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¿Qué pasa con la discriminación laboral de las mujeres mayores de 55?

España sigue avanzando hacia la plena equiparación de mujeres y hombres en el mercado de trabajo. En octubre se volvía a superar la marca de las 10 millones de trabajadoras afiliadas a la Seguridad Social, lo que representa el 47,4% del total, el mejor porcentaje de empleo femenino alcanzado nunca. Pero, a pesar de esta integración al mercado laboral, las mujeres sénior siguen encontrando importantes obstáculos para acceder al mismo.

Persiste la brecha de género entre los mayores de 55 años. Las mujeres tienen peores tasas de emprendimiento, trabajo autónomo, actividad y empleo. También disfrutan de peores sueldos y tienen muy poca presencia en los cargos de gerencia y alta dirección, según se desprende del informe ‘IV Mapa de Talento Sénior. La brecha de género’, presentado por Fundación MAPFRE y ClosinGap.

Desde 2008, las mujeres mayores de 55 años que trabajan han pasado de representar el 35% del total de ocupados sénior al 45% en 2023, es decir, 10 puntos porcentuales más en tan solo 15 años. Así, de los 4,4 millones de sénior ocupados, 1,9 millones son mujeres. Las distancias se reducen, pero sigue habiendo más hombres activos y ocupados que mujeres. También hay menos féminas en los trabajos por cuenta propia y en la categoría de directoras y gerentes y más en las actividades a tiempo parcial y en el sector público. 

La brecha salarial persiste entre los sénior

En general, la brecha salarial entre hombres y mujeres se ha reducido en los últimos años en todos los tramos de edad, pero persiste entre los sénior. En concreto, ellas ganan un 14,4% menos que ellos entre los 55 y 64 años; porcentaje que aumenta hasta el 27% a partir de los 65. Una situación que contrasta con la de los jóvenes, donde la brecha salarial por género prácticamente ha quedado eliminada.

Menos mujeres autónomas

Si nos centramos en el ámbito de los trabajadores por cuenta propia, las mujeres sénior también quedan por detrás. Entre los mayores de 55 hay unas 365.000, frente a los 673.000 hombres autónomos. Esta diferencia crece conforme avanzan los años de vida laboral y se acerca la edad de jubilación legal. Así, de los más de un millón de séniors que son autónomos (1.038.000), únicamente el 38% son mujeres, lo que consolida la brecha de género en este apartado.

Percepción social de invisibilidad

El estudio constata la percepción social de invisibilidad con respecto a su trabajo que afecta a muchas mujeres sénior. Se enfrentan a mayores dificultades para reincorporarse al mercado laboral debido a su rol vinculado a los cuidados y al voluntariado. Los expertos coinciden en señalar que la falta de sensibilidad social con respecto al cuidado de familiares dependientes motiva que se vean obligadas a pedir una reducción de jornada o incluso abandonar su trabajo para atender a sus padres. 

La edad se sigue erigiendo como el gran estigma que menoscaba las oportunidades profesionales de las mujeres sénior, no solo por la dificultad de conciliación, sino porque aún persiste la percepción de que las personas mayores tienen menos capacidad de adaptación, aprendizaje o productividad. Y tampoco se deben obviar los criterios estéticos que rigen las estrategias de muchas empresas en su pretensión de proyectar una imagen joven.

Hacia el fin de los sesgos de edad y género

El estudio también propone algunas iniciativas que se han mostrado exitosas para atraer y retener talento femenino sénior. Varias grandes compañías están implementando estrategias para lograr este objetivo, entre las se encuentran los planes de desarrollo profesional, programas de retorno a la carrera, la eliminación de sesgos de edad y género en la selección de personal, la creación de entornos laborales flexibles y la puesta en práctica de programas de capacitación y mentoría intergeneracional.

Entre las iniciativas que pueden resultar efectivas destacan promover segundas carreras, impulsar trabajos a tiempo parcial, incentivar el trabajo autónomo, apoyar que los sénior trabajen en servicios propios de la economía plateada, dar mayor visibilidad a las trabajadoras sénior, instaurar programas de upskilling y reskilling y favorecer bonificaciones del 100% para empresas que contraten a mujeres mayores o para aquellas que deseen emprender a partir de los 50 años, entre otras.