Durante mucho tiempo se ha dado por sentado que cuanto mayor es la responsabilidad laboral de un directivo más larga e intensa es su jornada de trabajo. Que el jefe sea el último en irse de la oficina ha sido algo habitual en multitud de empresas a lo largo de los años, pero algo está empezando a cambiar. Hoy se valora más la conciliación entre lo profesional y lo personal. Las renuncias constantes y las jornadas interminables ya no son el mejor ejemplo a seguir para las nuevas generaciones de CEO.
Ahora importa tanto el propósito personal como el profesional. Pero el equilibrio no es sencillo. Para aprender a organizarse es necesario cambiar hábitos y rutinas que nos permitan gestionar la energía, priorizar lo importante y ser realmente efectivos sin necesidad de echar horas extra. En ese sentido, el coach Agustín Peralt, experto en efectividad y colaborador de Uppers, ofrece las claves para sacarle el máximo partido a la jornada laboral en 'Expansión'.
Con su Método Fase, Peralt ha ayudado a muchos directivos a controlar el estrés y la ansiedad para ser más productivos. ¿Cuánto debería durar la jornada laboral de un jefe? "Las horas que permitan mantener un cierto bienestar. Trabajar porque sí once, doce al día... es un disparate. Habrá que analizar qué pasa para pedir ayuda o traspasar tareas", recomienda el experto. Se trata de planificar el tiempo del que se dispone para que nos sobre lo suficiente como para quedar con amistades, cenar con la pareja o ir al gimnasio. Lo bueno es que esto depende de uno mismo mucho más de lo que creemos. Estos son algunos consejos para no sentirse desbordados en el trabajo.
Destierra la idea de que echar más horas significa ser más productivo. No es sostenible tener que llegar tarde a casa todos los días por sistema. Un pico de trabajo o un proyecto puntual sí justifica extender la jornada, pero no lo hagas de manera habitual, "porque quema y el directivo se olvida de cuidarse a sí mismo. Las horas de más se acaban acumulando y producen un deterioro silencioso y progresivo de uno mismo. A la larga, el coste personal y profesional es difícil de recuperar", explica Peralt.
A partir de la sexta hora trabajando no se es igual de productivo, de ahí la palabra siesta, por cierto. Por tanto, estar doce horas en el despacho sin la energía suficiente -y esta se mide en cuatro variables: física, emocional, cognitiva y colectiva o grupal- no es precisamente provechoso. El 80% de la población es más efectivo por la mañana. Por tanto, en ese tramo debería enfocarse la tarea más importante de la jornada. Naturalmente algunas tareas y proyectos son más importantes que otros. Identificar de manera clara cuáles son va a ayudar a aumentar la productividad.
Saber delegar es fundamental, porque es imposible abarcarlo todo. Un ejecutivo tiene que saber identificar sus funciones, sus áreas de responsabilidad y lo que puede aportar. Si no mejora lo que ya puede hacer un empleado, es mejor que no pierda el tiempo en esa tarea. Un CEO debe saber rodearse de profesionales que sepan más que él. "Delegar, además de liberarse de operaciones, empodera a los trabajadores, les motiva y les hace crecer", asegura Peralt. Además, "la multitarea de normal no tiene nada de positivo", alerta. Mejor enfocarse en un solo cometido y, después, en otro.
Un trabajador tarda hasta 23 minutos en concentrarse de nuevo después de una interrupción, según un estudio de la Universidad de California. Incluso aunque no sea tanta la cantidad de tiempo que nos escamotea una distracción, lo cierto es que un móvil que vibra constantemente, una llamada, un email o un saludo con un compañero son interrupciones que inciden en la productividad. "Cada uno debe saber en qué y cómo pierde el tiempo cada día. Ser consciente de ello exige ser honesto con uno mismo y hacer un autoanálisis, una autorreflexión para identificar cómo podemos acabar con aquello que despista de los quehaceres reales"", explica Peralt.
Ten un orden de la semana bien organizado y preparado. Plasma por escrito todas las juntas, comidas, viajes y reuniones. "Lo que no está escrito no existe y lo que no se agenda, no se hace", argumenta Peralt, aunque eso no significa que sea el propio CEO quien domina su agenda. Puede ser delegada en un tercero. En ese sentido, las reuniones que se programen deben ser efectivas. "Si un tema no está dispuesto para esa cita, no se debe improvisar. Tampoco abandonar una reunión sin saber los próximos pasos y a quién le corresponde darlos", recomienda. Por último, también es recomendable terminar la jornada laboral pasando revista mental a los logros del día y definiendo las tareas para el próximo.