El ex obispo de Solsona, Xavier Novell, ha sucumbido a los encantos del demonio a causa de una pasión que le ha hecho colgar los hábitos. Eso dicen, entre bromas y preocupación, los corrillos oficiosos de su comunidad. Vano ha sido su esfuerzo de burlar su presencia en otras criaturas. Su apasionante crónica de sacerdote enamorado que deja los hábitos está copando titulares en los medios de comunicación. Y los seculares miramos el asunto entre asombrados y curiosos: ¿Se siguen haciendo estas cosas que suenen a Edad Media en el 2021? Parece ser que sí. Novell era él mismo exorcista titular desde 2015 y hace dos años fue advertido de que había sido poseído. Los sacerdotes más cercanos a él sospechan que su amante, experta en satanismo, podría haberle sometido a un embrujo. El Papa Francisco le pidió que se sometiera al rito exorcista. Él se negó.
La sociedad sigue atónita esta historia. ¿Se practican exorcismos en España? ¿Quién exorciza? ¿En qué consisten exactamente? ¿Puede el diablo enamorarse de nosotros? Según un estudio publicado por el sacerdote Antonio Doñoro en 2011, 18 de las 69 diócesis españolas tiene al menos un exorcista. En Italia más de medio millón de personas cada año piden ser exorcizadas al creer estar poseídas por un demonio, pero, según reconoció el Papa Francisco, realmente solo el 2% de ellos lo están realmente. El resto podría tratarse de algún trastorno mental. El Vaticano imparte cursos que cuestan entre 420 y 720 euros para aprender a alejar a Lucifer de las almas.
Es, por tanto, una práctica real y para hablar de todo ello entrevistamos al sacerdote Manuel Acuña, arzobispo argentino, demonólogo (existe la palabra) y fundador de la Escuela de Exorcistas de Europa, en Orihuela (Alicante). Ha practicado más de 1.200 exorcismos y es autor de varios libros. Le insistimos, sobre todo, cómo es posible que esto siga vigente en pleno siglo XXI y reitera su respuesta: "El demonio está más presente que nunca en nuestra sociedad. Y su gran éxito es hacernos creer que no existe".
¿Qué opinión le merece el caso del ex obispo de Solsona?
Me da mucha pena que sea un exorcista porque su conducta devalúa nuestra labor. En la Iglesia católica el celibato sacerdotal ha causado muchos desequilibrios y este hombre está completamente distante de los valores y principios de un obispo. Podemos hablar de una subyugación demoníaca. Es decir, una seducción demoníaca, no de la mujer. Podría haberla causado igualmente un amigo. Esa subyugación demoníaca permite que el diablo entre a través de la mente, que es su campo de batalla. Vemos a un hombre abandonar sus principios y valores para reunirse con una mujer que parece distante de lo que significaría la vida eclesial que él llevó hasta ahora. ¿Si él puede estar poseso? No se puede decir por una acción nada más, pero sí hay que decir que el exorcista debe rezar mucho y llevar una vida particular si no quiere ser invadido o sugestionado por el diablo.
¿Se puede entablar una relación de amor con el diablo?
El demonio no puede amar porque el amor es de Dios, pero como es el padre de la mentira, puede disimular y disfrazarse y hacer que la persona se enamore de él. Es curioso que nadie presenta el satanismo como algo malo. Los satanistas lo presentan como una opción cultural que hay que respetar, pero es mentira. Los pactos satánicos son una forma de relación entre algunas personas como si fuera una forma de amor entregándole el amor al diablo. La posesión por pacto genera una subyugación mental y la persona comienza a complacerse en el mal, a adherirse a las categorías de Satanás y solo puede ser rota por un exorcismo, si la persona se arrepiente, claro está.
¿Qué significado tiene el exorcismo en el siglo XXI?
Tiene importancia sobre todo en el siglo XXI. Es un tiempo en el que se ha devaluado el fundamento del bien y del mal, lo espiritual y lo sagrado. Y no digo religioso. Donde Dios queda alejado de la vida personal, familiar y social se desdibuja el mal. La verdad deja de ser un valor absoluto y las cuestiones de moda empiezan a simular ser el bien. En el siglo XXI debemos considerar al bien sobre todas las cosas, que es Dios, enfrentado a aquel que se rebeló, un ángel caído. No es una idea, no es un concepto, no es una entelequia. Es una inteligencia que busca generar en el hombre el mal.
¿Debemos creer que existe el diablo, más allá del simbolismo?
El padre Gabriel Amos decía que el diablo ha alcanzado en este tiempo una gran victoria y es hacernos creer que no existe. La utilidad del exorcismo es fundamental cuando en todas las edades y todas las clases sociales las personas caen víctimas de la hechicería, la brujería y los juegos oscuros o satánicos, como la ouija y otras prácticas que abren portales espirituales. Nos encontramos con medios que ofrecen el acceso al ocultismo y le hacen un gran marketing a Lucifer, a la brujería. Hablo de series como ‘Sabrina’. Ese marketing no es ingenuo.
¿Es fácil distinguirle?
El demonio está actuando en el mundo de dos maneras. Inconscientemente, en aquellos que desprecian la ley, las normas o al prójimo. Es un desafío a lo dispuesto como bien absoluto en la relación personal, familiar y social. Conscientemente, a través de la alianza con otras personas con las que se organiza para ritualizar al diablo.
¿En qué consiste la liturgia de expulsión del demonio?
La liturgia no comienza cuando el exorcista está practicando el ritual. En mi caso particular, la noche anterior, sobre todo si va a ser un exorcismo con una potencia espiritual con mucho poder y voy a tener una mala noche o pesadillas que me desgastan. El diablo empieza, tramposo, a tratar de debilitar al exorcista. El ritual consiste en la invocación a ángeles y santos por medio de letanías. Enseguida aparecen por acciones deprecativas (súplicas), que son conjuros contra el diablo que está allí presente. A esto le sigue una bendición o varias. Durante el exorcismo hay que ver hasta dónde está el diablo tomando legalidad sobre la vida de la persona. A veces hay que repetir. Ningún exorcismo es igual a otro.
¿De qué herramientas dispone?
Hay que ayudar a la persona a rezar. En el ritual se usa agua bendita, sal exorcizada y aceite. También el crucifijo que se ha de exponer con una oración especial sobre la frente o sobre el pecho del agobiado. Hay que distinguir el exorcismo que se hace sobre un poseso del demonio o sobre alguien poseído sobre un espíritu de muerto enviado por la brujería. También existen exorcismos sobre las casas que se practican con un ritual muy antigua para liberar los hogares atormentados u objetos que han llegado a la vida de la familia como regalo. Hay otras brujerías, como las causadas a través de comida, bebida o por algún conjuro o hechicería que consiguieron una presencia maligna en esa persona.
¿Cómo decide una persona que necesita un exorcismo?
Por ejemplo, después de haber ido al médico y no obtener ninguna respuesta satisfactoria a su agobio físico. Yo trabajo con psicólogos y psiquiatras que derivan a los pacientes para el exorcismo porque no tienen un problema psicológico sino un agobio, infestación en el hogar o posesión. Cada día más, los especialistas en salud mental entienden la dimensión espiritual e incluso acompañan después. Hay muchas señales de posesión u opresión: pesadillas recurrentes, presencias de sombra, despertar con sensación de alguien que está ahí, el desamor personal o la piel grisácea.
El papa Francisco alienta la formación de exorcistas ante "el avance de la maldad". ¿Cómo valora si se trata de una enfermedad mental?
La persona que sufre una posesión demoníaca sabe que está sufriendo actitudes o pensamientos que no son suyos, que no le corresponden. Se siente acompañado y observado. Es una opresión que viene de fuera. En el enfermo psiquiátrico, llega de dentro.