Nunca antes nos habíamos visto en una situación económica como la actual. O al menos no lo recordamos. La concatenación de la pandemia, la guerra de Ucrania y el alza de precios ha sumido en la incertidumbre, el desconocimiento y el miedo a muchas familias en los últimos meses. El periodista José María Camarero ha acuñado un término para describir esta situación: 'crisisfobia'. La palabra aúna una realidad y un deseo: "el de perderle miedo precisamente a las crisis y a la incertidumbre". Porque aunque no existen soluciones mágicas a problemas tan complejos como el que nos toca abordar, siempre se puede intentar dar respuesta de forma simple y didáctica, con coherencia y tranquilidad, a las grandes cuestiones que nos preocupan.
'Crisisfobia. Claves para sobrevivir al apocalipsis económico' (HarperCollins) es un texto muy práctico que pretende resolver todas esas dudas que se nos plantean en el día a día sobre la luz, la hipoteca, los impuestos o las pensiones. Una guía que nos ayude a entender el momento que vivimos y a evitar que el miedo económico nos quite el sueño. De recetas, consejos y advertencias hablamos en Uppers con su autor.
El libro es una guía para sobrevivir al apocalipsis económico. ¿Cómo hemos llegado aquí?
Nunca antes habíamos vivido tantas crisis consecutivas como las que ha dejado tras de sí la pandemia, por una parte, y la guerra de Ucrania y la inflación, por otra. No habíamos superado una y ya estábamos metidos en otra. Lo que está claro es que la incertidumbre, que no las crisis, ha llegado para quedarse en la economía. Durante años hemos obviado cómo hemos sido cada vez más dependientes energéticamente de otros países como Rusia. O cómo hemos creído, o nos han hecho creer, que los tipos de interés siempre iban a estar bajos. Desafortunadamente hemos caído en la crisis, pero este contexto nos debe servir para aprender, superarnos y salir más fortalecidos como consumidores y usuarios frente a empresas y administraciones.
¿Durante cuánto tiempo tendremos que convivir con la inflación y los precios disparados?
En estas primeras semanas de 2023, la inflación está dando un cierto respiro. Bueno, más bien la estadística de la inflación. Porque cuando vamos a comprar, y eso lo vemos todos los días, los precios siguen más caros que hace un año. No podemos esperar que bajen los precios, solo aspiramos a que se contengan. Pero, en cualquier caso, no regresaremos a los precios que teníamos hace dos o tres años, cuando la factura media de la luz no superaba los 60 euros al mes, pagábamos el litro de combustible a algo más de un euro. Desgraciadamente, tenemos que acostumbrarnos a convivir con precios altos, al menos durante uno o dos años más.
¿Derrochamos demasiado, en general?
Yo diría que no hemos sido conscientes de la limitación de los productos que no teníamos como sociedad, o como economía. Ya ocurrió en la pandemia, con las fábricas de mascarillas. Y ahora con el gas natural, una fuente energética de primera necesidad de la que dependíamos de Rusia. Por eso, hay que tener en cuenta cuáles son nuestras limitaciones. Y que, por ejemplo, no está de más cambiar algunos hábitos, como ya lo hemos hecho en los últimos meses, a la hora de usar los electrodomésticos, usando modos eco o temperaturas menos agresivas.
No se trata de volver al pasado, como en la postguerra. Pero sí de darnos cuenta de que debemos cambiar algunas prácticas diarias para ser más eficientes y usar mejor los recursos. También ocurre lo mismo con el dinero: no podemos gastar no ya lo que no tenemos, sino fundamentalmente lo que no vamos a ser capaces de pagar con un crédito. Mirar gasto a gasto siempre será mucho mejor que encontrarnos de sopetón con cualquier movimiento inesperado que desestructure nuestro presupuesto familiar.
Danos tres consejos para ahorrar en la factura de la luz
Son muy básicos, fáciles de practicar, pero a la vez muy desconocidos por la mayor parte de la población.
En primer lugar, revisar la potencia contratar en la tarifa. El 60% de la población desconoce la potencia contratada y, a la vez, gran parte de las viviendas en España tienen muchos más kilovatios (kw) contratados de los que realmente necesitan. Para un hogar medio, los 4,5 kw son más que suficientes para que no salte la luz continuamente y ahorrarse unos euros al mes. Porque la potencia es uno de los gastos fijos de la factura. Cuanto menor sea, más ahorramos.
Por otro lado, hay que conocer el precio exacto que pagamos por consumir. Es decir, cuál es nuestra tarifa. Se denomina en euros/kwh y se puede identificar, dentro del marasmo del recibo, en la parte de ‘Término o consumo de energía’. Por ejemplo, si estamos pagando ahora más de 20 céntimos de euro/kwh, es mucho dinero. Si pagamos unos 15 céntimos/kwh, fenomenal. Y si pagamos menos de 15 céntimos/kwh, podemos sentirnos casi como unos ‘afortunados’.
Por último, es necesario conocer los recovecos de la factura. Si tenemos tarifa regulada (se denomina PVPC), analizar si podemos beneficiarnos de medidas como el bono social eléctrico, que supone un descuento de hasta el 80% en el consumo. Y en todas las facturas se incluye un código QR al final, que se puede escanear y que da acceso a la web de la Comisión de Competencia (CNMC) para comprar la tarifa que yo tengo contratada con la mejor disponible en el mercado en ese momento para mi hogar, mi consumo y mi potencia. Es muy útil pero es la herramienta más desconocida de la factura.
El autoconsumo está de moda. ¿Me sale a cuenta poner placas solares?
El autoconsumo es una de las herramientas que también ha llegado a nuestras vidas para cambiar por completo la realidad energética de España y de todo el mundo. Es una opción más de ahorro. Pero como toda inversión, requiere no solo dinero para poder realizarla, sino sobre todo un buen estudio de si nos compensa tener placas solares para producir nuestra propia electricidad, cuánto nos cuesta esa instalación, qué ahorro en energía vamos a tener y cuál puede ser nuestra futura factura de la luz.
La inversión inicial del autoconsumo puede partir de los cuatro mil euros y alcanzar los ocho mil, aunque depende de cada vivienda y de sus necesidades, así como de la potencia instalada. Y como media, una instalación de autoconsumo suele ser rentable a partir del séptimo u octavo año de funcionamiento. Mientras que su vida útil está calculada para hasta veinticinco o treinta años vista.
La compra semanal se come mis finanzas. ¿A qué truco puedo recurrir para gastar menos?
Hay consejos muy básicos que, creo, habíamos olvidado en los últimos años en medio de la vorágine de consumo en la que vivíamos hasta que la pandemia nos encerró. Utilicemos la clásica lista de la compra. Y si lo hacemos con alguna de las múltiples aplicaciones disponibles en internet, mucho mejor. La relación de productos en una lista nos permitirá comprar exclusivamente lo que necesitemos; nos ayudará a recordar lo que ya tenemos en casa y agilizará nuestro bolsillo para no malgastar con el clásico "comprar por comprar". También deberíamos estar atentos a los cambios que se dan en un producto y vigilar, por ejemplo, al precio de kilo o por litro que nos están ofreciendo. Es una forma de comparar, una referencia a la que aferrarse para comprobar si estamos pagando más por menos.
¿Nos recomiendas meternos en bitcoins?
Las criptomonedas son uno de los cantos de sirena financieros de estos tiempos. Intentan atraernos con grandes rentabilidades, obtenidas en muy poco tiempo y, sobre todo, casi sin arriesgar. Lo peor de todo es que se ha impuesto este discurso entre amigos, familiares o compañeros de trabajo. No debemos fiarnos de estas grandes promesas. La criptomoneda no es un activo refugio. Es una inversión de muy alto riesgo con la que podemos llegar a perder todo el dinero destinado a este producto. Por eso, son cada vez más los inversores que se interesan por una opción atractiva, pero no exenta de riesgos. Es una inversión de una enorme volatilidad que podría depararnos pérdidas muy importantes, y de un enorme riesgo. Pueden suponer una pequeña parte de nuestra inversión, pero debemos ser consciente de que lo podemos perder en unos pocos segundos.
¿Es posible ahorrar en 2023 sin sacrificar calidad de vida?
Sé que es fácil analizarlo y aconsejar, y que en realidad muchas familias pasan por estrecheces económicas. Pero, en general, para planificar un presupuesto mensual es necesario comenzar desde cero, realizar un presupuesto a 0. A partir de ahí, con los ingresos que tenemos, debemos atender, en la medida de lo posible, a este orden: primero, las deudas, como la hipoteca; después, gastos ordinarios, como la alimentación; a continuación, si se puede, el ahorro; y, por último, los gastos evitables, los de ocio. Es decir, anticipar el ahorro a un lugar distinto al residual que teníamos habitualmente en nuestro día a día. Y, siempre que se pueda, mensualizar todos los recibos y gastos que tengamos a lo largo de un año.
Tres consejos para conseguir una jubilación tranquila
En primer lugar, comenzarse a ocupar, que no a preocupar, de la jubilación, a partir de los 40 años. ¿Por qué esa edad? Básicamente, porque ahora mismo la Seguridad Social comienza a contabilizar las cotizaciones que realizamos como trabajadores al sistema, para calcular la pensión que tendremos, a partir de ese momento. Y calcular, a partir de los 50 años, cómo se nos puede quedar la pensión a través de varias calculadoras virtuales, como la que tiene la propia Seguridad Social, para ir haciéndonos a una idea de lo que nos quedará.
En segundo lugar, tener claro que cuando lleguemos a la jubilación (ya sea a partir de los 63, 65 o 67 años, cuando nos corresponda en el futuro), debemos contar con un respaldo. Porque habrá pensiones, sí. Pero también muchos gastos que con una pensión no tienen por qué cubrirse. Puede ser una vivienda en propiedad y, por tanto, se trata de tenerla pagada al retirarnos del mercado laboral. O bien, si optamos por el alquiler durante nuestra vida, tratar de tener ahorros para hacer frente a una jubilación en la que la pensión será claramente inferior al sueldo.
A la hora de ahorrar en productos financieros, hay que tener mucho cuidado. Los planes de pensiones, que siempre han estado muy bonificados fiscalmente, implican muchas comisiones que se van comiendo la rentabilidad y, al final, al rescatarlos hay que pagar a Hacienda todo lo que no se ha liquidado al fisco durante toda la vida. Los fondos de inversión son una alternativa viable, gracias a la versatilidad de fondos (conservadores o arriesgados) que existen. En cualquier caso, al recuperar ese dinero, siempre es recomendable hacerlo en forma de renta periódica, y no de una sola vez, para evitar el impacto tributario.
¿Tenemos razones para la esperanza?
Sí. Rotundamente. Una de las pocas cosas que nos pueden dejar este tipo de crisis es que nos han dado mucho más poder como ciudadanos y como clientes y usuarios frente a las empresas y administraciones que antes. Tenemos más cuota de poder, aunque no lo sabíamos. Podemos reclamar, comparar, analizar y discernir sobre lo que nos ofrezcan. No conformarnos con el recibo de la luz, el del gas, la hipoteca o el gasto que se nos pueda presentar. Y ese es un paso muy importante que hemos dado a nuestro favor.
¿Qué puede encontrar un upper en ‘Crisisfobia’?
‘Crisisfobia’ no es un tratado económico. Mi intención es resolver dudas que surgen todos los días y que afectan a la mayoría de la población, cuestiones básicas para que cualquiera sepa qué tarifa de luz le conviene o cómo debe ser su hipoteca. Hay capítulos dedicados a la energía, los bancos, los impuestos, las pensiones, las herencias, la inversión o la cesta de la compra.
Pero sobre todo, he querido resolver esas dudas precisamente para la población de más de 50 años, para esos padres que por las circunstancias de la vida no han podido resolver por su cuenta este tipo de cuestiones económicas básicas. A ellos especialmente va dirigido el libro. De hecho, la dedicatoria es a mi madre, de 69 años. Mujer que, como otras muchas de su época, han tenido que sobrellevar el desconocimiento económico para resolver sus problemas diarios. Y que, a base de aprendizaje y esfuerzo, lo han logrado, como muchos otros padres de familia. Aquí pueden encontrar un respaldo más. Porque nunca se lo han puesto precisamente fácil.