El truco del vaso y el vinagre que dejará impoluto tu lavavajillas

No es ningún secreto que el lavavajillas es uno de los electrodomésticos que más trabaja en los hogares, precisamente por eso hay que mantenerlo en perfectas condiciones. Un lavavajillas sucio puede exponernos a moho, malos olores… todo ello con consecuencias directas en la salud. 

El lavavajillas está diseñado para optimizar la limpieza de distintas piezas: plato, tazas, vasos, cubiertos, cacerolas... Por eso, es importante cargarlo ordenadamente poniendo cada cosa en su lugar previsto, igual que ordenas los alimentos en el frigorífico. 

Es importante seguir las instrucciones del fabricante para que este electrodoméstico esté limpio de una manera natural, evitando riesgos, malos olores y restos acumulados. Por todas estas razones, es recomendable limpiar el lavavajillas de manera regular.

No es ningún secreto que el vinagre es un producto muy eficiente. Una de sus principales características es que puede servir como producto de limpieza, ya que tiene propiedades antimicrobianas que aporta el ácido acético. Además, ayuda a abrillantar superficies y, si lo mezclamos con agua y bicarbonato de sodio, eliminamos elementos como la cal en superficies metálicas y de cristal. 

Aunque existen infinidad de trucos y recomendaciones para la limpieza de los lavavajillas, lo único que necesitamos es un vaso de vinagre y bicarbonato

El truco definitivo

Como decíamos, para ponerlo en práctica solo necesitas un vaso, bicarbonato sódico y vinagre de limpieza.

Espolvorea el interior de tu lavavajillas media taza de bicarbonato sódico. Cubre bien el fondo, las rejillas y el recipiente de los cubiertos. Con esto conseguirás desengrasar y quitar el mal olor del interior del electrodoméstico.

El siguiente paso es llenar un vaso hasta arriba con vinagre de limpieza y colocarlo en el centro de la rejilla de arriba del lavavajillas. Este gesto además de desinfectar limpiará los depósitos de cal acumulados en las tuberías y aspas. Para que ambos ingredientes hagan su función, pon en marcha un ciclo de lavado a la temperatura más alta que puedas, para potenciar la acción de ambos ingredientes.

El resultado es un lavavajillas sin grasa ni malos olores, además de completamente desinfectado. Por último, saca el vaso, comprueba que no haya restos de bicarbonato e inicia un ciclo de lavado solo con agua para enjuagar cualquier residuo.

Limpieza a fondo

Para dejar nuestro lavavajillas impoluto debemos profundizar en: 

  • Filtros. Los lavavajillas llevan un filtro, que se encuentra en la zona inferior de la cubeta interior y es el encargado de recoger los restos de suciedad para que no vayan al desagüe. Normalmente se compone de dos piezas: un cestillo de plástico que retiene los residuos más grandes y, a su alrededor, una superficie metálica perforada. El filtro conviene, una vez a la semana y retirar los residuos del interior del cestillo.
  • Bandejas. Es aconsejable sacar las bandejas y revisar que no tienen restos de comida que se hayan podido quedar enganchados, basta con pasar un paño húmedo y secarlo con un papel de cocina. Revisa también los carriles y comprueba que se deslizan fácilmente.
  • La junta de la puerta. Pasa un paño húmedo por la goma de la puerta del lavavajillas, ya que ahí también se pueden acumular restos de comida o incluso moho. Si te resulta difícil acceder a algún pliegue, emplea un cepillo de dientes para eliminar los restos.
  • Las aspas. Tal vez no lo sabes, pero las aspas o brazos aspersores del lavavajillas se pueden sacar muy fácilmente. Procura hacer esta limpieza dos veces al año para quitar cualquier obstrucción que impida al agua salir por los orificios. Suelen ir a rosca o simplemente tienes que hacer una pequeña presión para sacarlas. Estos brazos aspersores son la clave para un buen resultado de limpieza.

Por último, cada vez que termine un lavado es importante dejar la puerta abierta para que salga toda la humedad evitando así la formación de moho y malos olores en el interior.