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Con la llegada del otoño, no sólo el clima cambia, también lo hace nuestra piel, especialmente en aquellas personas que sufren de acné. Este problema cutáneo, que afecta al 80% de los adolescentes entre 13 y 18 años y al 25% de los mayores, se agrava debido a los cambios de temperatura típicas de primavera y otoño.
Se trata de una afección dermatológica que se origina por un funcionamiento irregular de las glándulas pilosebáceas, lo que provoca la obstrucción de los poros. Esta patología incluye desde puntos negros y blancos hasta lesiones más profundas como granos, quistes y nódulos. Las áreas más comunes donde se manifiesta son el rostro, cuello, pecho, espalda, hombros y parte superior de los brazos.
Anteriormente conocida como Propionibacterium acnes, Cutibacterium acnes es la principal bacteria causante del acné. Es una bacteria que se encuentra en las glándulas sebáceas de todas las personas y que se presenta en diferentes formas. Cutibacterium acnes forma parte del microbioma cutáneo y ayuda a mantener su equilibrio, cuando no se da ningún tipo de alteración.
Se trata de una bacteria saprófita, es decir, que se alimenta de materia orgánica en descomposición, como el sebo. “Esta bacteria está presente en nuestra piel de forma natural. En ocasiones, se activa y la grasa acumulada se convierte en infección, lo que genera la aparición de granitos. Esto puede ocurrir por diversas razones, como un exceso de manipulación del rostro, por ejemplo, tocarse mucho la cara", asegura Cristina Galmiche, experta en elcuidado de la piel y propietaria de varios centros de estética.
La grasa acumulada durante el verano, combinada con el sudor y las agresiones externas como el cloro y la sal, puede dar una falsa sensación de mejoría en la piel. Sin embargo, con la llegada de las bajas temperaturas y el aumento de la humedad, la bacteria que causa el acné se activa, provocando brotes más severos y persistentes. “Si sufres acné, es normal que ahora notes que se presenta de forma mucho más agresiva”, afirma Galmiche.
Tras varios años de uso excesivo de filtros en redes sociales y múltiples trucos para ocultar el acné, cada vez más personas comparten su experiencia con esta condición de la piel sin temor a las críticas y de una manera transparente y abierta. Aún así, son también mayoría los pacientes, hombres y mujeres, que deciden ocultarlo bajo capas de polvos o maquillajes. "Muchas personas se sienten inseguras por dejar su propia piel al natural: su acné, su rosácea o sus granitos y se maquillan para camuflar el problema. Sin embargo, la mayoría de las coberturas de maquillaje obstruyen el poro y, si no se eliminan correctamente, pueden empeorar la infección”, asegura la experta.
El acné no debe causar estragos graves si se trata desde los primeros estados. Sin embargo, si no se trata a tiempo, su tratamiento se hace más complejo.
La primera señal de alerta es la aparición de micro quistes, pequeñas acumulaciones de grasa junto a la aparición de puntos negros que pueden llegar a infectarse y generar un brote.
¿Cómo hacerle frente? Dependiendo de la gravedad del caso y del tipo de acné. Mientras que en el caso de los adolescentes, suele ser hormonal y genético, y remitir de manera espontánea, el de los adultos es multifactorial y más complejo de erradicar. En estos casos es imprescindible ponerse en manos de un dermatólogo para un mejor abordaje.
En el caso de los hombres adultos, los brotes suelen estar asociados a la alimentación o a un cambio en los hábitos de vida, como son el uso de suplementos proteicos, también por estrés o por cambios de hábitos, y en ocasiones, por el uso de cremas o productos cosméticos inadecuados con excesiva grasa para su tipo de pie.
La dieta también puede ser un factor concomitante. Una dieta inadecuada que aumente la insulina o el tabaquismo pueden provocar un broté de acné en la edad adulta.
El primer paso para eliminar el acné es ponerse en manos de un médico dermatólogo. Según los expertos, los acnés superficiales, se pueden comenzar con tratamiento tópicos: limpieza con geles antisépticos, cremas con antibióticos o ácido retinoico.
Cuando es profundo, con nódulos quísticos, hay que acudir a fármacos como tetraciclinas por vía oral, o bien la administración del tratamiento estrella en los casos más recalcitrantes a base de la isotretinoina, que es capaz de inhibir la secreción sebácea y el crecimiento de las bacterias.