El paso del tiempo se hace evidente en nuestro cuerpo, tanto por dentro como por fuera. Los huesos se resienten, las canas empiezan a hacer acto de presencia y esa piel tersa comienza a recibir los signos de la edad. Ya no son marcas de expresión, sino arrugas. A unos le aparecen a edad temprana, mientras que en otros no es hasta la madurez cuando ven como las primeras arrugas empiezan a salir en su rostro. ¿Por qué se forman? Aunque no existe una única respuesta, lo cierto es que sí que son muchos factores los que tienen que ver con ellas.
Las arrugas se relacionan principalmente con la edad, sí, pero son muchos los factores que influyen en su aparición, entre ellos la genética y el estilo de vida que se lleve, pues según qué hábitos, por muy buenos genes que se tengan, son de todo menos amables con nuestra piel, por mucho que a priori parezca que no tienen ninguna influencia sobre la dermis.
Según Mayo Clinic, la edad hace que la piel se vuelva más frágil y menos elástica, lo que provoca una mayor sequedad que se traduce en más flacidez, favoreciendo la aparición de arrugas cada vez más pronunciadas. Sin embargo, la exposición a la luz del sol es un gran enemigo. La radiación ultravioleta acelera el proceso de envejecimiento de la piel y, por tanto, es uno de los principales causantes de las arrugas precoces.
Un hábito ya de por sí dañino para nuestra salud, el tabaco, lo es también para nuestra piel, pues fumar tiene un efecto negativo directo sobre el colágeno. Además, y aunque sea más complicado de controlar, nuestras expresiones faciales pueden jugarnos en contra, gestos tan cotidianos como sonreír o fruncir el ceño, que al repetirse van produciendo finas líneas cada vez más marcadas que terminan siendo permanentes.
Para prevenir su aparición, al menos la precoz, es necesario proteger la piel, sobre todo del sol. Hay que evitar exponerse a su luz durante las horas centrales del día y, de hacerse, optar por gorras o sombreros que nos protejan, además de crema solar no solo en verano, también durante el resto del año, incluido el invierno y los días nublados.
Por su parte, hay que cuidar la piel mínimamente al menos con crema hidratante adaptada a tu tipo de piel para mantenerla nutrida. En cuanto a hábitos, apagar el cigarro y dejar de fumar será algo que la piel agradecerá, al igual que cuidar la alimentación e introducir una gran variedad de frutas y verduras con un gran aporte en vitaminas que protegerán la piel.