"La pandemia me dejó sin trabajo. Mi edad y el sistema decían que yo iba a dejar de trabajar, pero sorprendí a todos saliendo adelante". Con estas palabras, José María Sánchez Morente compartió en su cuenta de Linkedin un testimonio agridulce. Su franqueza y el impacto de su mensaje en esta red social, con miles de lecturas, nos llevó a contactar con él y conocer de primera mano qué está ocurriendo.
Enseguida nos confirmó nuestra primera sospecha: su periplo es el mismo que el de la gran mayoría de personas que se quedan sin trabajo alrededor de los 60 años. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, el desempleo en la poblaciónn nacida antes de 1968 llega al 11,7%. 562.000 personas mayores de 54 están en paro. La pandemia ha sido el último estacazo. Destruyó en España 622.600 empleos y la tasa de paro aumentó hasta el 16,13%. El sector hostelero, en el que ha trabajado José María durante casi toda su vida laboral, fue especialmente golpeado durante el año 2020, en términos de empleo, producción y reducción del tejido empresarial. Casi un tercio de los establecimientos echaron el cierre y unos 700.000 empleos se vieron afectados.
Ese año, 2020, su hotel fue uno de los que se vio obligado a cerrar. "Tenía 59 años y empecé a tocar a todas las puertas. Ninguna se abría. Es triste porque de repente te encuentras en el cajón de las cosas inservibles. Todo apuntaba a que yo me iba a rendir, a que mi vida laboral se había acabado. Sin embargo, esto solo me sirvió de gasolina para encender la llama. Me inventé mi propio trabajo y ahora soy consultor estratégico empresarial".
Hoy sí dice bien alto aquello de que en cada crisis hay una oportunidad y puede incluso que haya salido fortalecido, pero llegar hasta aquí ha sido muy duro. "El desempleo -explica- es penoso. No se trata solo de la parte económica. Impacta, sobre todo, en la salud emocional. Y cuando tienes tantos años de trabajo a la espalda, se vuelve un asunto mucho más personal y social. Por primera vez percibí que la edad te excluye del mercado laboral y que con 60 años las empresas ya ni te toman en cuenta".
Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Málaga, aunque su carrera se ha desarrollado en el mundo de la hostelería. Trabajó como director de expansión en el sur de España y ha participado en la puesta en marcha de varios hoteles, con todo lo que ello significa: estudio de viabilidad, personal, reformas, gestión financiera, peleas con las administraciones, viajes, trasiego, el móvil echando chispas y el cerebro haciendo guardia las 24 horas del día. "Después de esta vorágine -dice-, el silencio del teléfono es una de las sensaciones más descorazonadoras. Cuando suena –qué alegría, cuánto tiempo sin escuchar el tono-, resulta que es alguien que se equivocó o algo de publicidad".
La edad suele ir acompañada de una dilatada experiencia, pero en el caso de José María es mucho más que una suposición. En su currículum aparecen unas cincuenta aptitudes y herramientas profesionales. Desde capacidad de negociación y liderazgo de equipo a otras más técnicas, como análisis de ingresos o gestión de publicidad en internet, además de idiomas y otros conocimientos. ¿Esto no debería hacerle al menos candidato a trabajar? "Las empresas, en general, no buscan al candidato idóneo, al que destaque por sus cualidades o competencias. Se fijan, en primer lugar, en la edad y el resto se diluye si la sobrepasas", responde.
El edadismo laboral es un mal endémico en muchos países que puede salir muy caro. La Comisión Australiana de Derechos Humanos calcula que, contratando a un 5% más de personas de 55 años o más, se generarían 48.000 millones de dólares australianos (32.350 millones de euros). También desde el punto de vista social. A los 50, 60 o más años, cualquier ser humano necesita expectativas, objetivos, rutinas, una red social. Cuando la situación de desempleo se prolonga, el impacto en la salud puede ser muy negativo.
José María lo ha vivido en primera persona y también lo observa en su entorno: "Es difícil mantener el ánimo cuando llamas a todas las puertas y nadie responde. La sensación es de exclusión y desánimo y puede conducirte rápidamente a una depresión u otros problemas de salud mental. Yo no quería perder la ilusión, paralizarme pensando que quizás era demasiado mayor".
Es padre de dos hijos y gracias a ellos no se ha conformado con quedarse en el lamento. "Sabía que, mientras me sintiese con energía y capacidad, tenía que afrontar nuevos retos". Con su nuevo trabajo como consultor estratégico para empresas, está aplicando sus conocimientos a la resolución de problemas de personas que recurren a él para hacer crecer sus negocios.
Hace unas semanas, su hijo Guillermo publicó un post con motivo de su cumpleaños que le devolvió la vida por el apoyo que recibió. "Yo creía -cuenta sonriendo- que esta red no servía para nada, después de multitud de años en ella y no haber sacado ningún partido". Unos le escribieron simplemente para darle ánimo, otros para ofrecerle alguna salida laboral. Entre todos le devolvieron la confianza en sí mismo y revitalizaron sus ganas de vivir y de seguir haciendo cosas. "Ahora me siento acompañado y soy consciente de cuántas personas viven lo que he vivido yo".