En la lista de documentales sobre la industria de la moda no debería faltar uno que hablase de los últimos tejedores de Casas de Lázaro. En ese pequeño municipio de la provincia de Albacete, los hermanos Rosa, Sergio y Eustaquio, mantienen una tradición que se remonta hasta lo que les permite su árbol genealógico. La narración arrancaría en la feliz infancia de estos tejedores entre los hilos y telares del taller que ocupa los bajos de la casa familiar, muy cerca de Ayuntamiento. Ahí empezaron a aprender el oficio cuando apenas levantaban un palmo del suelo. Su padre, Eustaquio, les ponía una silla para llegasen al telar. "Nos hacía tirar de la cuerda que hace que la lanzadera pase de un lado a otro", avanza Sergio, el más joven.
Al contarnos su historia, se cuela el orgullo, pero en su justa medida. Es más la satisfacción de hacer lo que aman y amar lo que hacen, que es lo que les enseñaron desde esa primera vez que Eustaquio arrimó el taburete para cada uno de sus hijos. Desde entonces, pocas cosas han cambiado en esta forma de telar artesanal llamada de bajo lizo. Los hermanos Rosa siguen al pie de la letra las lecciones de sus antepasados, poniendo cariño y paciencia para transformar en arte esta peculiar forma de entrelazar los hilos, llamados urdimbres. Por encima y por de debajo de la trama hasta convertirlo en tejido. Después de una vida dedicada a la tejeduría, cruzando trama y urdimbre, sus patrones son infinitos.
No pasa un día sin que Eustaquio Rosa, el padre y fundador del taller que lleva su nombre, pase por allí para comprobar que todo marcha como siempre. Y lo comprueba activando sus cinco sentidos. El ruido de las máquinas trabajando a tutiplén conforma la banda sonora de su vida y también la de su gran familia, que se ha ido ampliando con la llegada de los nietos. Los tejidos, con colorido, texturas y el olor característico de sus tintes, despiertan el resto. de los sentidos. La tejeduría es, definitivamente, un rincón más del hogar familiar.
El tiempo parece haberse detenido en ella. Hasta los telares son centenarios. "Usamos los mismos porque están hechos de una madera maciza de gran calidad. Si alguna pieza se deteriora, nosotros mismos nos ocupamos de repararla o le encargamos una réplica idéntica al carpintero. Hay piezas que tienen más de 40 años", nos explica Sergio. La única licencia que han permitido a la modernidad es el teñido del tejido, que ha dejado de ser artesanal. Lo que sí garantizan es que, gracias a esta forma de trabajar y al uso de materiales 100% naturales, la huella ecológica es prácticamente inexistente.
A pesar de que confeccionan alfombras y otras prendas con técnicas de siglos pasados, han dado a este arte ancestral un uso contemporáneo que ha llamado la atención de diseñadores como Juan Carlos Pajares, cuya firma aparece en muchos de los trajes que luces las celebrities en sus eventos. Con sus telas ha confeccionado, por ejemplo, un abrigo para su colección Annual 24 tejido con una tela mixta de gorullo y liso.
Algunas de sus piezas han desfilado ya por la gran pasarela de la moda en España, Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, y han llegado hasta la ciudad de Dubai gracias a Worn Studio. Entre sus trabajos destacan unas cortinas que tejieron para el Espacio Adunia, del interiorista manchego Miguel Muñoz, las chaquetas que lucieron los azafatos del stand de Castilla-La Mancha en Fitur 2022 o las cortinas del hotel Can Domo de Ibiza.
Aunque le pueden dar todo tipo de usos, sobre todo viven del folclore. Los refajos, con sus características rayas de vivos colores de estameña, son la insignia de la casa, el principal distintivo desde que, hacia mediados de los setenta, coincidiendo con la fundación de coros y danzas por todo el territorio castellano manchego, Eustaquio (padre), decidió especializarse la tejeduría de trajes regionales, fundando la empresa que hoy dirigen sus hijos. Desde entonces se han ganado la fama nacional e internacional, ya que los refajos son el elemento más representativo de los trajes femeninos regionales.
"Al menos el 80% de lo que tejemos son refajos. Desde los años sesenta, que ya los hacían mis padres, nos los piden de todas partes de España. Las ferias y fiestas son nuestro mejor escaparate. Hay muchísimos grupos de folclore y la indumentaria regional se elabora con este tejido. Para nosotros es muy fácil reproducir cualquier tipo de ropa", explican.
No es extraño que Sergio y Eustaquio trabajen sin mirar el reloj, incluso los fines de semana si hay un pedido que tienen que atender con urgencia. "Para nosotros es un privilegio poder mantener vivo un sueño que empezaron varias generaciones anteriores. Aunque es el algo que nos enorgullece, saber que quizás somos los últimos tejedores es también motivo de tristeza. Tenemos hijos, pero es difícil que ellos den continuidad al oficio". Las expectativas de las nuevas generaciones distan mucho de la determinación de la bisabuela, La Moñete, que se trasladaba desde Casas de Lázaro a otras aldeas para teñir las telas y confeccionar la tropera que se instalaba entre el somier y el colchón.
En Casas de Lázaro, igual que en el resto de España, los telares de Sergio y Eustaquio despiertan nostalgia. "Antes era muy habitual tener en casa un telar de tamaño pequeño o mediano y las familias tejían sus propios ajuares, mantas para las mulas y capotes para los pastores. Nuestros antepasados empezaron también a nivel doméstico, con colchas y productos para autoconsumo. Todo esto se ha ido perdiendo", nos cuentan. De hecho, este es el único taller artesanal en toda Castilla-La Mancha.
Lo que sale de este local, que no supera los 40 metros cuadrados, son verdaderas obras de arte de una calidad única y un diseño inimitable que permiten un diálogo con el pasado sin perder de vista que sirven a la sociedad moderna. Cada vez son más los profesionales que descubren en la tejeduría las nuevas posibilidades que se abren en el mundo del interiorismo y la moda más vanguardista. Además, tienen el valor añadido de ser una pieza única, exclusiva y hecha a medida, jugando con una paleta de más de 40 colores e infinitas combinaciones. En su cuenta de Instagram revelan algunos de sus secretos.
¿Quién va a recoger el testigo? A los hermanos Rosa aún les quedan muchos años por delante. Tiempo tendrán de pensar en ello.