Los profesionales mayores de 50 años representan el 30,34% de los parados en España y cuatro de cada diez desempleados de esta franja de edad son de larga duración. Es decir, llevan más de doce meses buscando empleo infructuosamente. Las empresas ignoran sus currículos y la mayoría de los procesos de selección los descartan, por lo que están expuestos a lo que se conoce como síndrome del teléfono apagado. Aislamiento social, ansiedad, depresión, pérdida del sentido de la identidad y reducción de la confianza y la autoestima son algunos de los efectos psicológicos de esta sensación de invisibilidad entre el colectivo sénior.
¿Cómo se define este síndrome? Se trata del “estrés que experimentan los individuos que se encuentran en búsqueda activa de empleo y cómo hacen frente a la ausencia de respuesta de las solicitudes laborales enviadas”, según Óscar Fajardo, experto en comportamiento humano y social y colaborador de Generación Savia, el proyecto de la Fundación Endesa por la empleabilidad de los profesionales sénior.
A los mayores de 50 años esta situación les afecta en mayor medida, no solo por el aspecto económico, sino desde el punto de vista mental y emocional. “Hemos creado una sociedad “trabajo-céntrica” en la que se produce una absoluta identificación entre el ser y el trabajar. La desaparición del puesto de trabajo implica también la desaparición de uno de los ejes más importantes en los que la persona apoya su identidad. La consecuencia es la pérdida de una posición clara en el mundo, el bloqueo por no tener claro hacia dónde ir”, destaca Fajardo.
El síndrome del teléfono apagado “puede afectar a la autoestima de las personas y tener efectos psicológicos” que Fajardo estructura en cuatro ámbitos:
Permanecer en un estado de espera constante de una llamada o respuesta puede generar altos niveles de ansiedad. No es nada extraño que la incertidumbre sobre el futuro laboral y la falta de control sobre la situación termine ocasionando síntomas depresivos.
El no recibir una respuesta o ser rechazado constantemente puede afectar gravemente a la autoestima y a la confianza que tiene un profesional en sus propias habilidades. De ahí surgen sentimientos de incompetencia y duda sobre la propia valía.
El síndrome del teléfono apagado también puede conducir al aislamiento social, ya que las personas desempleadas tienden a encerrarse en sí mismas y a evitar el contacto con amigos y familiares debido a la vergüenza, o a la sensación de que no tienen nada positivo que compartir ni aportar. La combinación de soledad y desempleo puede desencadenar un circulo vicioso del que es complicado salir.
En nuestra sociedad el trabajo suele convertirse en una parte importante de nuestras identidades y proporciona una sensación de propósito. Es natural ver la profesión de una persona como algo definitorio de quiénes son. Por tanto, la falta de empleo puede conducir a una pérdida de sentido de identidad, o a una sensación de estancamiento vital.
Si eres un parado de larga duración con más de 50 años, Fajardo plantea una serie de recomendaciones para combatir el síndrome del teléfono pagado: