Yolanda Colomer, más de diez años en paro: "Necesito una oportunidad para demostrar lo que valgo. Me comería el mundo"

  • Más de dos millones de mujeres entre 45 y 65 años están en riesgo de exclusión

  • Las mujeres desempleadas de larga duración superan en un 26% a los hombres

  • En la última EPA bajó un 10% el desempleo en mujeres mayores de 55 años

Hemos hablado con dos mujeres que son el rostro de la desigualdad. Yolanda L (56) y Yolanda Colomer (59) luchan por encontrar un trabajo cada día. Llevan años haciéndolo, pero no pierden la esperanza. La entereza con que estas mujeres afrontan su situación debería ser la mejor carta de presentación para cualquier empresario que busque trabajadores. 

Yolanda Colomer, 59 años

A Yolanda Colomer le gusta la gente. Se le da bien tratar con personas. Modelo, promotora, relaciones públicas, representante comercial... la vida le iba bien, era feliz y ganaba su buen dinerito hasta que pasados los 40 todo cambió. Primero su madre y luego su padre cayeron enfermos de leucemia, y Yolanda lo dejo todo para cuidarlos. Después de aquello, su vida laboral se había difuminado. "Yo quería volver al trabajo comercial, pero ahora el trato con la gente ha cambiado mucho, va todo por internet, y se ha perdido el cara a cara", nos cuenta Yolanda. Desde entonces ha estado de trabajo precario en trabajo precario, limpiando casas o cuidando a personas mayores.

Dar visibilidad a casos como el de Yolanda es fundamental para conocer la realidad incierta a la que se enfrentan cada día los 2 millones de mujeres entre 45 y 65 años en riesgo de exclusión en nuestro país. Como ella, muchas mujeres encuentran grandes dificultades para abandonar la espiral de la exclusión, ya que están especialmente expuestas a la cronificación del desempleo. "La falta de recursos para mejorar su empleabilidad, así como la escasez de apoyos para poder afrontar una jornada compatible con las labores de cuidado, las relegan al paro de larga duración”, señala Begoña Bravo, responsable del Plan de Integración e Inclusión de la Fundación Adecco. Según recoge el informe Empleo Para Todas de esta entidad, “las mujeres desempleadas de larga duración superan en un 26% a los hombres en la misma situación”.

Dar la cara en estas circunstancias no es fácil, pero a Yolanda no le importa, quizá porque sea valiente, quizá porque no tiene nada que perder. Su situación es desesperada. No tiene derecho a ningún subsidio, y sobrevive con la pensión de su marido, de poco más de 800 euros. "Hay que pagar el alquiler que son 550 euros, el agua, la luz, el teléfono, la comida... No compramos ropa, el cine está fuera de nuestras posibilidades llevamos años sin salir de vacaciones, llegamos porque a veces nos ayuda un amigo, pero esto no es vida".

La pobreza también pasa factura a su vida conyugal. "A veces discutimos y hemos hablado incluso de dejarlo, porque cuando no hay dinero, todo son problemas. Siempre en casa, y en casa y en casa, sin poder salir ni hacer nada porque no se puede. Es muy duro, hay que pasar por ello".

Pese a ser un colectivo prioritario, su paso por los servicios públicos de empleo de Valencia no le han servido de nada. "No hacen nada, no me han llamado nunca en todos estos años, no hay persona que te oriente, nada. Mi experiencia con ellos ha sido muy mala", se queja Yolanda.  

Yolanda L, 56 años

Yolanda L, tiene más reparos en dar su apellido o dejar su imagen. Pero su testimonio contribuye a mostrar un problema urgente, vital, que no lo parece tanto para los responsables políticos de este país.

Trabajó durante 20 años en el mundo de la joyería hasta que se casó y se dedicó a criar a sus hijas. Aquello la desvinculó del mundo laboral, y después ya fue difícil reengancharse. Como en el mundo de la joyería no lo tenía fácil, se reinventó, y ha estudiado un grado de orientación social, pero tampoco encuentra trabajo. Está dando vueltas a la idea de ponerse a vender pisos, todo menos quedarse mano sobre mano.

Al igual que Yolanda Colomer, se queja amargamente de las pocas ayudas que recibe de los servicios de empleo: "He hecho cursos del Sepe que no valen para nada. La administración no te ayuda en absoluto, o te buscas tú la vida o no hay nada que hacer".

Cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana, dicen. Yolada L se acaba de divorciar, y sus hijas viven a hora con su padre, que le pasa una ayuda para poder ir tirando. Pero no se rinde. "Estoy orgullosa de haber criado a mis hijas, ahora ellas tienen sus carreras y ahora me toca a mí. Cada día me levanto y mi trabajo es buscar trabajo. La gente de 50 tenemos más ganas de trabajar que los jóvenes, y menos compromisos. A mí que me pongan a prueba un mes sin cobrar para que vean lo que valgo", dice con un deje de orgullo en la voz.

Está segura de sí misma, y no se deja vencer por la desesperanza. "¿Qué voy a hacer? ¿Empastillarme todo el día? ¿Morirme? Me queda mucho por delante. Los 50 hoy son los 30 o 40 de antes. Yo he llorado mucho, pero no sirve de nada. Yo creo que voy a encontrar trabajo, claro que sí. Igual que te viene lo malo te viene lo bueno. Hace un mes, antes de morir de cáncer una amiga me dijo "lo mío no tiene arreglo, lo tuyo, sí".

Datos para la esperanza

Algunos datos justifican en parte la esperanza de Yolanda. En la última Encuesta de Población Activa, EPA, el segmento de población de las mujeres mayores de 55 años recoge las mejores cifras entre las mujeres; para ellas, el paro baja en un 10%. Si en el último trimestre de 2021 había en España 308.800 mujeres de esta edad en el paro, en el mismo periodo de 2022 la cifra baja hasta 278.900. No es gran cosa, pero es algo a lo que agarrarse.

No obstante hacen falta poner en marcha muchas medidas para sacar de la desesperanza a cientos de miles de personas que viven en precariedad y la angustia permanente.

Según la Fundación Adecco, la cosa mejoraría si se realizaran las siguiente medidas:

  • Si las empresas realizaran procesos de selección que no caigan en el descarte automático de las desempleadas por su condición (edad, discapacidad, situación personal, etc.), garantizando que pueden llegar a una entrevista en igualdad de condiciones.
  • También sería necesario implementar en las empresas políticas concretas de responsabilidad social dirigidas a mujeres paradas de larga duración, así como procesos de formación continua y reciclaje profesional de los trabajadores, para que sigan siendo competitivos y no pierdan el empleo.  
  • Políticas activas de empleo con vocación hacia la colaboración público-privada, que permita ofrecer a las mujeres desempleadas una atención lo más individualizada posible, atendiendo a su edad, su situación personal y sus inquietudes y valores.
  • Programas de empleo para la activación de las desempleadas de larga duración, que les permitan reengancharse al mercado laboral, a través de empleos transitorios que posibiliten la adquisición de competencias estratégicas con la vista a la consecución de un empleo estable.
  • Incentivar su contratación mediante un dispositivo de contrato “primer empleo tras el paro de larga duración” que exima de parte de la carga fiscal a las empresas que incorporen trabajadoras que llevaban más de un año desempleadas.
  • Asociar los subsidios a programas de empleabilidad con el objetivo de que esas prestaciones no conlleven desincentivar la búsqueda de trabajo, sino que estén acompañadas de planes que amplíen las posibilidades laborales y la realización personal de las desempleadas. Destinar parte de esas prestaciones a la formación y a la obtención de certificados de profesionalidad.
  • Poner en marcha medidas e iniciativas que fomenten la apertura de los sectores tradicionalmente masculinizados, al mismo tiempo que se trabaja con las mujeres en una orientación laboral sin distinción de géneros. De este modo, aumentarán exponencialmente el número de puestos a los que pueden optar para dejar atrás el desempleo.

El desempleo de larga duración en mujeres no es nuevo, lleva años dejando un rastro de pobreza y desigualdad en toda España. Los distintos planes nacionales y políticas específicas no han surtido efecto, y es urgente abordar de manera eficaz esta situación, porque como nos ha contado Yolanda Colomer, está destruyendo a cientos de miles de personas que tienen ganas de demostrar lo mucho que pueden aportar a la sociedad.