Abrir la nevera y darse de bruces con un olor desagradable es una situación muy incómoda con la que todos nos hemos cruzado alguna vez, ya sea porque hemos guardado algún alimento con un olor fuerte, porque alguno de nuestros productos se encuentra en mal estado o porque no llevamos un correcto mantenimiento de este electrodoméstico, en el que se pueden acumular una enorme cantidad de bacterias y restos.
A pesar de que es extremadamente recomendable que la nevera se limpie y desinfecte de manera periódica para evitar estas situaciones, existen algunos trucos muy cómodos y sencillos que pueden ayudarnos a prevenir estos malos olores. Uno de ellos es el del papel higiénico, que consiste, básicamente, en colocar un rollo en una esquina, balda o cajón de la nevera. Y es que gracias a su celulosa, el papel puede absorber tanto los malos olores de los alimentos como las partículas de agua del ambiente, liberando la nevera de los hedores que se pudieran haber acumulado.
Además del papel higiénico, también es posible utilizar otros productos, como café molido, vinagre o mitades de un limón, entre otros muchos. Sin embargo, una de las alternativas que más popularidad ha ganado en las redes en las últimas semanas es la del corcho de vino.
Los tapones de vino actúan igual que el resto de soluciones, en el sentido de que solo se necesita colocarlos en la nevera para que actúen. Gracias al corcho de su composición, estas pequeñas piezas pueden absorber los malos olores, exactamente igual que lo haría un rollo de papel higiénico.
Existe, no obstante, una excepción: la de los tapones plastificados. En estos casos, será necesario partirlos antes de colocarlos en la nevera e inyectar, en el agujero generado por el abrebotellas, algún aceite esencial de nuestro gusto, ya sea de menta, limón, naranja, etcétera. Una vez hayamos hecho esto, solo tendremos que colocarlo en la nevera.
El truco del corcho es una alternativa más higiénica y cómoda que la del papel higiénico, ya que estos tapones no sufren tantos cambios con el paso de los días. Además, su tamaño es mucho más reducido, por lo que ocupan mucho menos espacio, algo de agradecer cuando se comparte nevera. Aun así, también es necesario que se vayan cambiando periódicamente, conforme se vea que va perdiendo efecto.
Para evitar el riesgo de que la nevera genere malos olores, se recomienda limpiarla a fondo y desinfectarla cada dos meses, como mínimo. En caso de que se detecte algún mal olor, se deberá analizar el interior del electrodoméstico para descubrir su procedencia. Si este procede de un alimento que, por naturaleza, tiene un aroma fuerte, es aconsejable envasar el producto en un tupper o envolverlo en papel de plata para que no contagie su olor a otros productos. En caso de que provenga de un alimento en mal estado, en cambio, se deberá tirar de inmediato.