Aunque para Robert Walser, autor de 'El Paseo' (1917), salir a andar significaba olvidar "la tristeza, el dolor y los graves pensamientos", hoy sabemos que el arte de pasear implica un beneficio integral para quien lo ejerce: es un movimiento en el que intervienen 100 músculos y estimula la actividad cerebral además de producir endorfinas y aumentar la sensación de relajación.
Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE UU, las personas -particularmente a partir de los 65 años- tienen que caminar un mínimo de media hora para que tenga algún efecto sobre la salud.
Pero hemos hablado de pasear y de caminar y conviene aclarar las diferencias. En términos generales digamos la diferencia radica en la función de cada uno: mientras que en el caminar tiene un objetivo concreto, ya sea ir de un punto A a un punto B, o mejorar la salud; en el pasear no existe más objetivo que el propio paseo. Y es en ese "vagar" sin rumbo concreto que radican sus enormes beneficios, precisamente.
En un artículo de Alison Gopnik, para el 'Wall Street Journal', esta explica un experimento llevado a cabo por la Universidad de Nueva York en 2020 que implicaba cruzaba información del GPS en los móviles de los participantes con sus índices de felicidad. Los resultados arrojaron que mientras más lugares distintos se visitaban durante los paseos, las personas eran más felices.
Está claro por qué el paseo ha producido no solo ha producido grandes obras del pensamiento y del arte sino que ha sido objeto de ellas. "En el momento en que mis piernas empiezan a moverse mi pensamiento empieza a fluir" decía Thoreau, y para Nietzsche, otro de los grandes valedores del paseo como actividad creativa, no se debía creer en ningún pensamiento que no haya surgido al aire libre y estando uno en movimiento. Mientras que por otro lado, libros como el 'Ulises' de Joyce, 'Mrs. Dalloway' de Virginia Woolf o 'El guardián entre el centeno' de J.D. Salinger son directamente largos paseos alrededor de los cuales ocurren cosas.
Está claro pues, que tanto el caminar con el objetivo de cuidar nuestro cuerpo, como el pasear sin un objetivo claro, son altamente beneficiosos para nuestra salud. ¿Cuál se adapta mejor a nosotros? Eso es algo que podemos tiene que ver con nuestras propias circunstancias y siempre es bueno consultar con un especialista o entrenador personal que pueda asesorarnos sobre lo que necesitamos. La respuesta está a unos pasos de distancia.