¿Han vuelto? La respuesta a la pregunta de si Mario Vargas Llosa ha recuperado el amor de su ex esposa, de quien estuvo alejado durante ocho años, los mismos que duró su relación con Isabel Preysler, es una de las preguntas que nos deja el verano. Y la respuesta no está flotando en el viento, sino celosamente resguardada por el entorno de la ex pareja (la de Mario y Patricia), que sigue fiel a su política comunicacional: ni confirma ni desmiente.
Lo cierto es que Patricia y su ex esposo han recuperado una vieja tradición familiar: pasar unas semanas de ayuno en la clínica Buchinger, de Marbella y otras tantas en el festival musical de verano de Salzburgo, una cita que -así lo cuenta el propio autor en una columna que empieza significativamente con la frase: "después de ocho años he regresado al paraíso"- tenía para la ex pareja un carácter casi religioso desde 1987.
"Volver es posible y es algo que nos puede pasar a todos. Tenemos una tendencia innata de volver a lo conocido. Tras varios años y al reencontrarse con alguien querido es normal que el cuerpo te pida regresar con esa persona que te hace sentir seguro y que te aporta la sensación de 'hogar'", explicaba a Uppers, Beatriz Sánchez Ledesma, psicóloga de Adaia Psicología. Pero, ¿es recuperar un sentido de hogar o más bien empezar juntos una nueva aventura?
Dicen además los especialistas, que solemos dar por hecho que, tras unos años, las personas cambiamos, cuando esa no es una afirmación del todo cierta. Las personas evolucionan pero hay rasgos que permanecen. Por esto tal vez, antes que imaginar utopías emocionales, o pensar en que todo 'puede ser como antes' conviene incorporar abiertamente la ruptura a la historia común. "La única forma de que algo así funcione es perdonar y empezar de cero - asegura Sánchez Ledesma-. Hablar de algún tema que ocurrió en el pasado es importante también para olvidar. Y tomarse la relación como algo nuevo que descubrir, para pasar página e iniciar un nuevo camino juntos", explica la experta.
Quienes se sorprendieron de que, en 2015, y apenas celebrados sus 50 años de casados, el escritor dejara a su esposa por Isabel Preysler, tal vez olviden que Vargas Llosa siempre fue una persona temperamental, de arrebatos que parecen desbocar, a ratos, sus veneradas rutinas. Como si necesitara, de vez en cuando, iniciar un proceso de revolución interno. Hablamos, finalmente, de un escritor, es decir de una persona -y el podría ser la prueba definitiva-, excéntrica. En el más amplio sentido de la palabra.
Como se sabe, a los 19 años, Vargas Llosa se fugó y se casó con su tía política, Julia Urquidi. Y años después, se separó de esta para casarse con su prima, Patricia. Aunque tal vez ninguno de estos golpes de timón más o menos románticos se compare con el arrebato 'libertario' que lo llevó, a él, un escritor a tiempo completo, a postular a la presidencia de su país en 1992.
No salió bien esa aventura. Como tampoco parece haber salido bien su paseo por la 'civilización del espectáculo' del brazo de Preysler. Y la ruptura, en diciembre del año pasado, no fue todo lo discreta y elegante que se hubiera esperado de una socialité y un escritor, que años atrás abominaba de papel cuché aunque acabara en portadas del 'Hola'.
Hoy, tras pasar el verano juntos, entre Marbella y Salzburgo, Mario y Patricia vuelven a los titulares por lo que parece ser la confirmación de que o han vuelto, o vuelven a hacer vida común. De momento, ninguno de los dos parece preocuparse por otra cosa que lo que han vivido este tórrido verano.