Hace tiempo que las canas ya no son motivo de vergüenza. Taparlas o mostrarlas es una opción estética. Y lo cierto es que, cuando el pelo está bien cuidado, pueden resultar muy atractivas.
Aun así, hay personas que prefieren eliminarlas, a veces arrancándolas de manera agresiva. ¿Quién no recuerda eso de que si te quitas una cana salen tres? Es un mito mítico. Pero antes de explicar de manera pormenorizada por qué no se produce este crecimiento de pelo blanco, demos un paso atrás: ¿cómo aparecen las canas?
La aparición del pelo gris se da por la falta de pigmento en los folículos que dan color al cabello. Cuanta más melanina poseen las glándulas, más oscuro es el pelo. Pero con la edad, la producción de melanina empieza a ralentizarse y ser más escasa. En ese momento, empiezan a salir canas.
La predisposición a tener el pelo más o menos gris es genética, aunque a veces algunos episodios de estrés pueden acelerar su aparición. Pero, en términos generales, nuestro ADN será el que dicte si vamos a ser canosos a una edad temprana o no, así como el tipo de pelo blanco que vamos a desarrollar: más o menos blanco, fuerte y denso.
Volviendo al asunto del principio, siempre se ha dicho que si arrancamos o depilamos una cana, ya sea en el pelo o en las cejas, aparecen más. La realidad es que no es así.
Cada pelo tiene un folículo. Si arrancamos uno, volverá a salir otro. Incluso, hay personas que tienen más de un pelo por folículo, por lo que seguirán saliendo aunque se vayan eliminando las canas. Es decir, podrá parecer que al quitar la cana, aparece otra. Pero lo único que ocurre es que, como siempre que se arranca un pelo, termina saliendo otro.
¿Cuando no ocurre? Si el cabello está en mal estado, ya sea por enfermedad, por la edad o por malos cuidados, no habrá nacimiento de otras fibras capilares.
Arrancarnos una cana nunca es una buena idea. No solo, terminará apareciendo otra (no el triple, sino el pelo que se aloje en ese folículo), sino que estaremos dañando el cabello. No es bueno someter al pelo a ningún tipo de agresión, ya sea por tracción o por abuso de químicos, como el tinte, o técnicas de desgaste, como el secador demasiado caliente, las tenacillas, planchas y cualquier tratamiento que implique un cambio en la estructura y apariencia del cabello. Los estilismos agresivos y los productos químicos sí representan un peligro para la salud capilar, al margen de que ese pelo tenga más o menos canas.