Con 97 años y luciendo figura, el legendario deshollinador de Mary Poppins, Dick Van Dick, se marcaba hace algunos días unos pasos del inolvidable 'Supercalifragilisticoespialidoso' durante la emisión de la versión americana de The Masked Singer. A su lado, hay que admitir que el salto a la arena política de Ramón Tamames, con 89 años, para liderar la moción de censura de VOX contra Pedro Sánchez, se queda casi en un azucarillo. ¿Es edadista toda crítica a una edad avanzada para llevar adelante un cargo de responsabilidad o hay capacidades que se mermar? Hablamos con expertos para aclararlo.
Tras la decisión del antiguo miembro del Partido Comunista durante la dictadura, uno de los fundadores de Izquierda Unida y mano derecha de Tierno Galván en el ayuntamiento de Madrid de la Movida, las redes sociales se llenaron de memes y comentarios. También el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, comentó que si fuese su padre, "no le dejaría hacer esto". Dejando al margen ideologías o la idoneidad de su decisión, surge una duda. ¿Son edadistas estas reacciones? ¿O sus capacidades físicas y mentales no son las adecuadas para enfrentarse al proceso y al hipotético cargo de Presidente de Gobierno que se persigue con la moción?
“Discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas”. Así define edadismo el diccionario de la RAE, dejando claro que también puede darse en jóvenes, a los que no se les presuponga habilidades para llevar un trabajo adelante por tener 'demasiado cara de crío'. En el otro lado de la balanza, estaría la realidad de un cargo exigente, tanto mental como físicamente. De hecho, Joe Biden, el presidente de Estados Unidos de 80 años, ya ha recibido críticas fundadas por sonados 'despistes' o repeticiones sin sentido. Queda claro entonces que dependerá de las habilidades concretas de cada individuo.
"Es posible mantener una vida mental sana, eficiente y dinámica durante toda la vida, incluso hay personas que alcanzan su momento culminante a edades muy avanzadas", explica el neurólogo Antonio Yusta Izquierdo, jefe de Neurología del Hospital Universitario de Guadalajara.
"Salvo en caso de enfermedad -insiste-, el envejecimiento no se acompaña de un deterioro en las funciones cerebrales, que pueden permanecer inalteradas hasta la muerte. Una cosa es la pérdida de neuronas en el cerebro, algo que varía de unas personas a otras, y otra las sinapsis. Gracias a su plasticidad neuronal, el cerebro compensa esa pérdida con nuevas conexiones. Mientras que áreas relacionadas por ejemplo con el movimiento tienen un descenso más significativo, otras, como las que afectan a diferentes funciones cognitivas, no presentan pérdidas significativas".
En su opinión, "un cerebro bien entrenado tiene la reserva cognitiva suficiente para resistir los efectos indeseados del envejecimiento. La edad madura suele asociarse con el conocimiento y la sabiduría, dos rasgos muy apreciados en política o en cualquier otro ámbito. Una persona mayor quizás tarda más en su razonamiento, pero aporta una variedad de soluciones infinitamente mayor".
Es la opinión también de Óscar Álvarez, presidente de la Asociación de Comunicación Política. "Muchos políticos llegan a esta edad con gran vitalidad y claridad mental. No cuenta la edad, sino la actitud y la capacidad de empatizar con la ciudadanía o con ese grupo de población a quien diriges tu mensaje".
La vejez, salvo excepciones, ha dejado ser el melodrama de ese viejo enflaquecido en babuchas que describió Shakespeare. Con las gafas en la nariz, el calcetín demasiado ancho para las huesudas piernas y la voz varonil volviendo a sonar aguda como la de un niño, "pitando y silbando al hablar". Yusta lo observa a diario. "Cada vez es más habitual ver a personas de avanzada edad que se manejan con soltura tanto en su entorno cotidiano como en el trabajo. No es raro que asuman tareas importantes y responsabilidades políticas, tareas creativas o investigaciones científicas. Cuestión aparte es si físicamente se encuentra bien para permanecer las horas en pie que le exige este proceso".
Tamames dice que le parece "una necedad" que se le caricaturice por su edad. Pone de ejemplo al escritor alemán Ernst Jünger, que impartió una conferencia en los cursos de verano de El Escorial con 102 años, poco antes de morir. Y recuerda también que el economista Juan Velarde, falleció hace solo unas semanas, con 95 años y una mente activa y brillante.
Severo Ochoa murió con 88 años y hasta sus últimos días investigó en el Centro de Biología Molecular e impartió conferencias. Su discípula, Margarita Salas, trabajó hasta pasados los 80, desde las 10 de la mañana hasta las ocho de la tarde, aunque murió sin cumplir su deseo de ser como la neuróloga Rita Levi-Montalcini, que hasta los cien años no dejó de ir ni un solo día a su laboratorio.
Hasta su fallecimiento, a los 95 años, Nelson Mandela continuó activo en causas humanísticas y compartiendo sus pensamientos con otros líderes mundiales. Nadie le dio la espalda por considerar que estaba viejo.
El líder israelí y Nobel de la Paz Shimon Peres murió en 2016 con 93 y solo dos años antes seguía presidiendo el país. Se tomó la vejez con mucho sentido del humor y consiguió en su última etapa el reconocimiento del pueblo.
El dictador zimbabuense Robert Mugabe resistió durante 37 años en el poder ejerciendo una brutal represión y burlando todos los derechos humanos en su país. Murió con 95, dos años después de ser derrocado.
Tanto Yusta como Álvarez opinan que lo que permite a un candidato o líder mantenerse jóvenes y afrontar nuevas situaciones, retos y problemas es un equipamiento de experiencias que permiten almacenar en la mente patrones esenciales que pueden conservarse hasta las fases más avanzadas de la vida.
En su libro 'La paradoja de la sabiduría', Elkhonon Goldberg va más allá y dice que incluso una pérdida parcial de la potencia mental no comporta necesariamente una condena cognitiva. "Una persona puede continuar siendo creativa y cognitivamente competente cuando se ha producido un deterioro cognitivo mensurable, y quizás incluso con principios de demencia".
Lo llama "mentes erosionadas, pero todavía potentes". Llegó a esta conclusión después de observar que algunas de las decisiones políticas de mayor calado (constructivo o destructivo) y algunas de las creaciones artísticas más perdurables fueron el fruto de mentes tocadas por efectos bien documentados de senilidad y, en ocasiones, de principios de demencia. Antes aclara que esto ocurre porque la transición de la lucidez a la demencia puede prolongarse años y no afecta a todas las facultades mentales al mismo tiempo. Ni siquiera todos los casos de trastorno cognitivo leve evolucionan hacia la demencia.