Las últimas semanas han sido complicadas para el papa Francisco, de 86 años, que permaneció unos días ingresado en el hospital Gemelli de Roma por una bronquitis. “Todavía estoy vivo, no he tenido miedo”, aseguraba el pontífice al salir del hospital con una sonrisa. Pese a su estado de salud, el papa está intentando acudir a todos los actos posibles de la Semana Santa, las jornadas más importantes para los católicos. Todo se junta con el estreno de ‘Amén. Francisco responde’, el documental en el que el papa Francisco charla con gente de otras edades y creencias sobre diferentes aspectos de actualidad y también de su labor en el Vaticano.
El aborto, la inmigración, los abusos a menores, el colectivo LGBTIQ+ o el feminismo han sido varios de los temas que el papa Francisco ha tratado con los jóvenes a lo largo del metraje, pero también algunas cuestiones que se centran en él mismo, como el uso de la tecnología, apuntando no tiene teléfono y que lo que se publica en sus redes sociales lo hacen sus secretarios. No obstante, sí le gusta estar informado y al tanto de lo que ocurre en el mundo.
Además, también ha sido preguntado por una de las cuestiones que más dudas suscita: si tiene un sueldo por ejercer como papa, a lo que el pontífice contesta que no. Y es real, el papa Francisco no tiene un salario por sus labores en la Iglesia Católica. Sin embargo, sí tiene el poder de administrar el dinero del Vaticano, una fortuna que se sitúa entre los 10 y los 15 millones de dólares.
No todo es dinero, ya que hay que tener en cuenta que gran parte de la riqueza de la ciudad se encuentra en los monumentos, viviendas y tesoros históricos de un gran valor. Cuando llegó al papado, las arcas tenían un gran déficit que en la actualidad se mantiene, pero que el pontífice ha logrado reducir durante su mandato.
También ha hablado sobre cómo mucha gente se está alejando de la Iglesia, confesando que sí que cree que la institución “se oxida y pierde credibilidad porque le falta el coraje para salir a las periferias y eso hace que se pierda la noción de la realidad”.
Sobre ello, expone que “la verdad de la Iglesia está en las periferias, en el centro ha gente buena, santa, pero también hay mucha corrupción. Hay mucho daño en la institución eclesiástica y abuso de poder”.