Reinventarse a los 50 es posible. Que se lo digan a Juan Cabrillana, que lo hizo a los 54, sin tener ni idea de montar un negocio, con poco dinero, y tan solo una idea que solo a él le pareció buena: organizar viajes personalizados y acompañados para mayores de 80 años.
"Tras 27 años en la gestión financiera del Grupo Anaya estaba bastante aburrido y estresado. Yo tenía entonces 54 años y llevaba 27 años haciendo prácticamente lo mismo y no quería llegar a los 65 años estando delante de una pantalla 10 horas al día", nos cuenta Juan desde París, donde acompaña a una mujer de 93 años que debe llevar una silla de ruedas eléctrica por problemas de movilidad y a tres familiares de ésta que le han contratado.
Juan vive ahora su sueño, que comenzó de la manera más inesperada. "Cogí una excedencia para el cuidado de mi madre que tenía una demencia avanzada y estaba casi ciega con DMAE. Aproveché para pensar qué quería hacer con mi vida. Coincidió con el principio de la pandemia, así es que estuve un año en el resort para mayores donde ella vivía, y me di cuenta que la gente coge rutinas y no hacen nada nuevo. Allí surgió la idea de viajes para mayores más personalizados que los del Imserso, para mayores de 80 años, con alguna dependencia o demencia, o que no quieren ir solos por miedos o inseguridades y acompañados por mí".
Así empezó la idea de crear Viajes de la edad Tardía. "Yo no tenía ni idea de negocios. He creado una agencia de viajes, pero lo que hago son viajes personalizados según los gustos y preferencias de mis clientes. Planifico el viaje con ellos, viajamos de una a cuatro personas y les acompaño desde el primer día, desde que los recojo en su casa hasta que los dejo a la vuelta en la puerta de su casa. Es como si viajáramos en familia", cuenta Cabrillana.
La inversión inicial fue de 8.000 euros que se fueron en crear la página web, seguros y asesorías. "Empecé en diciembre de 2021. Invertí dinero en publicidad convencional, perdí bastante y no tuve retorno ninguno. A base de trabajo de posicionamiento web, con textos sobre viajes y entrevistas se me va conociendo".
Todo negocio tiene sus riesgos, pero Juan supo minimizarlos. "Yo cuando empecé esto tenía la hipoteca pagada, mis hijas habían terminado los estudios, mi mujer tenía trabajo, y podía reducir mis ingresos. Era algo que tenía que salir porque estoy seguro que hay mucha gente que necesita este tipo de servicio, pero no sabe que existe. Ahora si pones en Google viajes para mayores de 80 años, voy a salir yo, porque no hay nadie que haga este tipo de cosas".
Pero no ha sido fácil. "Me escribe mucha gente, pero muchos se echan para atrás generalmente por el precio, porque los viajes no son baratos. Me está costando encontrar la gente a la que yo me dirijo. Por ejemplo, un viaje por la ruta de las Camelias en Galicia, fueron 5 días y el coste era de 1.000 euros por persona, todo incluido y cuidando mucho los detalles como los alojamientos, las visitas o las comidas. No es muy caro, pero no todos pueden permitírselo".
Como buen empresario ha tenido que adaptar la idea de negocio a las circunstancias. "Me he encontrado con algo que no esperaba, tengo más clientes de América que españoles. Todos los clientes que tengo son personas que han viajado mucho a lo largo de su vida, y quieren seguir viajando cuando ya no pueden hacerlo por su cuenta. Mi planteamiento inicial era para personas españolas que han viajado poco porque no han podido, y ahora tienen oportunidad de hacerlo, pero me encontrado que mis clientes son gente que han viajado mucho. La gente que no ha viajado, parece que no se animan a viajar de más mayores", explica Juan.
Una vez tomada la decisión Juan decidió seguir adelante aunque al principio no salían muchos viajes. "Yo no tenía plan B. Ya había escuchado que el 90% de las empresas fracasan el primer año. Yo pensaba que la mía no va iba a fracasar porque no hay nada igual. Pero eso tiene un inconveniente, cuando algo no existe es porque o eres un genio y has descubierto algo que nadie había descubierto, o es que esto no tiene ningún futuro".
Pese al poco tiempo que lleva en marcha, la idea funciona. "Me va bien. El año pasado hice 6 viajes, este año tengo 6 cerrados y pienso hacer 12, y al año siguiente 15 viajes, que es mi objetivo para que el negocio será sostenible".
"Tengo 55 años, no es un proyecto a largo plazo, si tuviera 30 años lo diseñaría de otra manera, pero me lo he planteado como una forma diferente de vivir a mi modo, haciendo lo que me apetece hacer y disfrutando con lo que hago".
¿Merece la pena? "Nunca voy a ganar lo que ganaba en mi empresa. Pero estoy disfrutando mucho de la satisfacción de hacer lo que me apetece hacer, de estar a gusto conmigo mismo y tener un proyecto que no sé donde va a terminar. En mi anterior trabajo yo sabía lo que iba a pasar cada día, cada mes y cada año, ahora no sé qué puede pasar hoy, y menos dentro de dos años, y esa incertidumbre me motiva, es meter un poco de aventura en tu vida, yo decido qué hacer con mi tiempo. Si me quiero que ir la semana que viene con mi mujer de martes a sábado a hacer un viaje, lo puedo hacer. En mi anterior trabajo tenía unos horarios y me tenía que ir cuando se iba todo el mundo", explica.
¿Y animarías a todo el mundo a dar el paso y emprender un nuevo proyecto laboral y vital como has hecho tú? No es bueno animar a todo el mundo a que deje su trabajo y empiece un proyecto, porque muchos van a fracasar, pero la satisfacción de construir tu propio proyecto no es equiparable a nada. La satisfacción de ver crecer un proyecto personal y que los resultados son debidos a tu esfuerzo esa satisfacción nunca me la va a provocar trabajar por cuenta ajena". Concluye Juan Cabrillana.