No hay mayor quebradero de cabeza para el propietario de una casa en alquiler que tener una mala relación con su inquilino. En muchas ocasiones esto se traduce en impagos reiterados, desperfectos en la vivienda, obras inesperadas o actitudes agresivas, entre otras circunstancias. Por eso cada vez se tiende a hilar más fino a la hora de elegir arrendatario. Al fin y al cabo, acertar con a quién alquilas la casa es crucial para evitar futuros problemas. Estos son algunos de los trucos más infalibles para evitar morosos, según recoge el portal inmobiliario Idealista.
Cuanto más detallado y claro sea el anuncio que publiquemos, más probabilidades tendremos de que las personas interesadas en alquilar la propiedad se adecuen al perfil económico que buscamos. En la oferta hay que especificar lo mejor posible las condiciones para entrar a la vivienda, poniendo especial atención en la economía.
Como propietario, debes decidir qué perfil de inquilino te conviene más según tus intereses. Por ejemplo, si lo que quieres es alquilar la vivienda por largos periodos el inquilino ideal son parejas con contratos indefinidos de más de uno o dos años y sin hijos. Pero si lo que quieres es obtener una gran rentabilidad rápidamente tal vez te interesa alquilar durante la temporada estival, aunque en ese caso deberás tener en cuenta que los viajeros acostumbran a tener menos cuidado con el inmobiliario.
También es recomendable buscar una garantía de estabilidad laboral o documentación que acredite la posición laboral del inquilino. Por lo general, se solicitan las últimas dos o tres nóminas, y si se quiere afinar más, el contrato de trabajo, la vida laboral, un extracto de la cuenta del banco o que se garantice estar fuera de listas de morosos. La recomendación es que el alquiler no suponga más del 30%-40% de los ingresos del interesado. También es cierto que cuantas más garantías pidamos, más en contra iremos de los vulnerables, de los que necesitan el alquiler.
Siempre es importante saber a quién le estás alquilando la casa, y una forma bastante efectiva de obtener información de primera mano es preguntar a anteriores caseros. Requerir el contrato del antiguo arrendador de tu posible inquilino es una opción acertada si quieres conocer cómo fue su experiencia y más datos acerca de la conducta del arrendatario. Pero ten en cuenta que pidiendo referencias al anterior casero también se corre el riesgo de que te ofrezca una versión alejada de la realidad para deshacerse del inquilino.
La fianza es la cantidad que se abona al casero con el objetivo de garantizar que el inquilino cumple con las obligaciones estipuladas en el contrato de arrendamiento. La fianza es obligatoria según la Ley de Arrendamientos Urbanos y asciende a una mensualidad si el inmueble se destina a vivienda y a dos meses cuando se usa para fines comerciales.
Durante los cinco primeros años de duración del contrato, o durante los siete primeros años si el propietario es persona jurídica, la fianza no podrá subir de precio. Sin embargo, cada vez que el alquiler se prorrogue, el propietario podrá exigir que la fianza sea incrementada o el inquilino que disminuya.
Se trata de una medida de protección ante posibles impagos. El aval bancario puede tener un plazo indefinido y, por tanto, no tener caducidad. El importe viene determinado por la cantidad de mensualidades que pida el casero. Cuando la entidad financiera da luz verde a la operación, concede el documento al solicitante. El inquilino deberá hacer frente al pago de algunas comisiones.
Otra opción es contratar un seguro de alquiler que gestionan los propietarios y que incluye una garantía de cobro de hasta 12 mensualidades impagadas, la compensación por vandalismo o deterioro del inmueble y la cobertura de los gastos de un abogado, si el titular de la póliza lo requiere. El precio de un seguro de impago de alquiler puede variar dependiendo de la compañía pero ronda entre el 3% y el 5% de la renta anual.