Las claves de la longevidad ya no son misterio: actitud positiva, genética, ciencia, hábitos de vida, factores ambientales, avances médicos… Vamos camino de vivir hasta los 90 y 100 años y, de hecho, en España la población de centenarios se ha triplicado en las últimas dos décadas. Ahora bien, ¿hemos decidido qué vamos a hacer con este remanente de años? ¿La sociedad está lista para hospedarnos, asegurarnos buena calidad de vida y atendernos cuando haga falta? ¿Los mercados están respondiendo a ese magma que sacude la tierra, de momento con ligeros temblores? ¿O están esperando a que el volcán entre en erupción?
De los gurús del antienvejecimiento estamos pasando a los gurús de la economía plateada. Y son auténtica necesidad si de verdad vamos a vivir más años. Uno de ellos es Ana João Sepúlveda, presidenta de Age Friendly Portugal, referente mundial en la economía de longevidad. Sabe bien qué expectativas hay para ese sector de la población que, en solo unos años, será mayoritario y nos avanza que, tanto en España como en el resto de la Unión Europea, alrededor del 30% de las personas serán mayores. Y teme que ocurra como en 1991 cuando nació la primera página web y miles de profesionales escépticos se resistieron a confiar en el alcance que tendría.
Después de décadas de investigación y proyectos -como el impulso en 2012 de la plataforma Aging 2.0 -, tiene el firme convencimiento de que nos encontramos ante uno de los motores más potentes de la economía global con un perfil de consumidor muy atractivo, tanto por oportunidades de negocio como por número de personas a las que involucra.
Según un informe de la Comisión Europea, si se agruparan todos los mayores de 50 años de Europa en un solo país, este sería la tercera potencia económica del mundo. No hablamos solo del mercado sanitario y asistencial, sino de tecnología, entretenimiento, alternativas de formación y empleo, herramientas para la gestión de las finanzas, banca digital, moda o cosmética, entre otros muchos nichos relacionados con la longevidad.
¿Qué propones para que la economía aproveche esta oportunidad de crecimiento?
Los diferentes agentes económicos tienen que tomar consciencia de que el público sénior es el que hoy tiene disponibilidad para consumir. El impacto de ese consumo llega el al 24% del PIB de España. También las marcas tienen que ver en los mayores los principales consumidores e incluso prescriptores de hábitos de consumo en personas más jóvenes. Un niño aún no piensa en ello, pero los adultos jóvenes, que empiezan a ser conscientes de que vivirán muchos más años, querrán envejecer de una forma activa y saludable.
¿Deberíamos cambiar el concepto de persona mayor?
Las personas de más edad participan muy activamente en la sociedad, en la política, el voluntariado, la investigación y cualquier otro ámbito. Vivir más tiempo significa prolongar un proyecto de vida. Es absurdo pensar que el cerebro solo es capaz de aprender o asimilar lo nuevo hasta cierta edad. Las organizaciones que prescinden de sus mayores acaban dándose cuenta del error que cometen. Deberíamos escuchar a la gente mayor, conocer sus motivaciones y cómo desean vivir. Qué productos y servicios le harán sentir bien. Es, en definitiva, una gran oportunidad de crecimiento.
¿A quién compete?
Es una responsabilidad transversal que afecta, sobre todo, a los poderes económico y político. Necesitamos un cambio profundo. El ser humano nunca había vivido tanto y el escenario es nuevo.
¿Cómo nos beneficia como sociedad disponer de una economía bien planificada para la población sénior?
No existe alternativa. La sociedad tiene que cuidar de sus mayores porque es garantizar una sociedad para todos. Si va a ser el segmento más importante, en economía y en porcentaje, no cuidarlo nos lleva a una sociedad no estructurada e insostenible. No hay nada como tener una economía que integra a los mayores con seriedad y se dirige a ellos como segmento de consumo. El impacto de la economía plateada es una sociedad longeva positiva, feliz, sostenible y con visión de futuro. Lo contrario, el edadismo, es claramente una sociedad destinada a tener graves problemas estructurales.
¿Qué necesitan los mercados para confiar en la economía plateada?
Habrá que cambiar el discurso eliminando cualquier edadismo y también la costumbre de comparar y de resaltar en qué destacan los mayores o en qué los jóvenes. No tiene sentido valorar quiénes están más o menos capacitados para determinadas tareas. Lo ideal es tener equipos intergeneracionales porque cada generación aporta algo diferente. La comparación, en lugar de confianza, genera conflicto. Por último, habrá que analizar los puntos de estrés, los miedos e inseguridades. Los mercados necesitan conocer y aceptar a su público tal y como es. No vale eso de que los 60 de hoy son los 40 de ayer. Asumir la realidad significa adelantarse en términos económicos.
¿Qué sectores presentan mayores expectativas?
Algunos son conocidos, como el sector financiero, el turismo, la tecnología, la alimentación. Hay otros que van a emerger con fuerza y son muy interesantes. Por ejemplo, el negocio del legado -qué dejarán a las generaciones futuras- y también la industria de la espiritualidad y del conocimiento. La persona adulta sigue buscando quién es, dónde está y si hay algo más. Es un deseo natural y la espiritualidad es parte del ser humano. Hasta las culturas más primitivas tienen su componente espiritual.
¿Tu consultora 40+Lab está anticipando todos esos entornos?
Lo que hacemos es ayudar a los clientes a aprovechar al máximo las posibilidades en cuanto a productos, servicios o entornos adaptados para personas mayores de 40 años. Nos están pidiendo, sobre todo, conocimiento, estrategias para frenar el edadismo, buenas prácticas y acciones encaminadas a generar conciencia sobre la economía de la longevidad.