Era verano de 1980, con agosto recién estrenado, cuando se produjo uno de los crímenes más recordados de la historia de España que, aún hoy, mantiene muchas incógnitas y misterios en el aire, el asesinato de los marqueses de Urquijo. Manuel de la Sierra y María Lourdes de Urquijo fueron asesinados en su mansión de Somosaguas con un solo condenado por el crimen, su yerno Rafael Escobedo, marido de su hija. Ahora, esa mansión está en venta y busca dueño.
Escobedo mantuvo su inocencia hasta días antes de suicidarse en su celda en 1988, aunque la venganza porque su esposa mantenía una aventura con otro hombre y la posibilidad de que existiese un móvil económico terminaron sentenciándolo. Sobre el asesinato siempre ha rondado un aura de misterio que lo convierte en uno de los crímenes sobre los que más se ha especulado en nuestro país.
Esa mansión se encuentra entre Pozuelo y el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid y no es la primera vez que busca dueño, pues se ha puesto a la venta en otras ocasiones, pero nunca ha conseguido dar con un nuevo dueño para el que fue el hogar de los marqueses de Urquijo. Su hija no volvió a la casa y su otro hijo, Juan, residió en ella durante diferentes etapas hasta su fallecimiento en 2022.
Los herederos han decidido ponerla a la venta a un precio de 3.200.000 euros, una cifra más baja que lo que se encuentra por esa zona, pero tras los intentos fallidos del pasado por vender la propiedad y su condición de casa maldita ha hecho que tengan que bajarlo.
Se trata de una parcela de 4.460 metros cuadrados con 1.000 construidos que se distribuyen en dos plantas y un sótano. En el interior hay nueve habitaciones y ocho baños. En la planta baja se encuentra el porche y una piscina cubierta, y zonas como el salón, el comedor o la cocina, incluso una biblioteca; mientras que en la primera planta se distribuyen cinco de los dormitorios, cada uno con su baño, y un pequeño apartamento con salón, habitación y baño. Por su parte, en el sótano, además de lo obvio, cuentan con un aseo y una impresionante sala de cine.
Debido a la fama de la vivienda, los responsables de la inmobiliaria son bastante cuidadosos y discretos para evitar llenar la zona de curiosos que simplemente quieran cotillear la vivienda del crimen. Tal es la discreción que las habitaciones donde murieron los marqueses no aparecen en las fotos que se han publicado.