Paz Martín es arquitecta y especialista en envejecimiento. Defiende que la vida que queramos vivir de mayores se prepara en la madurez. También es una firme defensora del cohousing y de un nuevo modelo de residencias de mayores, más pequeñas y con mayor espacio para la independencia y las relaciones sociales.
La arquitecta ha participado en 'Ya es mediodía' para hablar con Sonsoles Ónega sobre el papel de las residencias en la crisis del coronavirus. Un papel complejo: 19.400 personas mayores han muerto en estos centros. La pregunta que surge es clara: ¿podían haberse evitado las muertes en las residencias? "Sí, es muy duro decir que las residencias son las culpables. Pero es una enfermedad que ataca más a las personas mayores y estadísticamente, las personas mayores de 80 años son los principales usuarios de las residencias. El problema ha sido la falta de medios y de personal. También ha habido falta de previsión. No sabían lo que se les venía encima. La propia configuración de las residencias también ha favorecido los contagios al no tener espacios que se pudieran aislar. Ha sido una labor casi imposible cambiar rutinas, dividir espacios o separar comidas", explica Martín.
La crisis del coronavirus ha evidenciado que las residencias de mayores hay que replanteárselas, pero antes de eso, hay que repensar también qué necesitan desde la propia arquitectura. "Hay que reconocer el valor de las personas que trabajan en las residencias. Hemos visto en muchísimos casos que han hecho lo imposible para intentar cumplir con las medidas de seguridad, pero ocurre que no había espacios para aislar o para llevar mejor el confinamiento. Se han juntado varios factores y se ha formado la tormenta perfecta", señala la arquitecta.
¿Cómo serán las residencias que nos esperan? La propuesta de Paz Martín es rompedora. "Lo que no debemos olvidar es que una residencia es una vivienda, el lugar donde una persona va a vivir. Hay que darse cuenta de que las personas que están en las residencias en realidad querrían estar en su casa. Allí están hasta que les fallan las fuerzas y no pueden estar en su domicilio por distintos motivos. Lo ideal sería que, ya que no pueden estar en casa, estuvieran como en casa: lugares más domésticos y hogareños donde haya espacio para tener objetos propios, donde pueda haber una socialización de grupos pequeños, de hasta 16 personas, donde se pueda hacer una vida con sentido, donde se pueda cocinar o realizar actividades domésticas, donde dejen de ser residentes para ser habitantes".