Andie McDowell ha triunfado en Cannes como ninguna otra estrella. En un festival con abundancia de Alta Costura, joyas de inmenso valor y cuidadísimos estilismos, la naturalidad de la actriz americana desafió los cánones y desarmó al público. Ella misma lo dijo: su cara tiene arrugas y su pelo necesita ir en armonía con su rostro. No quiere ocultar los años, sino mostrarlos en plenitud. Al mismo tiempo, en el diario El País el fundador de las clínicas Dorsia afirmaba que estaba convencido de que en breve los clientes iban a pedir que "les pusieran arrugas".
La pregunta surge de inmediato. ¿El modelo de belleza está cambiando, tanto para los hombres como para las mujeres? ¿La arruga se lleva? ¿Las arrugas son las nuevas canas, una manera de empoderar la experiencia? En última instancia, ¿mostrar los años es una señal de bienestar, de plenitud, y no de decadencia?
"Lo que sí es cierto es que el concepto de 'anti-aging' que tanto utilizamos hasta hace unos años, debemos ya sustituirlo por el 'well-aging': minimizar los efectos del envejecimiento sin obsesionarse por parar el reloj, cosa que es imposible”, afirma Mercedes Sáenz de Santamaría, médico estético de Clínica Dermatológica Internacional.
Se trata, por tanto, no tanto de luchar contra un proceso inexorable, sino de asumirlo y hasta 'mimarlo'. A su vez, los avances de la medicina han hecho que el concepto de este 'buen envejecimiento' se haya extendido y tenga un buen número de adeptos. Con una esperanza de vida alta, a pesar de la pandemia, hombres y mujeres quieren sentirse y verse bien. "Cada vez vivimos más años y deseamos cuidarnos más. Muchos pacientes son conscientes de la edad que tienen. Si han pasado ya del medio siglo no pretenden aparentar 30 ni 20 años, solo buscan minimizar el impacto de la edad lo máximo posible, en el caso de las arrugas minimizarlas, desdibujarlas, pero no borrarlas", explica la doctora Beatriz Estébanez, especialista de Clínica Menorca.
"El principio fundamental y la palabra que inevitablemente nombran el 100% de los pacientes que acuden a la consulta de medicina estética es naturalidad. Pero ¿cómo definimos la naturalidad? ¿Supone no tratarse nunca? Probablemente no, pero en cada persona este concepto tiene matices". La reflexión de la doctora Sáenz de Santamaría es probablemente la clave que nos hace tanto dejarnos las canas al aire como no obsesionarnos con las nuevas arrugas.
¿Qué significa la naturalidad? Depende, en primer lugar, de si hablamos de hombres o mujeres. "En mi opinión, los hombres a partir de 40 años deben lucir algo de arrugas para verse más atractivos, pero sigue habiendo público para todos los gustos. El hombre aún demanda más naturalidad que la mujer, teniendo en cuenta que la naturalidad hoy en día es la tendencia en ambos géneros", afirma la doctora Irene Cruz, del Instituto de Benito.
Mercedes Sáenz de Santamaría va más allá: "lo principal es mantener las proporciones, mantener la expresividad y la esencia de cada paciente. Muchas de las frases típicas de la moda o el arte son aplicables a nuestro concepto de medicina estética como el 'menos es más' del arquitecto Mies Van der Rohe o 'la arruga es bella' de Adolfo Domínguez", señala esta experta.
Beatriz Estébanez incide en la misma línea: "la tendencia en los tratamientos médico estéticos es ahora más que nunca la naturalidad, verse mejor pero que no se note, el efecto de una cara descansada. Esta tendencia surge de la demanda de los pacientes en consulta, la mayoría no quiere verse con los rasgos forzados, ni con muchos volúmenes ni con la frente súper plana. Buscan armonía facial, recuperar volúmenes en cierta medida y verse una cara 'sin edad'. Cada vez es más difícil adivinar la edad de una persona que se cuida".
Cuando a algún gurú de belleza le preguntan cuál es el mejor tratamiento facial para paliar el envejecimiento la respuesta es invariable: el bótox. La toxina botulínica es la reina de la medicina estética. ¿Se ha adaptado a lo que parecen ser los nuevos cánones? "Tanto los hombres como las mujeres, cuando vienen a ponerse bótox no quieren perder la expresividad y prefieren lucir en cierta medida sus arrugas. Las que más envejecen son aquellas que son muy profundas, casi cicatrices, y que afean el rostro no solo en la frente y las patas de gallo, sino que crean surcos, como las producidas por la pérdida de volumen entre la nariz y la boca, las que se conocen como pliegues nasolabiales”, señala la doctora Estébanez.
Otros profesionales confirman que las intervenciones con bótox son ahora mucho más sutiles. "El uso de toxina botulínica en concreto, el gold standard de las arrugas del tercio superior, supone usar dosis bajas que permitan relajar las arrugas sin 'planchar' por completo la zona. Esto es especialmente cierto en hombres, donde el efecto planchado debe evitarse, y se deben de mantener algunas arrugas, aunque no todos los tipos de arrugas son bonitas, o en pacientes jóvenes en los que se realiza el ya famoso 'Baby Bótox', que no es más que un tratamiento de bótox con dosis muy bajas", asegura Mercedes Sáenz de Santamaría.
Con todo, aún quedan pacientes 'resistentes' que prefieren eliminar los surcos más acusados en una época donde la información se encuentra a golpe de clic. Para Irene Cruz, del Instituto de Benito, "siempre existe un público, que desean hacer desaparecer aquella arruga que le molesta. Hoy en día existe más información y los hombres se acercan cada vez más a las consultas".
Los especialistas consultados confirman que las arrugas ya no son la primera preocupación estética, sobre todo en los hombres. "Los hombres, más que atacar la arruga directamente, demandan combatir la flacidez, esas caras descolgadas por el envejecimiento, el stress, cansancio, que en los hombres aparecen en edades más tardías, pero si nunca se han cuidado el efecto es más dramático que las mujeres. Armonizar mejillas con ácido hialurónico y diluir alguna arruguita, pues una arruga bien puesta siempre sigue más la tendencia del canon masculino", explica la doctora Cruz.
Según el doctor Artur Díaz Carandell, del Instituto de Benito, "a causa del paso del tiempo, los huesos se van absorbiendo y al tiempo pierden su función de soporte. La zona periorbitaria, y la zona del maxilar superior o pómulos son las dos primeras donde empiezan a apreciarse los signos de envejecimiento. La tercera área de la cara, clave en el conocido triángulo de la belleza, es el maxilar inferior. Con los años, los tejidos van cediendo y la pérdida de definición de la mandíbula, considerada como símbolo de juventud, contribuye a que el rostro tenga un aspecto de mayor flacidez. En hombres se aprecia claramente el envejecimiento con la pérdida de estos huesos”.
Por esta razón, los tratamientos estrella entre los hombres son los destinados a definir el contorno de la cara. "El 'must have' para los hombres es la definición del óvalo facial para armonizar la cara, tanto en jóvenes como en hombres maduros", explica Cruz. Las mujeres también 'perdonan' las arrugas, pero son más exigentes a la hora de atacar la flacidez y no escatiman tiempos ni recursos. Los hombres, en cambio, prefieren la rapidez: "el hombre es más adicto a los llamados retoques lunch time, protocolos de menos de 20 minutos en los que se puedan incorporar al momento a su vida diaria", concluye Irene Cruz.