Con la llegada del otoño y el invierno llega el encendido de las calefacciones en los lugares más fríos, más aún ahora que pasamos más tiempo en casa que antes y si teletrabajas te gustará hacerlo con buen ambiente sin pasar demasiado frío. Por eso la calefacción ha cobrado aún más importancia, aunque puede que otros mecanismos alternativos sean desconocidos para ti y pueden ser bastante eficientes económica y energéticamente. Estos son los acumuladores de calor, un aparato que te adelantamos que va a llamar, y mucho, tu atención.
Los acumuladores de calor consiguen transformar la energía eléctrica en calor, de forma que su principal funcionamiento se produce en las noches o en aquellos momentos en los que las tarifas son más reducidas, momentos que este aparato aprovecha para almacenar en su interior el calor para luego descargarlo durante el día de forma progresiva. De esta manera consigues no solo un ahorro económico, también energético.
Su aspecto puede confundirte un poco, ya que los acumuladores de calor son prácticamente idénticos a los radiadores normales, pero contienen algunos elementos distintivos que les diferencian y les permiten realizar sus funciones de almacenaje y posterior expulsión gradual del calor. Por una parte están los acumuladores, unos ladrillos refractarios que recogen el calor y pueden alcanzar los 800 grados. Luego están las resistencias eléctricas que son las que permiten que el acumulador pueda calentarse, mientras que el aislamiento térmico impide que el calor se pierda tanto en el momento de carga como en el de expulsión.
Por su parte también hay un limitador que permite controlar la temperatura que emite el acumulador y el ambiente que crea, haciendo las funciones de un termostato. El último de los elementos clave del acumulador es el sistema de seguridad ante cualquier fallo que pudiese ocurrir en el aparato, por lo que en caso de un error que lleve a unas altas temperaturas este sistema podría controlarlo o alertar de ello.
Ahora que conoces un poco su funcionamiento debes saber que existen dos tipos de acumuladores diferentes, por lo que puede que para tu hogar sea más eficaz uno u otro. Uno de los tipos es el estático, quizá el tipo de acumulador más sencillo al expulsar el calor de forma natural, siendo aconsejables para casas u oficinas constantemente habitadas porque aportan una temperatura adecuada durante todo el día.
En el otro lado de la balanza están los acumuladores dinámicos a los que se atribuye una eficacia mayor que los estáticos en parte gracias a su aislamiento térmico. El mecanismo de este acumulador hace que el calor se expulse por medio de una turbina que hace que no se pueda perder. Prácticamente todo el calor almacenado puede gestionarse a través de termostatos por ti mismo para regular la temperatura en las diferentes salas como prefieras.
Entre otros de sus beneficios, aunque no lo parezca, es que la instalación es bastante sencilla si lo hace un profesional sin que se requieran obras, además de no tener que realizar un gran mantenimiento más allá de limpieza. Eso sí, este sistema te va a traer un gran ahorro al beneficiarte de la discriminación horaria o tarifa nocturna, pero debes tener en cuenta que el desembolso inicial no es precisamente barato, aunque debes tener en cuenta las ventajas que te traerá su instalación.
También hay que tener en cuenta la vivienda, ya que la mayoría no requiere de obras, como mismo te hemos comentado, pero en aquellas casas más antiguas sí que podría que tenerse que hacer varias reformas para que la instalación se pueda hacer y sea efectiva.
Sin duda alguna los acumuladores de calor se han convertido en grandes alternativas para el control de la temperatura del hogar, de oficinas y otras estancias durante los meses más fríos, además del ahorro económico en la factura que te ofrece este mecanismo. Y si nos vamos a los más novedosos atento, porque algunos de los nuevos vienen con control remoto por Wi-Fi o un reloj programador. ¿Ya te has decidido a instalarlo?