La soledad no deseada sigue siendo uno de los problemas más extendidos entre el colectivo sénior. En España se estima que son más de 2,5 millones de personas mayores de 65 años se sienten solos. Una soledad que suele ir unida a un sentimiento de tristeza y que puede tener graves consecuencias tanto físicas como mentales. Durante décadas las residencias tradicionales han sido el espacio de retiro habitual de la gente mayor, pero desde hace unos años está ganando terreno el cohousing, un modelo de vivienda colaborativo que permite a los mayores pasar el último tramo de sus vidas de manera independiente y en contacto con otras personas con sus mismas circunstancias, gustos e intereses.
Este modelo nació en Dinamarca en la década de los 60, lleva implementándose en EEUU desde los años 80 y ha ido ganando popularidad en distintos países. Un ejemplo es 'La Guancha' en Malinalco, el primer proyecto de cohousing desarrollado en México, donde 28 adultos mayores han construido seis casas con sus jubilaciones y ahorros en un terreno circundado por bosques y montañas. Aquí los residentes colaboran en las tareas diarias y toman decisiones conjuntas sobre cómo vivir, buscando envejecer en mejores condiciones que en un asilo tradicional.
'La Guancha' nació en 2009 como un proyecto académico de la doctora en ciencias sociales Margarita Maass sobre mejora de la calidad de vida en adultos mayores, un asunto también candente en un país cuya población se enfrenta a "un proceso de envejecimiento moderadamente avanzado". Según el instituto de estadística mexicano, entre 2018 y 2023 la población mayor de 60 años aumentó del 12,3% al 14,7%, mientras la tasa de natalidad bajó de 2,07 a 1,60 hijos por mujer.
La investigadora explica que este modelo de convivencia se diferencia de una residencia en muchas cuestiones, pero esencialmente en que aquí el grupo "decide cómo quiere su casa, dónde la quiere, de qué tamaño, con qué personas y con qué recursos económicos". "El cohousing es una muy buena solución para las personas que se quedan solas porque significa vivir juntos; para las personas que no tienen mucho dinero es compartir gastos, y para quienes tienen problemas de enfermedades, al estar juntas comparten un médico", indica Maass para evidenciar sus ventajas. En México ya existen 12 lugares de vivienda colaborativa como 'La Guancha'.
Junto con varios conocidos, Maass compró el terreno a unos 100 kilómetros de la capital, allí años más tarde sus actuales dueños construyeron viviendas con muros de paja y arcilla e instalaron calentadores solares para el agua, que obtienen de la lluvia y de un canal que se alimenta de ríos. 'La Guancha' cuenta con áreas comunes como jardines, una alberca y espacios de convivencia, promoviendo un ambiente comunitario y autosuficiente. Cada residente contribuye con lo que puede a la comunidad, ya sea organizando las compras, creando menús o participando en la vida social y cultural del grupo.
En España este modelo se va consolidando poco a poco pese a nuestra fuerte tradición de de cuidado familiar, la falta de familiaridad con el concepto y el todavía insuficiente apoyo institucional. En Galicia lleva años gestándose la cooperativa Ancoradoiro y en la Comunidad de Madrid ha tenido éxito el proyecto Trabensol, aunque nada de esto habría sido posible sin la cooperativa Los Milagros, creada en 1991 en Málaga y que pasa por ser el primer cohousing español, un proyecto pionero que supo vencer la desconfianza que suscitaba el modelo en aquella época.