La relación del hombre con su pelo tiene mucho que ver con la autoconfianza, cuando no directamente con la vanidad. Lo es desde tiempos de Sansón, aquel personaje bíblico cuya extraordinaria fuerza, capaz de vencer a todo un ejército con sus manos, estaba en su cabellera. No en vano, cada año se practican en todo el mundo más de 250.000 trasplantes capilares, según la Sociedad Internacional de Cirugía de Restauración del Cabello. Y lo que empezó siendo una decisión callada e íntima se ha convertido en una declaración a voces, un motivo más de orgullo por volver a lucir melena. Pero ese salto ha llevado tiempo: te mostramos algunos de los hitos que han hecho posible el paso del pudor a la reivindicación del sentirse atractivos como algo natural.
Para alcanzar esta normalidad con la que los hombres dan la cara a su alopecia, llaman a una clínica capilar y comparten en redes su proceso de restauración de pelo, ha habido que superar varios aprietos. El primero, rendirse a la evidencia. El 50% de los hombres al llegar a los 50 años sufre calvicie. El porcentaje va subiendo de diez en diez según cambian de década. Lo entenderemos mejor tomando como ejemplo a algunos de los personajes célebres que han ido pasando por ello. John Travolta se resistió a admitirlo y hasta bien cumplidos los 60 se fue haciendo con un buen surtido de pelucas que le permitían seguir atusándose el flequillo cual Danny Sucko enamorando con el peine a la dulce Sandy. Su paso por varias clínicas capilares tampoco tuvo mucho éxito. Por fin en 2017 decidió lucir su calvicie sonriente y asumiendo que, completamente calvo, su imagen es la de un hombre dominante, grande, exitoso, sabio e inteligente. No es que lo diga él, sino que así concluyen un par de investigaciones en la Universidad de Pensilvania (EEUU) y en la Universidad del Sarre (Alemania). Como él, Bruce Willis, Jason Statham o Zinedine Zidane han preferido prescindir de tratamientos capilares.
Nos guste o no, España es un país de calvos. El segundo del mundo, detrás de la República Checa. Y aquí se presenta el segundo aprieto de sobra ya superado: dejar a un lado la soberbia y ponerse en manos de un profesional. El pelo tiene un componente psicológico reparador muy importante, igual que la cirugía estética, que devuelve a muchas personas la armonía facial y corporal que la naturaleza o el paso del tiempo les niegan. En uno y otro caso, las celebridades han jugado un papel esencial a la hora de naturalizar estas intervenciones e incluso mostrar los resultados.
No es extraño que los primeros intentos de trasplante, en los 60 y 70, se practicasen casi en clandestinidad y con cierto poso de humillación o vergüenza. Los injertos se hacían siguiendo un patrón cilíndrico redondo que daban aspecto de pelo de muñeca y dejaban una gran cantidad de cicatrices en el área donante. A principios de los 80 los micro injertos mejoraron los resultados, pero fue a finales de los 90, con la llegada de los trasplantes de unidades foliculares, cuando el hombre pudo afrontar la pérdida de pelo como un contratiempo que se soluciona de forma rápida y eficaz. La técnica FUE o extracción individual de los folículos del paciente y la colación pelo por pelo ha popularizado los trasplantes. Indolora, mínimamente invasiva, sin cortes ni suturas, rápido y sin cicatrices visibles. El avance médico y tecnológico ha permitido que ahora se trasplanten unos 10.000 cabellos con un resultado tan natural que podría pasar desapercibido si no fuese por las imágenes delatoras del antes y el después.
Según dicen, animado por su mujer, el exministro se sometió a un microinjerto en 2008. No tardó en publicar una imagen en Twitter. Sorprendió que desvelase tanto el tratamiento como la clínica, pero nadie puso en duda que lucía un aspecto mucho más juvenil que cuando estaba en primera línea de la política. Teniendo en cuenta el magnetismo de este personaje, su revelación tuvo una enorme influencia en los hombres que, como él, padecen alopecia.
Aunque son más reacios a hablar de ello, el testimonio de deportistas como Rafa Nadal e Iker Casillas ha ayudado a romper el tabú de la calvicie en plena juventud. Ambos empezaron a perder pelo muy pronto, pero el trauma fue breve. Nadal pasó de su incipiente alopecia en 2016 a una buena cabellera con pelo fuerte y abundante. El primer implante de Casillas, en 2011, abrió el paso a otros muchos futbolistas que consideraron que, con sus cabezas clareando, su imagen estaba en peligro. Incluso llegó a publicitar un champú.
Estos personajes con una imagen pública tan respetada han desdramatizado los injertos y han contribuido a que la población conozca las posibilidades de contraataque incluso cuando la alopecia es solo incipiente. Turquía se convirtió enseguida en uno de los países con más experiencia en el mundo en el trasplante usando la técnica FUE. Sus clínicas reciben a pacientes de todo el mundo y sus precios no suelen ser altos gracias a las ayudas que concede el gobierno. Los viajes empezaron con sigilo, pero desde hace tiempo se organizan viajes y paquetes que incluyen, además de la operación, los traslados y la estancia en un hotel. La pandemia ha servido para convencerse de que en España hay una buena cantidad de profesionales especializados que ofrecen tratamientos con garantía, técnicas igual de avanzadas y precios competitivos.
El trasplante capilar se ha convertido en una solución estética natural y tema habitual de conversación entre los hombres. Para muchos, un deseo que hacen realidad. Quienes se someten a implante lo cuentan, comparten en redes y aconsejan. Pablo Moya, uno de los concursantes de 'La isla de las tentaciones', también se ha sumado y va publicando los detalles del proceso en sus redes sociales. Dice que su propósito es acabar con los brillos en la azotea. "Lo que quería era tener cantidad arriba. Es decir, que cuando me da un foco no me brille la cabeza".
En 2011, el futbolista británico Wayne Rooney era uno de los primeros en romper el tabú confesando en Twitter el secreto de su renovada cabellera: "Quiero confirmar a mis fans que me he sometido a un trasplante de pelo. Con 25 años me empecé a quedar calvo y ahora estoy feliz por el resultado". También Javier Farinós detalló todo el proceso en una web. Y Jurgen Klopp no tuvo más remedio que tomárselo a broma cuando le pillaron, en 2013: "Sí, me he trasplantado cabello. El resultado es molón, ¿eh?".
La tradición de futbolistas con implante capilar es larga. ¿Cómo se explicaría si no la pelambrera de Cholo Simeone o la mata de pelo con la que volvió Andrés Iniesta de Japón? Cristiano Ronaldo, auténtica eminencia en asuntos monetarios, ha descubierto la rentabilidad abriendo su propia clínica. También numerosos artistas han dejado atrás su calvicie y, aunque son muy celosos de su intimidad, la evidencia ha ayudado a que miles de personas depositen su confianza en los implantes. Kevin Costner, Julio Iglesias, Jude Law, Elton John, Nicolas Cage, Bono o Matthew McConaughey. En su caso, los implantes son obvios e incuestionables al echar la vista atrás. Para la población anónima, no hay ya razón para mostrarse esquivos.