Han pasado 19 meses desde la erupción volcánica en la isla de La Palma y Gloria Viña sigue en shock. Esta pintora de trazo surrealista es la viuda del escultor cántabro Manuel Pereda de Castro, fallecido en 2018, y nos relata desde un pequeño apartamento de alquiler cómo perdió su casa estudio de 340 metros, edificada sobre una parcela de 5.000 metros en el Camino del Pedregal (entre La Laguna y Todoque). "Quedó sepultada bajo la lava y con ella toda una vida", dice. Hablamos también con otros vecinos sobre la "inhumana" vida de 126 familias en las casas modulares. "¿Hasta cuándo durará esta situación?", se preguntan.
La de Gloria es una de las 2.988 edificaciones y 1.170 viviendas que arrasó la colada. Algo más de un año después de la catástrofe, le ofrecieron la posibilidad de instalarse en una de las 126 casas modulares que, a modo de contenedor, ha entregado de forma provisional el Gobierno canario a las familias que perdieron sus hogares a causa del volcán. "La rechacé. Me niego a ser parte de un lote de viviendas que no reúnen las mínimas condiciones para ser habitadas. Es inhumano pensar que se puede vivir ahí". Después de pasar un tiempo con su hermana, la artista alquiló un apartamento, igual que una de sus hijas, Eva Lilith Pereda, también artista.
Tiene 70 años y considera un despropósito la opción de usar contenedores como viviendas. "Son defectuosos, insuficientes y de mala calidad. Es lamentable este sufrimiento añadido después de lo que ocurrió y que no se dé respuesta a nuestras peticiones más elementales". Gloria ha perdido todo su patrimonio. "Compramos la casa en 1986 sin hipoteca y, por tanto, no teníamos seguro. En la isla, de todos modos, no existe cultura de seguro. Era una vivienda diseñada y construida a capricho, pieza a pieza y poco a poco, con el esfuerzo de muchos años y de acuerdo con nuestro gusto. Tenía un anexo que servía como taller. Ya no queda nada y las ayudas no llegan".
A esta pintora canaria le resulta muy difícil calcular el valor de las pérdidas. "Ha desaparecido parte de nuestra obra artística, especialmente la de mi marido. Nos dieron diez minutos para recuperar algunas cosas y me quedé paralizada. ¿Cómo podíamos vaciar en ese tiempo récord la obra de toda una vida? El Cabildo nos puso una grúa y con ayuda de mi familia y dos amigos, pudimos evacuar una parte, así como la colección de arte y algunas antigüedades. Ahora las esculturas están almacenadas en un solar del Ayuntamiento de Los Llanos de Ariadne. Yo ni siquiera fui capaz de llevarme nada. Solo hice fotos con el móvil".
Las fotos del móvil y algún pequeño recuerdo. Son las únicas pertenencias que conservan la gran mayoría de las familias realojadas en las viviendas prefabricadas colocadas en varias hileras. "No creo que sea el lugar más indicado para vivir. Ha habido tiempo y recursos para ofrecer una alternativa más apropiada", comenta Jesús, un periodista local que ha trabajado allí.
Su opinión coincide con la Juan Fernando Pérez Martín, presidente de la Plataforma Vecinal de Afectados por el Volcán Cumbre Vieja 2021. "Aquí hubo -nos dice- un aluvión de promesas que ahora son ya promesas incumplidas. El volcán no mató a nadie, pero la mala gestión ha conseguido que también el futuro y la esperanza hayan quedado sepultados. Es la catástrofe más grande de Europa en cien años y nuestra tristeza es mayor por la falta de respuesta y el modelo de gestión. Es un gobierno cuatripartito y, por tanto, un reino de taifas sin una unidad de acción. Aquí cada uno tira por su lado".
Reconoce, como el resto de los testimonios a los que se ha acercado Uppers, que la situación es muy compleja, pero se podría haber hecho mejor, sobre todo por las delicadas circunstancias en las que viven los vecinos realojados. "Nuestras vidas -apunta este vecino- ya no se resuelven, pero merecemos un trato más digno. Hay terreno de sobra y han tenido tiempo suficiente para edificar viviendas de mayor calidad, en lugar de contenedores reciclados en mal estado. He trabajado en el puerto y sé bien de qué hablo. Son verdaderas latas procedentes de barcos y tienen problemas de corrosión. Están concebidas para el transporte de cargas, pero no para dar hogar a una familia, ni siquiera a una sola persona".
Según explica, se construyeron con materiales baratos y ya dejan visibles numerosas deficiencias. "Están pensadas como solución de aquí a tres años. No quiero pensar en qué condiciones estarán dentro de un tiempo. La estructura ya presenta en muchos casos abolladuras, corrosión, humedades, malos olores y problemas de desagüe. Solo espero que lo que se ve no sea amianto. Además, su mantenimiento es muy costoso porque no funciona con electricidad. El aislamiento es tan pobre que necesitan aire acondicionado en verano y calefactores en invierno. Un proyecto que calificaron como bio sostenible ha resultado un auténtico fracaso".
El Gobierno canario adquirió 126 casas prefabricadas a través de la Consejería de Obras Públicas y Vivienda para atender la emergencia habitacional de las familias afectadas por el volcán. Las 27 últimas se entregaron en diciembre, en el municipio del Camino de los Choriceros. Justo un año después de que se diese por finalizada la erupción. Cuentan con una superficie de entre 40 y 60 metros cuadrados, en función de sus estancias, que se distribuyen en cocina-salón, baño y una o dos habitaciones de apenas seis metros cuadrados.
Los vecinos lo habrían entendido como una solución de emergencia temporal perfecta si hubiese llegado antes, pero no después de catorce meses de espera y con vistas a tres años. "Se convocó a los medios de comunicación para la entrega de llaves -se queja Juan Fernando-, pero seis meses después nadie se acuerda de nosotros. A nadie le interesa ya ver cómo es la vida en un contenedor y en un vecindario de viviendas modulares".
Tiene 72 años y una discapacidad del 75% que le obliga a moverse en silla de ruedas. En su caso, como le ocurre a Gloria, la solución de un contenedor de unos 30 metros cuadrados útiles para él y su familia era inviable. "Perdí mi casa de 700.000 euros y, con el dinero de un seguro y un pequeño crédito, voy reconstruyendo una parte de una casa vieja".
La descripción que hacen de las casas modulares estos palmeros la confirma un informe técnico encargado por afectados por la erupción volcánico y publicado por el diario digital solidario El Valle. Su conclusión es que estas viviendas provisionales tipo contenedor entregadas a los damnificados "incumplen los requisitos mínimos de habitabilidad que se exigen en la normativa vigente, en concreto el Decreto 117/2006 que regula esta materia en Canarias".
El informe señala, entre otras deficiencias, que los dormitorios, la cocina y la sala de estar no tienen las medidas mínimas, que la cocina no alcanza el frente mínimo exigido y que falta aislamiento térmico, protección solar e iluminación. "No se pueden considerar espacios habitables", dice el texto. Hace hincapié, además, en el tiempo de espera. Las viviendas modulares se terminaron de entregar en diciembre de 2022, un año después de que el volcán terminase de escupir ceniza y lava.
De todo esto, a Juan Fernando le preocupa especialmente la salud mental de estos palmeros. "Por cada contenedor se puede contar una historia desgarradora. Los vecinos están sufriendo cuadros de ansiedad y depresión bestiales. También ideas suicidas. Solo en Todoque se ha diagnosticado 600 casos de depresión severas. Ya no es solo el trauma psicológico de la erupción y de ver tu vida sepultada bajo metros de colada de lava, es el trato denigrante y tan poco empático. Esto agrava los sentimientos de desesperanza y tristeza. Es difícil conciliar el sueño, continuar con la vida. Las principales víctimas son los niños y nadie habla de ellos. Deberían ser la prioridad en la construcción de La Palma porque son nuestro futuro".