Una mirada cansada es uno de los signos más evidentes de envejecimiento. Y cuando la mitad del rostro está oculta bajo la mascarilla a la que nos obliga el coronavirus, los ojos apagados, rodeados de una red de arrugas, nos hacen aún más mayores. La piel periocular es la más frágil de toda nuestra anatomía. Tiene que soportar mucha movilidad, pues parpadeamos miles de veces al día, y es muy delicada porque en los ojos se aprecian enseguida las señales de fatiga y se manifiestan algunas disfunciones internas.
Entre todos los problemas estéticos que afectan a la mirada, las ojeras son el caballo de batalla de la medicina estética. Es una zona donde concurren la falta o exceso de volumen, enlentecimiento del drenaje linfático, la pigmentación y, junto a todo ello, la inevitable ley de la gravedad, que hace que la piel y la grase que la sustenta y marca los volúmenes, descienda. Ya sea por predisposición genética o por un mal estilo de vida (falta de sueño y de hidratación, alto consumo en sal, falta de vitaminas…), ojeras, bolsas, arrugas y flacidez amenazan la belleza de la mirada. En hombres y mujeres. Afortunadamente, la cosmética y la cirugía estética acuden a nuestro auxilio. Según el doctor Ángel Martín, director médico de Clínica Menorca, "la experiencia nos ha demostrado lo importante que es un buen diagnóstico, que con los tratamientos combinados se consiguen mejores y más rápidos resultados". Estas son algunas de las técnicas sin bisturí más interesantes.
Cada vez más actrices, modelos e influencers, como Bella Hadid y Kendalla Jenner, se han sumado a la tendencia de elevar la cola de la ceja y tensar la piel del párpado superior para acentuar la mirada felina. El efecto se consigue con los hilos tensores de polidioxanona PDO, que tensan y crean tejido de soporte de forma natural por la activación de la síntesis del colágeno alrededor del hilo insertado, que redensifica y tensa la piel: "se colocan uno o dos hilos en cada lado del rostro, desde la cola de la ceja hasta la parte superior del cuero cabelludo", explica la doctora Beatriz Estébanez. Este pequeño retoque estético es rápido e indoloro. Los hilos son reabsorbibles y los resultados se mantienen cerca de un año. Coste: 200 euros.
La mirada cadavérica, como se denomina en cirugía estética los ojos hundidos, se produce en personas de más de 50 años. Se caracteriza por una pérdida de volumen en el área periocular por la desaparición de las bolsas de grasa circundantes y por un exceso de piel en el párpado superior. Para rejuvenecerla es necesario dar volumen en la zona periorbital, fundamentalmente la fosa temporal, con infiltraciones de ácido hialurónico. En la zona alta malar y en el canto externo del ojo, para que genere más volumen y dar sujeción, se ponen hilos PDO. Coste: Infiltraciones, 400 euros. Hilos PDO, 200 euros.
Es uno de los tratamientos no quirúrgicos más innovadores. Plasmage trabaja en la superficie de la piel con un dispositivo que emite un potente haz de luz capaz de generar plasma frío. En contacto con la piel crea un campo de energía que causa una vaporización del agua del tejido que provoca la retracción permanente del párpado. Suele ser suficiente con una o dos sesiones con intervalo de un mes. En comparación con la blefaroplastia convencional (cirugía ambulatoria) es un tratamiento menos invasivo, más rápido y con un tiempo de recuperación más corto. Coste: 600 euros.
La carboxiterapia es una de las técnicas más efectivas en el tratamiento de los problemas de microcirculación y flacidez. En este caso, ayuda a drenar las bolsas de los ojos, disminuyendo su volumen, al activar la microcirculación sanguínea y linfática. La técnica consiste en la infiltración de CO2 para bioestimular la zona, formando nuevas fibras elásticas, colágenas y vasos sanguíneos para aumentar el espesor y la turgencia de la piel. Se necesita una media de cinco sesiones con una frecuencia semanal o quincenal y los resultados se mantienen con una sesión mensual. Coste: 60 euros por sesión.
En las ojeras hundidas está indicado el relleno con infiltraciones de ácido hialurónico de baja reticulación y con características reológicas específicas (menor viscosidad y más capacidad de relleno) para conseguir un resultado natural y evitar el efecto Tyndall, una mancha grisácea que se produce por la incidencia de la luz solar sobre un ácido hialurónico muy superficial o no indicado. El ácido hialurónico revitaliza, hidrata y reafirma la piel, repone el volumen, favorece el drenaje linfático, reduce el color pigmentado y elimina el aspecto cansado. Es una técnica rápida, indolora y muy poco intrusiva. Normalmente es suficiente con una sola sesión. Coste: a partir de 500 euros.
Usar protección solar es fundamental, si tenemos unas ojeras muy pigmentadas, ya que se harán aún más oscuras y nos darán peor aspecto. Si ya se han oscurecido, la técnica que ha obtenido mejores resultados es Yellow Peel, un peeling químico a base de ácido retinoico que mejora la textura de la piel estimulando la formación de colágeno y fibroblastos. Entre sus otros componentes figuran el ácido fítico, el ácido kójico y el ácido azelaico, que bloquean la síntesis de la melanina eliminando el color oscuro de la piel. Como precaución, hay que proteger completamente la zona del sol durante un mes. Normalmente solo es necesaria una sesión. Coste: 200 euros.
Desde su aprobación en 1989, la toxina botulínica tipo A es el procedimiento más demandado en medicina estética. Está recomendado para eliminar o atenuar temporalmente las líneas de expresión del tercio superior de la cara: entrecejo y patas de gallo. El bótox se inyecta con una aguja finísima, y los resultados se aprecian a los cuatro días. Puede ser una técnica molesta (se aplica frío local para minimizar cualquier sensación desagradable), pero los resultados merecen la pena: se atenúan las arrugas sin quitar expresividad y se consigue un rostro más relajado, juvenil y natural. "Si el bótox está bien colocado y en la cantidad adecuada no tiene por qué afectar a la expresividad ni cambiar la fisonomía de la cara", explica el doctor Ángel Martín. Tiene una duración aproximada de cinco meses y su coste ronda los 300 euros.