Compartir el puesto de trabajo con otra persona para tener más tiempo libre ya se hace en Europa: ¿es posible en España?

En los últimos tiempos, y sobre todo a raíz de la pandemia, tanto trabajadores como empresarios vienen planteándose la importancia de la flexibilidad en los modelos laborales que permitan al empleado conciliar empleo y vida personal. Unos horarios que no nos aten férreamente al trabajo. Al fin y al cabo, un trabajador con más tiempo libre para dedicar la familia, las aficiones o el ocio es también un trabajador más productivo. De ahí los recientes experimentos con la semana laboral de cuatro días cobrando lo mismo pero con la misma carga de trabajo. Otra de estas nuevas e innovadoras formas de trabajo es el job sharing o trabajo compartido.

Esta práctica, que en España aún es poco conocida pero que es cada vez más habitual en países europeos como Suiza, Alemania o Reino Unido, consiste básicamente en que dos empleados compartan un único puesto de trabajo. Se reparten las horas y la responsabilidad, pero también la remuneración.

Comunicación fluida y división del trabajo

El concepto en realidad es una evolución del trabajo a media jornada, donde se forma un equipo de dos personas para llevar adelante el trabajo de una sola. La clave está en que esas dos personas funcionen bien juntas, que tengan buena sintonía. Ambas tienen que trabajar codo con codo y establecer una división del trabajo adecuada

Se pueden compartir responsabilidades, de modo que ambos empleados son encargados del buen desarrollo del trabajo. En ocasiones se puede dividir por tareas, de modo que uno se ocupa de un área y otro del resto, pero siempre es imprescindible una comunicación fluida. Porque en muchos casos para que uno empiece su trabajo es necesario que el otro área este finalizado. No se trata de un mero relevo de turno de trabajo.

A menor estrés, más productividad

El job sharing presenta distintos beneficios, entre los que destaca la flexibilidad horaria, que facilita a su vez la conciliación familiar. Además, al realizar el trabajo junto a otra persona, la búsqueda de soluciones es más sencilla y nuestra capacidad de aprendizaje es mayor. Al estar menos estresadas y mezclar las capacidades de ambas, son mucho más productivas de lo que sería una sola persona.

¿Y qué gana la empresa con esto? Más flexibilidad, ya que si un empleado no puede asumir más carga el otro si podría hacerlo. También la reducción del absentismo laboral al tener siempre el puesto de trabajo cubierto. O la retención del talento al contar con trabajadores más felices. Las empresas que lo ofrecen son cada vez más conscientes de lo beneficioso que resulta contar con dos cabezas por el precio de una.

¿Y qué tiene de malo? Más allá de que es necesario una sintonía perfecta entre los dos trabajadores para que esta modalidad tenga éxito, lo cierto es que no todo tipo de trabajos pueden ser realizados a la vez por dos personas, especialmente los de carácter más creativo. Además, que el salario y la cotización también sean compartidos es probable que no le compense a todo tipo de empleados. De hecho, hay quien apunta que esta modalidad puede ser vista como una forma moderna de ir precarizando el mercado laboral.

Trabajo compartido en España

Jueces, profesores de universidad, políticos, periodistas y hasta curas anglicanos son algunas de las profesiones que se han atrevido con el job sharing en varios países, aunque en España el sistema no está extendido, ni entre las empresas ni en la Administración. ¿Podría funcionar aquí? No está claro. Falta mucha cultura organizativa en las empresas, y el tejido de la pyme española conduce más hacia el modelo micropyme. Por otra parte, el salario mínimo interprofesional es inferior al de esos países en los que sí está funcionado, lo que dificulta más compartir trabajo. Además, la normativa tampoco ayuda mucho.

En España la fórmula más similar sería la figura de la jubilación parcial. Si una persona que se acerca a la jubilación decide reducirse la jornada, se exige lo que se denomina un contrato de relevo. O sea, la contratación de otra persona por el tiempo que deja de trabajar el primero. En muchas ocasiones se produce una especie de mentoring entre quien tiene más edad y el más joven. Otra de las situaciones en las que el job sharing puede ayudar es para aquellos que en un momento determinado de su carrera profesional quieren volver a estudiar, sin que esto suponga un freno laboral.

Ejemplos de grandes empresas que han implementado el job sharing hay varios. Destaca la europea Ford. En septiembre de 2022 el gigante del sector automovilístico lanzó una herramienta de búsqueda de contactos para ayudar a los empleados a encontrar personas compatibles dentro de la empresa con quienes compartían su puesto. Una vez contactadas, ambas personas pueden discutir y acordar cómo dividir la carga de trabajo y los horarios.

También hay startups creadas con el fin de ayudar a las personas a encontrar gente con la que compartir un solo puesto de trabajo, como Roleshare en el Reino Unido y Job Share Connect en Estados Unidos.

Temas