El 22 de diciembre de cada año es cuando realmente empieza la Navidad para los españoles. Es el día que Loterías y Apuestas del Estado celebra el Sorteo Extraordinario del Gordo de Navidad. Desde bien temprano todas las radios y televisiones del país graban ese bombo lleno de bolitas y esperanzas.
Muchas personas que nunca participan en juegos de azar se vuelcan en comprar décimos y participaciones. En Uppers nos preguntamos cuál es el motivo, por qué nos gastamos más dinero en la Lotería de Navidad que en otros premios que dan más dinero.
“En gran medida, la Navidad supone para la sociedad un tiempo de esperanza y de ilusión que se traduce en esa conducta de compra”, explica Valentín Martínez-Otero, miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y profesor de la Facultad de Educación de la UCM.
Añade que “con el tránsito de un año a otro, llegan los deseos de cambio y de mejora, se hacen muchos planes para el nuevo ejercicio y se deposita en la compra de Lotería la esperanza de llevarlos a cabo por la posible entrada de un dinero extra”. También, “nos invade el deseo de compartir y de repartir la suerte; compramos décimos para regalar participaciones a nuestros seres queridos”, asegura Valentín Martínez-Otero.
Algunos expertos en psicología puntualizan que principalmente nos abruma la presión social. Somos seres sociales por naturaleza y para sobrevivir hemos desarrollado un comportamiento de competitividad, pero también de cooperación. Por una parte, esta manía por competir y compararnos con los demás nos empuja a gastar sin pensar.
Ponte en situación, porque la llevas viviendo año tras año: desayunas cada día en la misma cafetería frente a tu oficina. De repente cuelgan el cartel de “Hay Lotería de Navidad”. Tus compañeros de trabajo ni se lo piensan y compran un décimo de 20 euros. Tu cabeza, que no para ni un segundo, te ordena que compres inmediatamente, no vaya a ser que toque a todos menos a ti por tacaño. Nos invade una horrible envidia futura de imaginarles con la cartera llena y sin preocupaciones económicas. Este es el primer asalto de la competición.
También se da el caso de colegas que te sugieren comprar a medias un décimo. Es cuando empiezas a cooperar. Pero también a compartir. Te encantaría que a tu alrededor la suerte cambiara para siempre: liquidar deudas, pagar la hipoteca, comprar el coche, reformar la cocina, viajar lejos… en décimas de segundo te acechan millones de cosas que tú y tus allegados podríais hacer con el dinero del premio.
Al final, el 21 de diciembre por la noche te envuelve una extraña sensación. Por una parte, te has tomado tu tiempo para recopilar todas las papeletas, participaciones y décimos. Has hecho las últimas llamadas a familiares y amigos para compartir números con los que dejáis volar la imaginación y os deseáis suerte.
Por otra parte, llega el momento de sumar lo gastado. Muchas veces es mejor no hacerlo e irte a la cama sin pensar, porque las cantidades invertidas abruman. Otras veces, cuando un cuñado te aclara que hace mucho que no compra Lotería de Navidad y que por eso no tiene ningún número para cambiarte… aparecen sentimientos y emociones enfrentadas. Piensas que es poco navideño, pero también le envidias; claramente su posición es la más inteligente, no ha arriesgado su dinero como tú, pero ¿ha perdido la esperanza y la ilusión?
Es lógico que la participación en masa en la Lotería de la Navidad esté tan arraigada en nuestro país. Incluso compramos décimos allí donde veraneamos para ampliar el abanico de posibilidades. La primera vez que se celebró fue en 1812 y se ha repetido sin interrupciones desde entonces. Franco prohibió por ley el juego que se legalizó después en 1977, pero el sorteo del Gordo nunca falló.
En realidad, los que juegan a la Lotería de Navidad probablemente lo hacen más por tradición y por mantener esa alegría que se expande con los Villancicos.
El gasto de cada persona para participar en el Sorteo Extraordinario del Gordo se ha ido incrementando cada año según Loterías y Apuestas del Estado, menos en 2020 con la pandemia que se redujo un tanto. Desde 2014, con un gasto medio por persona de 61,56 euros, la inversión ha crecido hasta los 67,56 euros en 2018 y 68,48 euros en 2019. En el sorteo del año pasado hubo un pequeño retroceso de la participación con 65,66 euros de media por persona.
Suponemos que este ejercicio habrá una mayor inversión porque seguimos siendo una sociedad con esperanza y que pone toda su ilusión en resolver los problemas con el dinero de la Lotería. Empezamos el año 2021 con las abrumadoras nevadas y el temporal Filomena y ahora estamos en vilo ante la impresionante erupción volcánica en La Palma.
Con el Gordo del 22 de diciembre se premia la serie con cuatro millones de euros, es decir, con 400.000 euros para cada décimo ganador. Un pico para tapar muchos agujeros, ayudar y emprender nuevos proyectos.