En un mundo regido por la imagen y la estética en el que somos cada vez más conscientes de cómo nos perciben los demás, no es de extrañar que cada vez sean más quienes se someten a cirugías y retoques estéticos para mejorar su aspecto físico y elevar su autoestima. A pesar de la popularidad que el movimiento body-positive tiene en el entorno digital de las redes sociales, el aspecto físico sigue siendo una de nuestras máximas preocupaciones.
El boom de aplicaciones como Instagram o Snapchat, donde podemos retocar en tiempo real nuestra cara gracias a los filtros de realidad virtual, ha agudizado nuestras inseguridades y reforzado los cánones de belleza imperantes, sobre todo entre los más jóvenes. Queremos ser el yo ficticio que aparece en la pantalla y, por ello, muchas veces acabamos recurriendo a la cirugía estética para transformarnos en aquello que vemos en internet.
Este afán por mejorarnos a nosotros mismos afecta tanto a hombres como a mujeres. A pesar de que son muchos los que vinculan la cirugía estética con el mundo femenino, los hombres también pasan por quirófano para retocar su imagen y ajustarse más a los cánones estéticos.
Liposucciones, botox, rinoplastias, injertos capilares: estas son algunas de las operaciones más conocidas, pero en los últimos meses ha ganado una enorme popularidad otra intervención creada para aumentar unos centímetros de altura. Conocida como elongación ósea, esta operación se ha hecho especialmente popular en Estados Unidos entre los hombres y recientemente acaba de aterrizar en España.
Concebido inicialmente para tratar a personas con algún tipo de displasia ósea, es decir, personas que padecen algún tipo de afección que les hace tener una baja estatura o enanismo, esta operación es de corte invasivo y consiste, básicamente, en romper quirúrgicamente el fémur para ganar unos centímetros. Al hacerlo, los médicos introducen un clavo magnético fijado al hueso y luego poco a poco el tejido óseo se va regenerando de manera progresiva.
Esta operación es muy delicada y dolorosa y no está libre de complicaciones. Al contrario, tiene aparejado un importante riesgo de infección y un postoperatorio largo y complicado que puede llegar a durar meses (además del hueso, en la zona también hay nervios y vasos sanguíneos). Durante este periodo de tiempo, el paciente, que además debe permanecer unas semanas de convalecencia, no podrá caminar, ya que debe esperar a que el hueso se recomponga y vuelva a ser capaz de sostener todo su peso.
Generalmente, los pacientes que se someten a esta intervención son hombres de entre 20 y 40 años y con una altura inferior a los 1,70 centímetros. Con esta intervención, pueden llegar a ganar hasta 16 centímetros en solo dos años, pero a cambio tendrán que superar un complicado postoperatorio y dejarse una buena cantidad de dinero, ya que el precio es de unos 10.000 euros por centímetro, dependiendo de la operación. Es decir: para poder pasar por quirófano no solo es necesario armarse de paciencia para soportar el postoperatorio, sino tener también una buena cuenta corriente.
Por el momento, se calcula que en nuestro país ya ha habido diez pacientes que se han sometido a esta operación. En el futuro, es probable que la técnica se vuelva más sencilla y que los costes se reduzcan, pero ¿realmente merece la pena? Dejamos que lo mediteis.