No nos quitamos de la cabeza aquella moneda de oro de 100 pesetas que la casa numismática Cayón adjudicó el año pasado por 164.000 euros en Madrid. Acuñada durante el reinado de Amadeo I de Saboya, la pieza formaba parte de un conjunto de 513 lotes, 400 de ellos monedas de ocho escudos cuyos precios alcanzan hoy los 40.000 euros. Nuestras ansias aumentan cuanto más se acerca ese 31 de diciembre de 2020, día en el que el Banco de España dejará de cambiar la calderilla en pesetas que aún tenemos los españoles por euros, la moneda actual. No es ninguna minucia. Entre todos sumamos más de 268.380 millones de pesetas. Es decir, 1.613 millones de euros (dato de agosto de 2019) según este organismo. Si se nos pasa la fecha, siempre podremos revisar monedas y billetes de euros que ya han adquirido esa condición de raros y se han revalorizado.
¿Qué posibilidades hay de encontrar en viejos bolsillos, desvanes o botes de cocina algo de valor? “Tropezar con una peseta que cotice tan alto es tan extraño como heredar una casa y encontrar en ella una pintura de Velázquez”, nos adelanta Javier García-Esquinas, comerciante filatélico y socio de la Asociación Nacional de Empresarios de Filatelia y Numismática (Anfil). Antes de que expire el plazo del Banco de España, hemos hablado con él para que nos asesore sobre el mejor modo de sacar partido a nuestras monedas.
Nos cuenta que el elevado precio de la moneda de Amadeo I de Saboya se debió, sobre todo a su rareza. Se acuñaron unas doce monedas para obsequiar a personalidades destacadas de la época, aunque hoy en día no existen más de ocho. “Además, salvo unos pequeños rayones, estaba en buen estado de conservación y se trata de uno de los primeros ejemplares de este tipo de peseta”. En general, las acuñaciones en oro amarillo son muy apreciadas por los coleccionistas. Mientras García-Esquinas nos relata estos episodios, rebuscamos entre nuestra calderilla por si alguna de nuestras viejas monedas tuviese alguna singularidad que le permitiese estar en el centro de mira de algún coleccionista.
Llaman la atención las del agujero. En España, el valor de una de 50 céntimos de peseta fabricada en 1951, con motivo de la II Exposición Nacional de Numismática, puede rondar los 500 euros. Lleva grabado en ella el E-51 y se emitió con una tirada muy escasa. Hubo un tiempo en el que los muertos eran enterrados con una moneda perforada que quedaba sujeta al cuello para que sus almas pudiesen pagar el pase a su morada a través del barco comandado por Caronte que cruzaba el río Aqueronte. De lo contrario, según la mitología griega, el alma vagaba al menos cien años por la orilla. Fue una costumbre que persistió al menos hasta la Edad Media, pero desde entonces la moneda con agujero ha gozado de un significado simbólico o un mensaje del pasado, lo que la convierte en un objeto trascendente muy cotizado.
Sería también una fortuna dar con una peseta de 1947, la primera moneda con la efigie de Franco, diseñada por el escultor Mariano Benlliure. Conocida popularmente como la rubia, podríamos pedir por ella 1.400 euros. O 1.700 euros si fuese una de 2,5 pesetas de 1953, siempre que esté en buen estado de conservación. “Tienen que ser monedas muy excepcionales para que algún coleccionista se interese por la peseta y estas normalmente no están en nuestros hogares”, insiste este experto.
Excepcional, según nos dice, es el popular duro con reverso del Mundial del 82, una de las piezas más deseadas de la numismática contemporánea. Se fabricaron en 1980 con el motivo del Mundial de Fútbol de 1982 en el reverso. Sin embargo, en algunas de ellas aparece por equivocación el troquel de 1975. Tal error hace que hoy se pague por cada una hasta 400 euros.
El 19 de octubre la peseta cumplió 151 años de vida. En 1868 el Ministerio de Hacienda del Gobierno Provisional la estableció como unidad del nuevo sistema monetario, basado en el sistema métrico decimal, sustituyendo a los reales y escudos. Estuvo entre nosotros durante 134 años, hasta 2002, años en el que España se sumó al euro. Hoy sigue dando que hablar en los foros, buscadores de monedas y páginas de internet donde los coleccionistas, inversores e historiadores asignan el valor a sus monedas y realizan intercambios y operaciones de compra y venta entre ellos.
Una moneda de 5 pesetas en plata de Amadeo I, de 1871, se puede comprar por 150 euros; otra de Alfonso XII, de 1885, se vende por 100 euros. Y por 10 euros, puede ser nuestro un billete de 1.000 pesetas de José Echegaray, de 1971. Dos pesetas de plata de Alfonso XIII, de 1891, te pueden salir por 700 euros. Una moneda de 5 pesetas de1870 con la alegoría de España reposando un brazo sobre Gibraltar en su anverso y el escudo de España en el reverso. La tirada fue de 100 ejemplares y hoy alcanzan un valor de 331,50 euros cada una. En eBay, una moneda de 5 pesetas, de Franco, del año 1957, por 550 euros. El precio de esta moneda de cobre y níquel oscila entre 0,03 y 800 euros, según el estado de conservación.
Una de las más solicitadas es la de 5 pesetas de 1949, conocido como duro. Fue acuñada hasta 1952 y hoy pueden costar entre 12.000 y 20.000 euros, dependiendo de su estado de conservación. En una subasta celebrada en 2014 en el hotel Ritz, el lote estrella fue uno correspondiente a las 5 pesetas de Franco 1949 *19-52, Cy17840, con punto de ajuste de acuñación en busto, SC-, rarísima. Fue vendida en 36.000 euros, tras una reñida puja.
Aunque sea como buscar una aguja en un pajar, siempre se puede confiar en un golpe de suerte. La única opción de saber si tenemos algo valioso entre las manos será visitar una tienda de coleccionista o un anticuario que determine su valor o entrar en alguna página web de venta o subasta.
Si no tenemos ninguna que merezca una fortuna, queda el recurso de llevar nuestras pesetas al Banco de España y al menos quedarnos con su traducción a euros. Ojo, como decíamos al principio, esta opción termina el 31 de diciembre de 2020.