"La compra hace que las personas olviden durante un rato lo que está ocurriendo en la actualidad y ayuda, en cierto modo, a desconectar", explica la psicóloga María Consuelo Vilasánchez Muñoz desde Doctoralia. La búsqueda de un estímulo, que en tiempos de incertidumbre y desasosiego como atravesamos, crece. "Se aprende que comprar es una de las cosas que permite tener emociones positivas, así que se repetirá esta conducta como fuente de disminución del estrés o ansiedad, llevando al consiguiente riesgo de convertirnos en compradores compulsivos".
Un peligro al que la irrupción de la compra online como forma predilecta ha sumado-esta aumentó en un 75% durante el confinamiento, con un 11,5% de compradores estrenándose en este formato, en datos que recoge Food Retail-. "Se facilita el descontrol de la conducta debido a que a cualquier hora se puede realizar una compra, no hay esperas ni cola, y se obtiene una gratificación en el momento", apunta la psicóloga. Tanto en el caso de las compras compulsivas a través de internet como presencial, el perfil medio más frecuente es el mismo, señalan desde el portal médico: mujer, de entre 30 y 45 años y de nivel socioeconómico medio-alto. ¿Cómo podemos detactar si hay un comprador compulsivo en nuestro entorno? Te damos cinco claves.
La compra compulsiva, como apunta la psicóloga, es una forma de adicción. Por tanto, se pueden identificar rasgos en la persona propios de esta. Como una baja autoestima, tristeza, ansiedad o sensación de vacío. Esta sensación se convierte en el motor que activa la conducta adictiva, en este caso la compra, canalizando a través de esta el malestar y confundiendo la satisfacción que esta proporciona con bienestar.
Todo ello tiene lugar con un trasfondo de irrealidad: como ocurre con las demás adicciones esto se hace sin tener en cuenta las consecuencias, en este caso económicas. Y esto se manifiesta con el siguiente punto.
La desmesura o falta de realidad con las circunstancias es otro punto delator. Si la persona gasta lo que no tiene, sustrae dinero a otras personas o solicita préstamos, créditos y pagos aplazados de manera recurrente sin tener en cuenta las consecuencias a medio o largo plazo, podemos estar ante un caso de adicción u otra patología.
En este caso, que puede acabar con graves problemas económicos, como quiebra, deudas o cuentas en números rojos, es conveniente consultar a un especialista y ponerse en contacto con la entidad bancaria para tratar de reducir la cantidad de los créditos o solicitar que estos no se concedan.
Es cierto que, como explica la psicóloga Vilasánchez Muñoz, "los estímulos de las fiestas navideñas y el gran consumo asociado a las mismas, pueden intensificar este trastorno". E incluso enmascararlo como algo puntual o corriente por tratarse de una época de mayor consumismo. Igual ocurre con las rebajas, son momentos que favorecen una 'justificación' por parte del adicto al problema. Pero no será más que un pico de agitación.
Si estamos ante un verdadero caso de conducta de compra compulsiva lo habitual es que esta sea mantenida en el tiempo o recurrente en etapas en las que la persona padece mayor ansiedad o tristeza. Y ahí es donde conviene agudizar el ojo.
Por aquello de evitar la justificación y como ocurre con otras tantas adicciones, la persona trata de mantenerla en secreto. En tiempos de compra online esto se traduce por esconder o desviar la llegada de paquetes a puntos donde la persona no se sienta vigilada, crear cuentas corrientes paralelas o, en definitiva, eliminar las pistas que hablen de su consumo.
Como reflejo de la compra compulsiva, esas sensación de bienestar que se dispara en el momento de pasar la tarjeta o hacer clic, la tendencia es a crear un efecto rebote tan inmediato y efímero como el propio placer que se obtiene del gesto de compra.
Esta compra compulsiva se manifiesta en lo material con la adquisición de objetos y productos poco útiles, que ya se tienen o algo desmesurados. Echar un vistazo a un armario en el que abundan las etiqueta aún puesta o a una pila de objetos costosos y apenas usados puede hacer saltar la alarma.
Si se sospecha del problema o no se quiere caer en la conducta, la psicóloga María Consuelo Vilasánchez ofrece tres claves a la hora de afrontar la compra presencial.
La primera: dejar la tarjeta en casa y tirar de efectivo, sin llevar mucho dinero encima. En segundo lugar, hacer una lista de compra de cosas necesarias o que se buscan antes de salir -y no saltársela, claro-. La tercera: "Iniciar o desarrollar otras actividades que puedan proporcionar placer o sensación de bienestar, entre ellas puede ser escuchar música o leer".