Aún no lo sabes, pero tienes algo en común con los antiguos samuráis: a los dos os preocupa la luminosidad y la definición de vuestro rostro. ¿No te imaginas a un guerrero japonés pensando en las bolsas de los ojos? Les preocupaban. Y mucho. Después de la batalla, los samuráis se sometían a un masaje facial para apaciguar el ánimo y “recolocar” cada músculo de su cara, soliviantado por la furia de la batalla. Para ellos, la expresión y el estado del rostro era el reflejo de su equilibrio interior. Tras el masaje, los guerreros comprobaban que se sentían y, sobre todo, se veían mejor. La piel irradiaba luz y su textura había mejorado notablemente. En poco tiempo, las mujeres de la alta sociedad, emperatrices incluidas, quisieron probar el tratamiento. Siete siglos más tarde, el masaje kobido ha llegado a España.
“El kobido es un masaje muy bien estudiado. Trabaja puntos meridianos a distintas velocidades, hay zonas en las que el masaje es más rápido para, por ejemplo, estimular la microcirculación. Como todo masaje, tiene su propio protocolo: hay que relajar, drenar y, por último, estimular los puntos energéticos para que la energía del rostro fluya”, explica Carmen Navarro, propietaria de varios centros de estética en los que es posible disfrutar de este masaje, al alcance de muy pocos profesionales. La esteticista madrileña se ha formado con el maestro Ahogo Mochizuki, perteneciente a la 27 generación del linaje Kobido. En sus establecimientos, solo el personal formado específicamente para este protocolo puede realizar el tratamiento.
El término "kobido" significa “antiguo camino de la belleza” y es un masaje-lifting facial japonés que proviene del Tuina, el masaje terapeútico de la medicina tradicional china. Hacia 1.300 la técnica llega a Japón, donde es adaptado y adoptado por la clase dirigente. En la actualidad, la técnica sigue haciendo milagros, sobre todo en las pieles maduras: “la clienta se relaja, está con ella misma. No tiene nada que ver con la sensación que producen las máquinas. El tratamiento manual es el mejor drenante. El tejido se redensifica, conseguimos recolocar pómulos y óvalo facial. Es un lifting manual que consigue de manera natural una apariencia joven y saludable”, afirma Carmen Navarro, un referente en los tratamientos estéticos manuales. “Los resultados con terapias manuales tienen un aporte de energía y bienestar imposible con una máquina. Con las manos, con el contacto, escuchas y percibes las sensaciones. Y también transmites sensaciones, por lo que, emocionalmente, consigues un efecto de bienestar inmediato”, argumenta la esteticista.
Este masaje no tiene ningún tipo de contraindicaciones, aunque quizá no sea el más adecuado para las pieles reactivas, y está especialmente indicado en pieles maduras. “Estamos estimulando la piel, y eso es fundamental. En la primera sesión ya se notan los resultados. Lógicamente, con más frecuencia, el resultado se mantiene más tiempo”, explica la esteticista, que reconoce que hay más mujeres que hombres interesados por el kobido: “a los hombres les preocupan más puntos concretos del rostro, como las bolsas de los ojos o la papada. Con la barba es más complicado hacer un facial, pero para los hombres es una terapia inmejorable, afirma Navarro. Entre los fans del kobido, modelos, actrices y presentadoras de televisión.
El kobido se compone de una serie de movimientos de masaje alternando las técnicas en zonas superficiales y profundas de la cara, cuello y cráneo con una gran variedad de manipulaciones, trabajando en la piel, musculatura subcutánea, fascias, meridianos y puntos de acupuntura. El masaje consta de cuatro fases. La primera de ellas es el drenaje linfático, con él se eliminan toxinas mediante movimientos suaves y lentos con presión ligera.
La segunda fase persigue el despertar del rostro. Mediante movimientos acompasados, la esteticista activará la microcirculación de la piel, estimulando su oxigenación. El efecto lifting está asegurado. A continuación, la musculatura subcutánea se tonifica de forma más profunda para fortalecer y recuperar su tono muscular mediante movimientos suaves, precisos y relajantes a la vez que rápidos y enérgicos. Finalmente, se utilizan técnicas de shiatsu y masaje antiestrés a través de una suave presión en puntos concretos de acupuntura que contribuyen a liberar tensiones.
El masaje también tiene efectos terapéuticos, además de la luminosidad del rostro, la disminución de las arrugas y la redefinición del óvalo facial. Entre los beneficios más llamativos, ayuda a disminuir el bruxismo (el hábito involuntario de apretar los dientes) y también las crisis de migrañas.
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