El hombre que consiguió una incapacidad laboral por su adicción al heavy metal

¿Puede una afición desmedida por la música llegar a incapacitarte para trabajar con normalidad? La justicia sueca considera que sí, y que puedes tener derecho a una compensación. O al menos así lo hizo el el Tribunal de Hasslehölm cuando en 2015 reconoció que la adicción al heavy metal de un trabajador sueco era una incapacidad permanente que le impedía mantener un empleo a tiempo completo, otorgándole una pensión mensual que complementaba con sus ingresos.

La sentencia se dictó en 2015, cuando Roger Tullgren, el fanático metalero en cuestión, tenía 42 años, pero el caso lo ha rescatado ahora Francisco Trujillo, profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad socialen la Universidad Jaume I de Castellón a través de una publicación en LinkedIn. Que su incapacidad fuese reconocida no fue una victoria sencilla para Tullgren, quien tuvo que emprender un largo camino legal que duró una década.

Más de 300 conciertos en un año

El fanatismo del tipo por los sonidos más extremos le dificultaba desde muy joven el mantener un empleo a tiempo completo debido a su necesidad de asistir a conciertos y su intensa dedicación a esta forma de vida. Ni siquiera los heavies de la Gran Vía llegaron a tanto. Solo en 2006 Tullgren llegó a asistir a más de 300 bolos, lo que provocó su despido de varios trabajos. Esta situación fue la que le llevó a emprender un proceso legal para que su adicción fuese reconocida como una incapacidad permanente que afectaba a su rendimiento laboral.

“La situación es que yo estaba perdido realmente, sólo hablaba de metal, sólo quería tocar metal, y fui yo el que dio el paso. Soy tan terco que quise demostrar que la música metal es lo único en mi vida, lo más grande y mejor que me ha pasado”, contaba Tullgren en diablorock hace unos años. “Tuve que pelear mucho con mi gobierno. Y es la primera vez que se ha hecho. Es bastante difícil conseguir ese tipo de 'papel', creo que se batalla mucho también con adictos a otras aficiones, como fútbol, deportes, etc.", añadía.

Sesiones intensivas de heavy para poder trabajar

El hombre pasó por la consulta de varios psiquiatras y todos coincidieron en que esa fijación por el metal le provocaba unas limitaciones psicológicas que le impedían mantener un trabajo a tiempo completo. Concretamente tres psicólogos avalaron que su situación requería de una pensión o prestación para evitar la discriminación laboral.

Finalmente la justicia sueca reconoció esa incapacidad y le otorgó el derecho a un subsidio de 400 euros mensuales. En la sentencia se admitía que Tullgren "no puede desempeñar un trabajo sin someterse a intensivas sesiones de heavy". Y dado que ese estilo de música era una parte fundamental de la vida del hombre, el estado sueco debía proporcionarle el apoyo necesario para poder continuar con su vida sin verse afectado económicamente.

La pensión de incapacidad parcial le permitió compatibilizar su adicción con un empleo a tiempo parcial como lavaplatos en un restaurante. Así fue como Tullgren se las arregló para combinar su pasión y el trabajo, puesto que su jefe le permitía escuchar heavy metal durante sus horas de trabajo, excepto cuando había clientes presentes. Y además, se le autorizó a vestir su ropa habitual de metalero, lo que facilitaba su integración en el entorno laboral sin comprometer su identidad. Long live Rock 'n' Roll.