Martina Bote o cómo volver a empezar a los 60: "He creado una consultora de recursos humanos"

  • "A partir de los 45 estás en la cuerda floja"

  • "Es una injusticia que la fecha de nacimiento te condene en tu mejor momento"

  • "Soy demasiado joven para jubilarme, y demasiado mayor para encontrar un puesto adecuado a mi perfil"

Martina siempre había estado al otro lado de la mesa. Despedir era parte de su trabajo, y procuraba hacerlo lo mejor posible. Era empática. Sabía cómo dar la noticia, cómo interpretar el lenguaje gestual de su interlocutor y actuar en consecuencia, cómo animar sin dar paños calientes, cómo mostrarse firme sin ser inflexible, e intentaba siempre dejar una puerta abierta a la esperanza.

Cuando el nuevo director general le llamó a su despacho pensó que sería para hablar de los proyectos en marcha. Al fin y al cabo Martina había recomendado poco antes su contratación. Pero sus palabras le pillaron tan de improviso que todos sus años de experiencia y aprendizaje no le sirvieron de nada. "Nos vemos en la obligación de prescindir de tus servicios y bla, bla, bla...". Boom. A los 57 años se quedó sin trabajo. "Aquello fue traumático, me dejó en shock. Primero no te lo crees, y luego tardas semanas o meses en asimilarlo, es como pasar un duelo, hace falta tiempo para digerirlo", recuerda Martina.

Una edad lapidaria

Se puede pensar que una profesional de los recursos humanos con 30 años de experiencia tiene más posibilidades de volver a colocarse, pero la edad parece ser una barrera infranqueable incluso para los expertos en encontrar trabajo. Ella sabía que tendría muy difícil que la volvieran a contratar. "Es una edad lapidaria. Con suerte puedes encontrar trabajo de menor cualificación, si tienes contactos. Es como si bajaras a la 3ª división de categoría laboral. Lo sé porque en mi trabajo recibía directrices directas de no contratar a mayores de 45 o 50 años. Por supuesto esto no está escrito en ninguna parte, supone una discriminación y es susceptible de ser denunciado, pero es un criterio que los clientes te imponen a la hora de seleccionar", reconoce Martina.

Y ahora qué

"Con 57 años me supe fuera del mercado. En este país a partir de los 45 años ya empiezas a estar en la cuerda floja. Son prejuicios, estereotipos falsos que están enraizados en nuestra sociedad. Eso no pasa en otros países. En Alemania las personas de 50 años son muy valoradas, también en Estados Unidos o en Inglaterra. Es en España donde pasa mucho esto".

Algo que desde su punto de vista es incomprensible. "Es algo que no tiene sentido. Es una injusticia que la fecha de nacimiento te condene cuando estás en el mejor momento. Te has liberado de muchas mochilas que te entretienen y quitan energía, y tenemos total disponibilidad: has adquirido experiencia, has hecho tu familia, tu casa... somos gente competente, experimentada y comprometida, y cuando ponemos nuestro compromiso en algún sitio, somos leales".

En el limbo

Pero aunque el discurso de que la edad es tu tesoro, y que los trabajadores veteranos son un valor de las empresas, en muchas ocasiones la realidad es muy diferente. Una vez fuera del mercado quedan muchos años de vida por delante. Martina pasó una temporada en el paro, pensando cómo reorientar su vida, y no fue fácil. Económicamente tuvo que ajustar gastos, pero el golpe la cogió con los hijos crecidos, el marido colocado y la hipoteca pagada así es que el trauma fue menor. "Yo tenía coche de empresa, tarjetas de crédito, teléfono... son cosas que no te das cuenta y que de golpe y porrazo desaparecen".

Pero en plenitud física y mental el reto es elegir otro camino en el que puedas encontrar tu sitio. "Para la gente de nivel directivo las opciones son pocas. Caemos en una especie de limbo, eres demasiado joven para jubilarte, y demasiado mayor para encontrar un puesto adecuado a tu perfil".

Siempre adelante

Martina tomó una decisión que cambió su vida a los 60 años, no dejarse llevar. "Después de pasar ese duelo necesario y hacer un reseteo, en el que me salieron un montón de canas y arrugas, decidí volver de nuevo. "O bien te subes a algún proyecto en marcha para temas puntuales, para cubrir una baja, por ejemplo, que dura unos meses y luego ya está, o te montas tu proyecto personal, que es lo que yo hice. Conocí el proyecto Savia de la Fundación Endesa y por primera vez pasé de ser coach a tener alguien que me orientara. Me sirvió de mucho, y decidí poner en marcha una consultoría de recursos humanos para pequeñas y medianas empresas. Llevo dos años y medio, y me va bien. No volvería atrás", afirma.

En esta nueva etapa Martina ha encontrado algo que le da satisfacción. Una de las labores que realiza es orientar a los desempleados veteranos en sus estrategias para volverse a colocar. "Mucha gente no sabe qué debe poner en el currículum y qué no para intentar pasar la criba y llegar a la entrevista, o qué tipo de curriculum es apropiado para según qué tipo de oferta. Yo les oriento y les acompaño en el proceso y se muestran muy agradecidos. Este es uno de los trabajos más interesantes que he hecho en mi vida. Ahora siento que lo que estoy haciendo sirve para algo", asegura Martina.  

Partido a partido

Pero el camino del emprendimiento no es algo vocacional en Martina, se ha hecho empresaria, como en tantas ocasiones, porque no tiene más remedio. "Yo no volvería atrás, ahora estoy contenta, pero voy día a día. Si me hicieran una oferta de trabajo por cuenta ajena, la estudiaría. No me metería en cualquier cosa, pero si la oferta es interesante la cogería" reconoce.