Los aguacates se han metido en nuestra nevera no solo por el toque que aportan a muchas recetas sino por su reconocida reputación saludable. Tienen un inconveniente y es el precio tan alto que alcanzan en el mercado. En Uppers ya nos hemos lanzado a plantar tomates en una maceta. La experiencia ha sido inmejorable, así que vamos a probar con los aguacates. Un experto en la materia nos ha explicado cómo cultivar aguacate en casa para ahorrar, aunque hay que echarle unos años de paciencia y mimo hasta conseguir obtener los primeros frutos.
El aguacate aporta al organismo las grasas saludables que necesita, ayuda a controlar la presión arterial, mantener a raya el colesterol (por su contenido en ácido oleico) o regular los niveles de azúcar en la sangre. Su composición en magnesio y potasio mejora el funcionamiento del sistema nervioso y muscular, al igual que las vitaminas (A, C, D, E, K y B) y minerales que contiene contribuyen al fortalecimiento del sistema inmunológico, tienen efectos antioxidantes y contribuyen a la salud de los huesos. Por otro lado, el aguacate es muy rico en fibra lo que lo convierte en un alimento saciante y que refuerza el trabajo del intestino evitando el estreñimiento.
Para conseguir un futuro árbol de aguacate es indispensable contar con una semilla de un fruto ya maduro. Si algún vecino cuenta con su propio árbol lo mejor sería hacerse con una de sus semillas; claramente será un ejemplar acondicionado al clima y a la tierra del lugar donde se pretende cultivar. Otra opción es adquirir una semilla certificada para esa región de modo que en parte se puede asegurar que va a germinar concretamente en esa zona. También se necesita un vaso o un recipiente de boca ancha y cuatro palillos de madera tipo mondadientes.
En caso de extraer la semilla de un aguacate comprado en un comercio hay que prestar atención a no dañarla ni arañarla. El hueso del aguacate o semilla es ovalado. El primer paso es identificar que tiene un lado en punta y otro lado más chato. Germinará sumergiendo en agua solo el área chata pero no la punta, como si se tratara de un iceberg. El segundo paso es clavar los cuatro palillos a un centímetro de la punta aproximadamente, que servirán de estructura de apoyo del hueso en la boca del vaso. El tercer paso es llenar el recipiente de agua, pero solo hasta la mitad de la semilla. Gracias a los palillos, no se hundirá en el agua y podrá germinar. Además es importante renovar el agua cada dos días para que no se pudra y colocar el vaso en un lugar muy luminoso, incluso con sol directo, pero siempre alejado del frio.
Todo este proceso requiere mucha paciencia porque tanto las raíces como el tallo tardan bastante en crecer, ni mucho menos es igual de rápido que cuando se provoca la germinación de unos garbanzos o unas lentejas que se han envuelto previamente en un algodón empapado.
Una vez ha germinado por fin, pueden ser necesario dos meses, la siguiente operación es trasladar la semilla con sus raíces, que ya deben medir unos 10 centímetros de longitud, a una maceta. Lo ideal es que este recipiente tenga sus agujeros de drenaje que evitan un encharcamiento que no gusta nada a la planta del aguacate, y que sea de pequeño tamaño, por ejemplo, de unos dos litros. En cuanto al sustrato sirve el universal, pero hay que asegurarse de que la tierra viene mezclada con un buen porcentaje de lombrices y compost.
Otra recomendación es no enterrar la semilla dentro del sustrato totalmente, sino que hay que cubrir de tierra solo la parte donde comienzan las raíces dejando al aire el área de la que sobresale el tallo. De todos modos, no conviene precipitarse, es mejor dejar la planta dentro del vaso con agua cambiándola a menudo hasta que las raíces y el tallo estén bien afianzadas y a continuación hacer el traspaso a la maceta.
El rellenado con el compost del recipiente también implica delicadeza. La tierra se va agregando mientras se aprieta suavemente hasta cubrir las raíces. Dando unos golpecitos de la maceta contra el suelo se consigue que se termine de asentar la planta y para terminar se sacan los palillos y se riega. En cuanto al lugar elegido para que siga haciéndose fuerte debe ser soleado, pero no recibir la luz directa del sol, húmedo y cálido, porque al aguacate le gusta que la temperatura no baje de los 21º. El riego tiene que ser abundante sin encharcar y una vez al mes se puede favorecer su crecimiento con un fertilizante ecológico.
A medida que pasan los días la rama inicial irá creciendo en altura. Cabe la posibilidad de provocar el nacimiento de más ramas haciendo un corte diagonal en el área más próxima a su último incipiente. Al cabo del año, esperando a que finalice todo el verano, se puede trasladar el aguacate a una maceta mucho más grande. Hay que seguir siendo paciente y esperar un tiempo para plantarla sobre la tierra directamente; le va a costar mucho agarrar y aclimatarse de nuevo.