Sara de la Rica es catedrática de Economía en la Universidad del País Vasco, investigadora en importantes centros nacionales e internacionales y ha dirigido proyectos sobre la activación de las personas desempleadas para la Comisión Europea. Después de muchos años de trayectoria no tiene nada claro que estemos avanzando en el problema del desempleo en mayores de 50. Para demostrarlo, desde la Fundación Iseak que dirige han realizado un interesante experimento que demuestra que el edadismo en los procesos selectivos existe, "incluso entre las empresas que no se consideran edadistas", explica a Uppers.
La recientemente ganadora del Premio de Economía Emilio Ontiveros nos cuenta el experimento, y todo lo que se está haciendo mal y lo que se puede hacer bien para mejorar una situación que afecta en España a más de un millón de personas.
El desempleo en mayores de 50 es un serio problema personal, social y económico. ¿Le damos la importancia que merece?
Una vez que se pierde el trabajo más allá de los 45 sabemos que es muy, muy difícil recuperarlo. Los afectados están condenadas a sufrir una situación familiar terrible y a vivir una jubilación precaria. Dos de cada tres despedidos tras la crisis de 2008 eran cabezas de familias, y cuando se agotan las prestaciones viven una situación límite, no solo desde el punto de vista financiero, sino también emocional. Además hemos constatado que desde 2015 se ha recuperado con fuerza el empleo, pero los que más sufren siguen siendo los más mayores. Estos, que ahora están en torno a los 60, ya están buscando fórmulas para transitar a la jubilación, porque el mercado no ofrece oportunidad ninguna. Es dramático.
Siendo un problema de tanto calado, ¿por qué los gobernantes no hacen más?
Pienso que es un tema incómodo para los responsables públicos, que saben que no es fácil que vuelvan al empleo. Quienes contratan al final, son las empresas, y éstas no quieren hacerlo. Mi sensación es que los poderes públicos ven poca solución, pocas posibilidades.
También es verdad que el reto demográfico está obligándonos a replantearnos las cosas, y empezamos a ver empresas que son incapaces de coger a personas jóvenes y acuden a lo que llaman el talento sénior, pero son las menos.
¿Pero si hubiera perfiles de todas las edades, los empresarios preferirían a los jóvenes en igualdad de condiciones?
Yo creo que sí. Los jóvenes son preferidos en el mercado laboral, primero porque las empresas piensan que se pueden adaptar mejor, aprender más y porque piensan que sus requerimientos de salario y condiciones son menores.
¿Vivimos en un país edadista?
En lo laboral sí. En la Fundación Iseak acabamos de publicar los resultados de un experimento que lo demuestra. Se enviaron alrededor de 1.600 curriculums ficticios a más de 800 vacantes de empleo reales en Euskadi, Barcelona y Madrid, uno vinculado a una persona de 35 años y otro de 49 años, con las mismas competencias y habilidades. Los curriculums de mayores de 49 recibían un 50% menos de llamadas que los de 35 años, lo que demuestra claramente que para el mismo puesto de trabajo prefieren contratar a la persona más joven, porque a los mayores ni les llaman.
Hacemos bien las políticas activas de empleo
Hasta ahora ha habido una dinámica que no es la correcta, y los servicios públicos de empleo lo saben. Se han enfocado solo desde el punto de vista de la oferta, es decir, de la persona que busca empleo. Haz este curso, aprende a hacer bien tu cv, etcétera. Con eso se adquieren competencias, sí, pero no han mirado para nada qué necesitan las empresas, cuales son los perfiles profesionales que realmente tienen salida. Desde hace muchos años las empresas miran para un lado y los servicios públicos de empleo, para otro, y no se han cruzado los caminos. Los servicios públicos de empleo deben entender que su principal cliente son las empresas, si no, están equivocando el tiro.
Ahora ya hay cursos de formación con obligación de contratación. Si la empresa quiere que se formen a un determinado número de personas en competencias adecuadas a su sistema productivo, la administración pone la formación, pero la empresa debe contratar a un porcentaje de los formados.
¿Si aunque me haga una virguería de cv no me van a llamar, qué hago si me quedo en paro a los 50?
Lo de enviar curriculums no funciona porque no te van a llamar. Los curriculums ciegos pueden ayudarte a pasar a la entrevista, pero si quien escoge tiene prejuicios de edad, tampoco te va a contratar.
Una opción es contactar con empresas que ya están contratando talento senior o que tienen más sensibilidad con la gestión de la edad en sus procesos. Otra opción son las oposiciones. En las ofertas públicas de empleo no se discrimina por edad.
¿Y cómo cambiamos esto?
Nosotros proponemos en el estudio varias ideas.
¿Y emprender?
Veo este tema con enorme preocupación y estoy continuamente trasladando a todas las instituciones que están impulsando este emprendimiento el mensaje de que ¡ojo que nos estamos equivocando!
En muchas ocasiones a esas personas no se les está impulsando a emprender, sino a convertirse en un autónomo que abre un negocio, y eso es muy diferente a emprender. Para emprender hay que tener una serie de competencias y cualidades, debe haber un nicho en el mercado y un conocimiento enorme del mismo, hay que saber gestionar una empresa...
Según Eurostat, dos de cada tres nuevos emprendimientos fracasan entre los tres y los cinco años de funcionamiento. En general muchas personas capitalizan el paro, abren un negocio que aguanta dos o tres años, y al final te encuentras que no tienes ingresos porque capitalizaste el paro, tienes deudas, has pasado por una experiencia muy dolorosa y te quedas en una situación muy difícil.