No podemos negar que a muchos nos gustaría ser millonarios, pero la verdad es que, ni siquiera pensamos cuánto dinero deberíamos ganar o acumular para ser considerados ricos o millonarios. Y la mayoría de las veces no lo pensamos porque nuestro inconsciente nos dice que nunca llegaremos a tener una gran fortuna.
¿Cuánto dinero debo acumular o ganar?, ¿si tengo un millón de euros sumando todas mis propiedades y activos ya soy millonario?, ¿si producto de mis negocios obtengo 100.000 euros al año, ya soy millonario?, ¿pero qué pasa, si de esos 100.000 euros me gasto 90 000?
Tener algunos hábitos o prácticas de consumo puede dar un indicio de que una persona es rica, pero esto no lo hace un hecho, pues para los banqueros sí hay ciertas características que demuestran que alguien realmente lo es.
Lo cierto es que hay personas que suman en sus arcas enormes cantidades de dinero. Los últimos sondeos indican que Jeff Bezos, el dueño de Amazon, es el personaje con más fortuna sobre el planeta y su riqueza asciende a los 177.000 millones de dólares. Pero ¿qué otros personajes tiene fortunas gigantescas? Pues aquí entran personajes como Bernard Arnault (dueño de LVMH), Bill Gates (Microsoft) o Mark Zuckeberg (Facebook).
En Silicon Valley con un salario anual de 160.000 dólares, seis veces más que el sueldo medio de España, es difícil, incluso, criar una familia. Pero sí hay una línea que separa a alguien verdaderamente rico de un burgués cualquiera: el montante a partir del cual la banca privada te considera un buen cliente.
Y, como explica Suzanne Woooley en Bloomberg, hay una cifra que abre (casi) todas las puertas: un patrimonio invertible a partir de los 25 millones de dólares. Solo entonces, asegura, empiezas a ser rico. “Para la mayor parte del planeta, 25 millones de dólares representan una riqueza incomprensible”, apunta Wooley. “Para los banqueros privados de la élite, es la cifra a partir de la cual comienzan sus servicios más básicos”.
Ser millonario ya no significa nada: para estar en la élite hay que ser multimillonario. No es que la banca privada no trabaje con patrimonios de “solo” unos pocos millones, pero como explica a Bloomberg Brent Beardsley, que lidera el Boston Gonsulting Group, “para obtener el nivel más alto, las empresas han elevado el listón”.
Además, los banqueros privados le dan otros servicios a los clientes con alto nivel adquisitivo. En ese sentido, la idea básica es que los “ricos” necesitan o pueden acceder a ciertas clases de servicios que otro tipo de clientes no.
Es decir, una familia muy acaudalada puede requerir una mayor diversificación de sus inversiones, lo que se traduce más servicios por parte de sus asesores financieros y gestores de su riqueza. Estas personas pueden tener o necesitar ayuda con las múltiples divisas, así como la administración de yates y aviones, la compra de arte, entre otros.
Otra razón para establecer 25 millones dólares es porque estas personas se vuelven sujetos de inversiones muy exclusivas. Después de los cinco millones de dólares en inversiones, a las personas ricas se les hacen ofertas privadas de financiación, independientemente de las ofertas públicas en las que participen. De acuerdo con Bloomberg, este estándar monetario cambia con el tiempo, ya que por ejemplo, en 1994, los 3 millones de dólares eran considerados como la línea que definía el ser rico.
Y ¿qué hacen los ricos con tanto dinero? Sencillamente, ganar más dinero. A eso precisamente de dedican la banca privada especializada en gestionar grandes fortunas. Contar con activos invertibles de al menos 25 millones de dólares brinda acceso a ofertas públicas iniciales, y tener al menos 5 millones de dólares en inversiones permite participar en ofertas privadas. Pero, además, a partir de cierta cantidad se abren las puertas de un ambiente social al que muy pocas personas tienen acceso: cenas de gala, encuentros de filántropos y todo tipo de eventos que permiten a la clase pudiente hacer networking de alto copete.
Pero, si bien una fortuna de 25 millones de dólares abre muchas puertas no las abre todas. Abbot Downing, la marca de Wells Fargo para familias ultra ricas, trabaja con clientes que tienen al menos 50 millones de dólares en activos invertibles o 100 millones en valor neto. Su equivalente en US Bank, Ascent Private Capital Management, empieza a trabajar a partir de un valor neto de 75 millones de dólares. Estas empresas no solo gestionan la cartera de inversiones, ofrecen a las familias estrategias para gestionar su patrimonio a lo largo del tiempo, establecer misiones filantrópicas y crear una “cultura de familia". Curiosamente, estas firmas emplean a historiadores que se encargan de poner negro sobre blanco el legado familiar y transmitirlo a los descendientes.