Las tiendas de tu infancia: los escaparates de una España que ya (casi) no existe

  • 'La belleza común' es obra del fotógrafo Javier Sánchez y el arquitecto Luis Fernández-Galiano

  • Se trata de un recorrido nostálgico por espacios que hablan de un comercio de cercanía que casi se ha perdido del todo

  • Un volumen recoge fotografía de fachadas y escaparates de las más tradicionales tiendas de toda España

Decía Ortega y Gasset que una ciudad ni siquiera necesitaba tener casas: bastarían las fachadas. "Las ciudades clásicas están basadas en un instinto opuesto al doméstico. La gente construye la casa para vivir en ella y la gente funda la ciudad para salir de la casa”. Particular visión de don José, que establece la tensión entre lo privado y lo común, entre el ensimismamiento y la socialización. Ahora sumémosle a eso una pizca de tiempo. O algunas décadas. Y entonces la ciudad es algo mutable, vivo.

El recorrido a pie por la ciudad, ha pasado de ser un movimiento natural a ser algo planificado: uno ya no transita las calles de manera funcional sino recreativa. Y esto, que podría ser visto como algo positivo, termina convirtiendo los emplazamientos de la urbe en piezas de museo costumbrista, en el mejor de los casos, o en parques temáticos del apoltronamiento urbano en la era de las franquicias y el Airbnb.

Hace ya cuatro décadas el fotógrafo Javier Sánchez Bellver decidió fijarse en el mejor de los casos y guardar registro de las fachadas y vitrinas de las tiendas tradicionales españolas, los ultramarinos, las bodegas, las farmacias y sastrerías. Esos espacios relacionados con oficios cada vez más diluidos en la sopa amarga del capitalismo global. El resultado de ese trabajo de filigrana es el volumen 'La belleza común. España tienda a tienda', que recoge las fotografías de esas fachadas hechas en (literalmente) todas las provincias de España y que acompañan textos del arquitecto Luis Fernández-Galiano.

"Trabajé en la selección y orquestación de sus fotografías durante varios veranos -dice Fernández-Galiano-, e hicimos una propuesta a una editorial que tras mucha dilación no se materializó, así que en 1995 nos olvidamos del asunto. Pero durante la pandemia se me ocurrió resucitar el proyecto". ¿Qué tan poco común se ha vuelto la ‘belleza común’ que retratan en el libro? "Es cierto que esa ‘belleza común’ está en trance de desaparición, como ilustramos con la imagen de un salvavidas al final del libro, reclamando el rescate de lo que todavía queda en nuestras aceras". 

'Rescate' es una buena palabra para describir el libro. Estos son algunos ejemplos de las fotos y textos de los autores.

Farmacia

"El perfume campestre de las huertas y las eras promete por azar la recuperación de la naturaleza, con los fármacos genéricos o específicos anunciados con tonos de tabaco otoñal y declinados operísticamente con el dorado y verde de una taleguilla torera. Pero hay algo de excesivo en las curvas abultadas y obesas que comprimen los rótulos con su exhibición ornamental y que enjoyan el despacho de medicamentos con la ostentación lujosa y vulgar de un cuello estrangulado por la acumulación de bisutería en forma de collar."

Sastrería

"Los monos y las batas evocan cuerpos fantasmales, y el piso superior permite construir un teatro de ropas de faena, con figurantes que interpelan al paseante desde su tribuna laboral, sobre los pantalones unánimes que declinan los tonos del trabajo, sin otros acentos que el blanco reglamentario. El mismo que ostenta el cocinero de guiñol en la sastrería económica, donde los maniquíes intimidan con su severidad vigilante."

Panadería

"Puertas del pan, abiertas puntualmente a la rutina sacramental del alimento cotidiano, con las barras enhiestas o acostadas saludando al que pasa e invitando al consumo exacto y esencial. Dignificadas por las bandas doradas de trigales lejanos o por la carpintería engastada en piedra, las panaderías pueden ser recintos de excelencia, engalanadas con imágenes heráldicas y paisajes ancestrales para ofrecer el cereal sobrio de Castilla...."

Frutería

"La ventana enmarca la fruta sobre un lienzo de vidrio, y en cada fruta están todas las frutas. Hay una cesta de aromas detrás de cada puerta verde, y las manos de hierro empuñan naranjas de metal. Junto a los cascos unánimes y los platos solteros, ¡cómo brilla la ausencia de la fruta! Sobran rótulos y marcas: los junquillos dividen el color y el reflejo, y las frutas se someten al rigor de la geometría, invitando al tacto y al olor, mientras exigen simetría al diente y la mirada."

'La belleza común' está disponible en Arquitectura Viva.