Dada esta situación, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, proponía al Gobierno que deflacte la tarifa del IRPF para las rentas de menos de 40.000 euros, con efecto inmediato y retroactivo desde el 1 de enero, pero ¿en qué consiste esta medida?
El IRPF es un impuesto progresivo, cuanto más se gana más alto es el tipo impositivo que se aplica. Un problema clásico, que no es de ahora, es que los tramos de los gravámenes del IRPF no se ajustan automáticamente a la inflación. Deflactar consiste en eliminar de un valor monetario los efectos producidos por los cambios en los precios (inflación). Por lo tanto, deflactar consiste en convertir una magnitud medida en términos nominales en otra expresada en términos reales. En el caso del IRPF, si no se hace nada, conlleva que cada vez más gente pague más impuestos, ya que no se tiene en cuenta el incremento del coste de la vida.
En la práctica, esto provoca que, si un asalariado mejora su sueldo, el porcentaje equivalente a la inflación verá que pierde poder adquisitivo real porque paga más impuestos en su nómina (le sube la presión fiscal por encima de su mejora). Lógicamente, en el caso de que las subidas de salario anuales no alcancen el IPC, la pérdida de poder adquisitivo es mayor.
Por eso, algunos economistas proponen que, para compensar y mantener un equilibrio, los tramos del IRPF también suban el equivalente a la inflación para que el trabajador no pierda poder adquisitivo real en beneficio de Hacienda. Otro efecto de la inflación sobre el IRPF es que, si los mínimos exentos y las reducciones aplicadas no varían para ajustarlos a la inflación, cada vez serán más bajos, en términos reales (contando la inflación), y harán que se tribute más y que realmente se esté ganando menos. A este ajuste de IRPF se le denomina “incremento de la fiscalidad en frío” porque no requiere de ninguna reforma impositiva y transcurre de manera silenciosa.
La deflactación del IRPF pretende poner solución la subida silenciosa de los impuestos. Básicamente, consiste en adaptar este impuesto para evitar que la subida de salarios destinada a combatir el incremento de gastos que ha ocasionado la inflación aumente el tipo medio del IRPF que paga el contribuyente, ocasionándole una pérdida de poder adquisitivo, sobre todo en los casos en los que la capacidad económica real no aumenta, ya que el salario crece en menor medida que la inflación.
Como la declaración de la Renta de 2023 no se hace hasta 2024, lo que ha decidido la presidenta de la Comunidad de Madrid es adelantar la deflactación del IRPF a la declaración de la Renta de 2022, que se realizará el próximo 2023. En esta misma línea ha ido del Consejo General de Economistas de España, que también se muestra a favor de esta medida. Según sus cálculos, deflactar el IRPF un 1,5% supondría un ahorro entre 9 y 136 euros, mientras que si se hace un 6,5% el ahorro sería de entre 109 y 263 euros.