Les ocurre a millones de personas en todo el mundo, aunque las razones pueden variar según los factores de cada cual. Eso sí, en España no nos ganan: somos el país con más calvos del planeta. La alopecia está muy ligada con el lugar de nacimiento de cada persona; de hecho, el porcentaje de pérdida capilar puede variar significativamente de un país a otro.
La alopecia puede deberse a multitud de causas, como son las hormonales, el estrés, la autoinmunidad o a causa de fármacos. Si bien es cierto que existen más de cien tipos de alopecia, la más común es la androgénica, que está determinada por un factor genético hereditario y por un factor hormonal. Entonces, ¿cuánto y cómo afecta la herencia genética en la alopecia?
La alopecia androgénica se debe, además del factor hormonal, a una herencia poligénica, es decir, que se debe al efecto de varios genes. “Se estima que hay alrededor de 200 genes implicados en la alopecia androgénica. El patrón clínico y los diferentes grados de gravedad dependerán del número de genes implicados”, subraya la doctora Raquel Amaro, de la clínica Hospital Capilar.
Sin embargo, a pesar de que haya más de 200 genes involucrados en la alopecia, estos no afectan por igual si provienen del padre o de la madre. Tal y como exponen desde Hospital Capilar, la mayoría de los genes implicados en la alopecia se encuentran en el cromosoma paterno (Y), aunque se ha descubierto recientemente que existe un gran número que aportaría el cromosoma X, en torno a un 14%.
Teniendo en cuenta que la alopecia androgénica es la más frecuente, tanto en hombres, como en mujeres, la doctora Amaro estima que esta afecta a más del 60% del sector masculino y a un 25% del femenino a lo largo de su vida, aproximadamente. Además, no solo incide con una frecuencia diferente en hombres y mujeres, sino que sus síntomas también son distintos.
“La alopecia androgénica presenta una manifestación clínica diferente en hombres y mujeres. En los primeros podemos observar con más frecuencia una pérdida de densidad mayormente en la zona frontal (entradas) y coronilla. La clínica característica en el caso de las mujeres es una pérdida de densidad o clareo en la zona parietal, en forma de un ensanchamiento paulatino de la raya media del cabello, que puede evolucionar hasta una pérdida difusa en todo el cuero cabelludo. Además, en los hombres suele aparecer en la adolescencia, mientras que en las mujeres podemos encontrar dos picos, uno en la edad adulta joven, en torno a los 20 o 25 años; y otro a partir de la menopausia”, sostiene la doctora Raquel Amaro.
En cuanto a las señales de alerta, a pesar de que sea normal que diariamente se renueve el pelo y que se caigan entre 80 y 100 folículos, el paciente debe acudir al especialista si observa una pérdida de densidad capilar y clareo, ya que probablemente se haya producido un proceso de afinamiento del mismo, que comúnmente se denomina 'miniaturización' por acción de los andrógenos, según aclara la doctora Amaro.
Hoy por hoy, la prevención de la alopecia androgénica no es posible, pero sí se puede tratar tempranamente a través de un diagnóstico precoz adecuado. “Los test genéticos existentes a día de hoy analizan solo unos pocos genes de los 200 que pueden estar implicados en la presencia de la alopecia, por lo que tienen una baja capacidad predictiva y carecen de la precisión necesaria para ser de utilidad en la práctica clínica”, apunta la doctora de Hospital Capilar.
Pero, lo que sí que existe es un tratamiento. De hecho, hay un amplio abanico de tratamientos que se pueden emplear para frenar este proceso de alopecia y mejorar el pelo que ya se haya afinado, permitiendo recuperar densidad capilar. Como puntualiza la doctora Amaro, estos serán más efectivos cuanto antes se inicie, por lo que para que haya un buen pronóstico es esencial un diagnóstico temprano.
Entre los diferentes formatos se pueden encontrar algunos de forma oral, tópicos o inyectados, entre otros. Según la doctora Amaro, en la alopecia androgénica el principal grupo lo constituyen los tratamientos antiandrógenos, llegando a ser el más efectivo en los hombres, ya que, en su caso, este evita que las hormonas masculinas vayan induciendo el proceso de miniaturización en el folículo. El segundo gran pilar de los tratamientos es el minoxidil, que resulta más efectivo en las mujeres. Este es un vasodilatador que incrementa el flujo sanguíneo, permitiendo que el folículo piloso se engrose.
Existen también otra serie de tratamientos complementarios, aunque menos eficaces: “Uno de ellos es el plasma rico en plaquetas, que permite inyectar los factores de crecimiento del propio paciente, ayudando a producir una disminución de la caída en momentos en los que esta es más intensa, así como a fortalecer el pelo.
Por otro lado, una vez que ya se ha perdido el pelo y no hay margen de recuperación, está la opción de realizar un injerto, que consiste en una técnica mínimamente invasiva, en la que se traslada el pelo desde la zona occipital a la zona afectada por la alopecia. Sin embargo, esta no es una solución a la alopecia, ya que no la frena, sino que se trata de un parche estético, por lo que el paciente deberá tratarse igualmente si no quiere que su alopecia continúe avanzando”, concluye Amaro.