Gastos hormiga: ¿qué son y cómo cambian nuestros hábitos de consumo por la inflación?

Llegados a este punto en casa hay que sentarse para repasar la lista de gastos mensuales prescindibles, aquellos que los expertos en finanzas personales llaman amistosamente gastos hormiga. En Uppers vamos a describir qué son los gastos hormiga, que porcentajes alcanzan sin que uno sea consciente y cómo evitarlos.

En principio, ya se ha tenido que hacer el esfuerzo de controlar y reducir los gastos fijos como la hipoteca o el alquiler, los suministros básicos de agua o luz, la comunidad, los seguros, etcétera. Con las cifras de inflación actuales y la subida acelerada de absolutamente todos los precios, en cada hogar se ha desequilibrado la balanza entre los niveles de ingresos y los de gastos.

Incluso, se ha dejado de ahorrar o ha sido obligatorio acudir a esos ahorros para llegar a fin de mes. En definitiva, los ahorros también están para estos baches. Como dato, tal como reflejan los últimos datos publicados por la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), España es el segundo país europeo, después de Austria, donde más cayó la tasa de ahorro en los tres primeros meses de 2022 con un 2,1% con respecto al trimestre anterior.

Los expertos en finanzas personales aconsejan que habría que seguir ahorrando, ya que ese dinero guardado es una protección contra gastos inesperados y ayudan a construir un futuro financiero más seguro. También hay que equilibrar el balance presupuestario en casa. Tras dejar zanjado lo que se refiere al gasto fijo, el siguiente paso es revisar los gastos hormiga, esos que surgen cada día y que parecen mínimos, pero que cuando se suman al final de mes hacen reflexionar.

Qué son los gastos hormiga

El lunes, el martes, el miércoles… se van gastando ciertas cantidades pequeñas en comprar cosas, consumir o contratar servicios que en realidad son innecesarios. Por sí solas no significan nada. El problema está cuando se agrupan. A veces, adquieren tal magnitud que llegan a afectar al saldo del banco para afrontar hasta los gastos fijos. Hacer una lista con todos los gastos hormiga es fácil; basta repasar la rutina de los días laborales y de los de descanso.

Coger el autobús, tomar café antes de entrar a trabajar, el refresco de media mañana, comer en la cafetería, la barrita por la tarde para despejarse, la merienda en la chocolatería los sábados, los churros de los domingos, pequeños lujos para comer los días de fiesta, compras impulsivas en el supermercado, pasar por la tienda de ropa del barrio todas las semanas… Los expertos cifran el conjunto en una media que empieza en los 150 euros y puede alcanzar los 300 euros.

En realidad, cabe pensar que uno se merece todo eso y más, aunque sean tipo hormiga. Tampoco es justo pasarse el día de casa al trabajo y del trabajo a casa. No obstante, hay épocas en las que toca “sacrificar caprichos” para ahorrar y tener la tranquilidad de llegar a final de mes sin agobios.

Cómo limitar los gastos hormiga

Hay tres estrategias para limitar al máximo los gastos hormiga:

  1. Autoimponerse una disciplina férrea y eliminar todos los gastos hormiga automáticamente: ir andando o en bicicleta si es viable en vez de contratar un transporte con conductor, coger el autobús o el coche; desayunar en casa y ahorrarse el café en la calle; comer de túper en la oficina y no bajar al bar; ir a la compra con una lista preparada después de haber planificado el menú semanal; cancelar las suscripciones a los servicios de televisión de pago que menos se utilizan…
  2. Eliminar esos gastos hormiga con una filosofía positiva y ecológica: animar a los compañeros a dar un paseo por la calle durante el descanso para el café; hacer un concurso de menús de túper; buscar alternativas y el reaprovechamiento de productos para evitar las compras online, sobre todo las impulsivas; no adquirir ropa nueva hasta que realmente sea necesario, entre otras muchas iniciativas.
  3. Asignar un presupuesto a los gastos hormiga y no sobrepasarlo nunca: de este modo, seguiremos disfrutando de esos gastos innecesarios porque resultan un placer cotidiano personal.