El invierno está a la vuelta de la esquina, pero el frío ya está aquí. Después de unos meses especialmente cálidos, en los que se batieron todos los registros (el mes de octubre fue, según los datos de la AEMET, el más cálido desde que se recopila este tipo de información), el frío ha llamado por fin a la puerta y las temperaturas han comenzado a bajar a lo largo de todo el país.
Ahora que por fin podemos decirle adiós a la ropa de entretiempo y sacar los abrigos, las mantas y el edredón del armario, toca poner a punto los radiadores de nuestro hogar para poder disfrutar de un buen sistema de calefacción que nos proteja de las bajas temperaturas.
Especialmente ahora que los precios del gas y de la luz se han incrementado y que la incertidumbre amenaza a la economía, tener un radiador bien limpio es fundamental para poder aprovechar al máximo sus prestaciones y ahorrar en costes. Y aunque a primera vista puede parecer complejo, limpiar los radiadores es mucho más fácil y sencillo de lo que parece. Por eso, si aún no lo has hecho, toma nota: así puedes poner a punto los radiadores de tu casa para disfrutar de la calefacción este invierno.
Para poder tener los radiadores en buen estado no basta con quitarles el polvo periódicamente, sino que se debe realizar una limpieza en profundidad al menos una vez al año. Esta limpieza deberá realizarse con el radiador apagado y frío. Por eso, es recomendable realizarla en los meses de otoño, antes de que las temperaturas bajen drásticamente.
Antes de comenzar con la limpieza de los radiadores de nuestro hogar, lo primero que debemos hacer es cubrir los alrededores del aparato con papeles viejos, periódicos, revistas o trapos húmedos para evitar que la suciedad que pierdan llegue a ensuciar el suelo. Una vez hayamos cubierto todas las partes “peligrosas”, podremos empezar con nuestra limpieza.
Lo primero que debemos hacer es limpiar la suciedad más superficial de las zonas más accesibles con un trapo, un cepillo o un plumero. Una vez hayamos concluido con estas zonas, pasaremos a limpiar las secciones traseras, es decir, aquellas que tocan la pared. Para ello, podremos utilizar los cepillos especiales que hay en el mercado para este propósito, con los que, gracias a su forma estrecha, podremos llegar a las partes más complicadas, o emplear un secador con la máxima potencia para hacer que el polvo caiga al suelo.
Cuando hayamos terminado de limpiar el polvo de nuestro radiador, es recomendable que utilicemos una vaporeta, si disponemos de ella, para eliminar la suciedad que se haya quedado más incrustada. En caso de no tenerla, no obstante, lo que haremos será pasar al siguiente paso: frotar el radiador. Para ello, utilizaremos un estropajo con mango, que podremos encontrar en cualquier tienda, y un paño humedecido con agua.
Con nuestro estropajo, lo que haremos será humedecerlo con una mezcla de agua y jabón y frotar bien todas las esquinas y zonas del radiador. Cuando hayamos terminado, cogeremos el trapo húmedo y aclararemos. En este proceso, también podemos utilizar un desengrasante mezclado con agua para reforzar la limpieza. Cuando hayamos terminado, dejaremos que los radiadores se sequen por su cuenta.
Limpiar un radiador, como hemos visto, es una tarea que, si bien requiere tiempo, es bastante sencilla, así que no lo dejes pasar. Además, recuerda purgarlos bien antes de empezar a poner la calefacción, comprobar que sus válvulas cierran correctamente y asegurarte de que no pierda líquidos. De este modo, podremos ahorrar en nuestras facturas.